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Curiosidades de la Historia National Geographic
El vestido en la antigua Grecia: sencillo pero elegante

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21/2/2025 · 07:40
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Curiosidades de la Historia National Geographic

Descripción de El vestido en la antigua Grecia: sencillo pero elegante u1u5m

Las mujeres griegas se vestían con una amplia túnica, de lana o de lino, que se sujetaba por los hombros o se abotonaba. ¿Quieres anunciarte en este podcast? Hazlo con advoices.com/podcast/ivoox/715166 1u434

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Hoy hablaremos del vestido en Grecia.

En la Antigua Grecia no había nada parecido al hábito actual de ir de tiendas para comprar el último modelo.

Se esperaba que la ropa se hiciera en casa y los tipos de vestido, tanto de hombres como de mujeres, eran siempre los mismos.

Sin embargo, eso no significa que el vestido no fuera importante en la cultura helénica.

Al contrario, era un claro indicativo social que marcaba la clase de cada persona.

El vestido debía de poner de manifiesto a primera vista si quien lo llevaba era una mujer casada, una esclava o una prostituta.

Y aunque el estilo del vestido no variaba, los colores vistosos y los pliegues insinuantes eran recursos infalibles para atraer las miradas.

Los dos tipos principales de vestido femenino fueron el peplo y el quitón.

El primero era el dominante en la época arcaica.

Se trataba de una prenda rectangular, habitualmente de lana, que podía llegar a medir hasta 4 metros de ancho por 3 de alto.

Se enrollaba alrededor del cuerpo, doblando la parte superior sobre sí misma, para crear una especie de faldón, llamado apotigma, que caía sobre el pecho y la espalda.

El peplo se sujetaba con dos broches o agujas sobre los hombros, de tal forma que los brazos quedaban al descubierto.

Para ceñirlo al cuerpo y que no se abriera del todo, se usaba un cinturón que dejaba solo una abertura lateral, por la que podía asomar una pierna.

Las mujeres espartanas no utilizaban cinturón y enseñaban las piernas, por lo que los atenienses las llamaban phainomerides, las que enseñan las piernas.

El peplo, prenda cómoda que permitía gran libertad de movimientos, era propio de las poblaciones dóricas de la Grecia continental, incluida Atenas.

En cambio, las comunidades jonias, situadas en la costa mediterránea de la actual Turquía e influidas por los gustos orientales, preferían un atuendo más elaborado, el llamado quitón.

Aunque podía confeccionarse en lana, lo más habitual era que el quitón se elaborase de lino.

Su forma también era rectangular, como en el caso del peplo, pero en vez de agarrarse solo por dos puntos en los hombros, se abotonaba o prendía con varios broches en la parte superior, con lo que se creaba el equivalente a nuestras mangas.

Estas se sujetaban dejando pequeñas aberturas que hacían el efecto de una manga calada.

El quitón se cosía por los laterales, en contraste con la abertura del peplo.

Los finos pliegues caían paralelamente de forma armoniosa sobre el cuerpo, creando un elegante efecto, tal y como vemos en muchas esculturas.

El quitón solía cenirse con dos cinturones, uno bajo el pecho y otro en la cintura.

El primero formaba el kolpos, una especie de lorza o pliegue que podía utilizarse como bolsillo y era muy útil para guardar el dinero o las pertenencias, a vida cuenta de que los griegos no usaban bolsos.

Habitualmente bajo el peplo o el quitón no se llevaba nada, aunque conocemos la existencia del apodesmos, una prenda que podríamos considerar el equivalente a los sujetadores actuales, aunque más sencillo.

Consistía en una banda fina de lino de entre 10 y 20 centímetros de alto que ceñía el pecho.

El uso más habitual del apodesmos era la actividad deportiva, aunque esta estaba bastante restringida en el caso de las mujeres.

El quitón se entendía casi como una prenda de ropa interior que se usaba sobre todo dentro del hogar.

Cuando se salía a la calle había que cubrirse con el himation, una capa de uso tanto femenino como masculino.

De un político ateniense del siglo IV a.C., Foción, y su mujer, se contaba que, dada su pobreza y austeridad, solo tenían un himation que debían compartir, por lo que salían a la calle alternativamente.

Hasta tal punto era versátil esta prenda que también se usaba como manta para la cama.

El himation podía disponerse de diferentes maneras. En el caso de las mujeres existían hasta 12 combinaciones distintas.

En algunos casos dejaba un hombro y un brazo al aire, en otros cubría totalmente la parte superior del tronco, los hombros e incluso la cabeza.

Una mujer con la cabeza cubierta era una mujer casada.

Nada que ver con las túnicas cortas que vestían las esclavas o con los vestidos de gasa, de telas casi transparentes, que permitían identificar a las prostitutas, que también solían llevar un maquillaje más exagerado que el resto de las mujeres.

La moda oriental del quitón llegó a Atenas hacia mediados del siglo VI a.C. y triunfó enseguida entre las mujeres más acomodadas, por su novedad y su asociación con el lujo.

Pero como en la moda todo vuelve, unos años después se recuperó el gusto por el peplo, quizá como una forma de marcar distancias con las costumbres orientales después de las guerras contra el imperio persa.

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