
PEDRO MOHÍNO Y EL 14 DE ABRIL DE 1931 5pt1i
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El 14 de abril de 1931, el teniente de Ingenieros, Pedro Mohíno, portó la bandera tricolor hasta la Puerta del Sol de Madrid. Cinco años después, se sublevó contra el Gobierno al grito de «viva la República y viva el Ejército honrado». ¿Quieres anunciarte en este podcast? Hazlo con advoices.com/podcast/ivoox/1503352 5utw
Este contenido se genera a partir de la locución del audio por lo que puede contener errores.
Quién era Pedro Moíno Díaz, pues era un joven oficial de la Armada de Ingenieros que había egresado de la Academia del Guadalajara en julio de 1927, año en el que consiguió su empleo de teniente.
Su primer destino fue en el campamento de Carabanchel, como teniente jefe de una sección de zapadores.
Allí estaba el 14 de abril de 1931.
Ese día, sobre las 5 de la tarde, un camión se dirigió al Ministerio de Gobernación entre una multitud que inundaba todo Madrid.
Aún no había llegado allí Miguel Maura, que iba a ser el nuevo Ministro de Gobernación.
Hasta ese momento no se había acordado bandera alguna y los colores de la bandera eran algo que estuviera en la mente de los republicanos.
En ese camión había un oficial que llevaba un estandarte o una bandera tricolor.
Bandera que estaba ya ondeando en el edificio del Ministerio de Gobernación, es decir, en la Real Casa de Correos, donde hoy se encuentra la presidencia de la Comunidad de Madrid, en plena Puerta del Sol, de hecho es el famoso edificio del reloj.
Y, como digo, cuando llega Miguel Maura ya se encuentra allí esa bandera tricolor, como que la República se ha proclamado de forma popular.
¿Quién había llevado la bandera en el camión? El Teniente de Ingenieros Pedro Moino.
Su imagen salió en muchos periódicos al día siguiente.
Esas fotografías son un icono de la llegada de la República y ponen de manifiesto el compromiso de muchos militares esos días con el nuevo régimen.
Un nuevo régimen que sin duda era muy prometedor y en el que muchos pusieron todas sus esperanzas.
Cinco años después, el 20 de julio de 1936, Pedro Moino estaba arengando a sus tropas y finalizó con los gritos ¡Viva España! ¡Viva la República! ¡Viva el ejército honrado! Se dirigió desfilando a la cabeza de la compañía hacia el ayuntamiento y allí hizo la lectura al tiempo que invitó al alcalde a no ofrecer resistencia alguna.
El alcalde se encerró en el ayuntamiento con algunos guardias municipales.
Tras esto, aviones gubernamentales lanzaron octavillas dando un plazo de 24 horas para la rendición de los sublevados y el 21 de julio, al amanecer, una columna organizada por el gobierno de más de 5.000 efectivos, entre los que había algunos centenares de militares y a cuyo mando estaba el coronel Puigdendolas, aparece en las proximidades.
Comandante Rojo se pone nervioso porque no llegan los refuerzos que espera desde Guadalajara.
Se bombardea con aviación los lugares donde se habían refugiado todos los militares.
Puigdendolas ofrece condiciones de rendición, respetar la vida de los oficiales y no inculpar a la tropa.
Al producirse la rendición, los milicianos mataron a dos de los tenientes de ingenieros, pero el coronel Puigdendolas, pistola en mano, consiguió evitar que se produjera una masacre como la del cuartel de la montaña.
En estos momentos los ánimos estaban exacerbados y todo el mundo era de gatillo fácil.
Pedro Moíno fue trasladado a la cárcel modelo de Madrid a la espera de juicio.
Allí sobrevivió a la masacre del 22 de agosto, recuerden aquel día en el que fueron asesinados varios políticos y militares, y al día siguiente se crea el tribunal especial para juzgar la rebelión militar.
El objetivo era evitar arbitrariedades y ejecuciones sin juicio como las que se estaban dando en Madrid y con todo lo que había sucedido el día anterior en la modelo donde los anarquistas se habían tomado la justicia por su cuenta.
Se nombró un jurado compuesto por 14 , de los que todos eran componentes de los partidos y sindicatos del Frente Popular, además de la FAI y la CNT.
En uno de los primeros juicios fueron condenados a muerte el comandante Rojo y los capitanes, entre ellos Pedro Moíno.
Se les pasó por las armas por rebelión contra la república el 25 de agosto, al día siguiente de dictar la pena.
Su cadáver nunca ha sido innovado, como muchos de los que se fusilaron en esos días, de hecho no fue encontrado.
No deja de ser paradójico que el hombre que portó la bandera tricolor de la república, que después se convirtió en la bandera oficial del régimen, vestido de uniforme y con sus estrellas de teniente, fuera fusilado por ese mismo gobierno de la república.
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