Max y los superhéroes 3w454z

A Max, como a casi todos los niños de su edad, le fascinaban los superhéroes.

Desde muy pequeño esperaba la llegada del carnaval para disfrazarse.

Aunque, bien pensado, no necesitaba ninguna excusa para hacerlo.

Le maravillaban las historias que le contaba el abuelito Pepe.

Aventuras de superhéroes en blanco y negro que rescataban gatitos en peligro.

¡Qué valientes eran! Los amigos de Max compartían con él su entusiasmo por los superhéroes.

A Leo le encantaba Silver Snake, el protagonista del videojuego de su consola.

Martín soñaba en secreto con ser Black Machine algún día.

Y Emma suspiraba por Red Force porque decía que era tan guapo.

Max no podía esperar ni un minuto más para leer la última novedad que llegaba al kiosco.

Todos aquellos superhéroes le parecían magníficos.

Pero, sin duda, tenía uno favorito.

Aunque Martín decía que una chica no podía ser tan fuerte, a Max le importaba cuatro pitos lo que pensara.

Él estaba convencido de que Megapower era diferente a todos los demás superhéroes.

Para empezar, Megapower era increíblemente valiente.

Podía programar computadoras, desactivar bombas y manejar un millón de robots a la vez.

Pero Megapower no solo rescataba gatitos como los superhéroes del abuelito Pepe, sino que además podía dominar a cualquier animal, por muy grande o feroz que fuera.

También poseía una extraordinaria capacidad de ultravisión.

Con sus rayos X era capaz de ver a través de las paredes.

Además, su inteligencia no tenía límite.

Era tan y tan lista que podía descifrar cualquier código oculto, por muy complicado que fuera.

Y tenía una fuerza descomunal.

No le importaba el peligro cuando se trataba de socorrer a alguien.

Por supuesto, Megapower volaba.

Y podía llegar a los parajes más recónditos del planeta.

Y lo mejor de todo era que muchas veces se llevaba a Max con ella para enseñarle todos esos lugares.

¿Que cómo podía ser? Pues porque Max conocía a Megapower.

Aunque, bien pensado, lo mejor de Megapower no era que pudiera desactivar bombas, y manejar un millón de robots a la vez, ni que tuviera rayos X y pudiera verlo todo.

Max, ¿no estarás cogiendo galletas otra vez de la cocina? Bueno, en realidad lo de la ultravisión tampoco era tan chulo.

Lo mejor de Megapower tampoco era que pudiera descifrar cualquier código oculto, por muy complicado que fuera.

Tampoco era que pudiera rescatar gatitos o dominar a los animales.

Ni que socorriera a la gente o se llevara a Max volando a mil sitios.

¡Me había metido en la cama, mami! Lo mejor de Megapower era, sin duda, cuando se ponía su traje de mamá y le daba el beso de buenas noches.

Y en Colorado este cuento se ha terminado.