OttoSkorzeny en Madrid z5ut

Iniciamos esta exploración con una fuente muy muy personal, casi unas memorias de juventud.

Es el relato de alguien que conoció a Otto Skorzeny, pero en Madrid, ya en los años 70, o sea, mucho después de sus acciones más conocidas en la Segunda Guerra Mundial.

Y el propósito aquí, que quede claro, no es re-evaluar su figura histórica ni nada de eso. Es, más bien, captar un poco cómo era este personaje en su día a día, en España, a través de los ojos de un adolescente que trabajaba cerca. Es buscar el lado humano, lo inesperado de la situación.

Efectivamente. Y es que Skorzeny, bueno, hay que decirlo, es una figura compleja, muy controvertida.

Se le recuerda sobre todo por operaciones especiales, muy arriesgadas.

Como la de Mussolini, ¿no? Quizá la más famosa.

Exacto, el rescate de Mussolini. Probablemente su acción más legendaria la que dio la vuelta al mundo.

Sí.

¿Y, años después, en un contexto tan normal, el Madrid de los 70? Tan cotidiano.

Eso es. Pues eso es lo que resulta particularmente llamativo, sí.

Y precisamente una de las anécdotas clave que sale de este texto es, bueno, el relato del propio Skorzeny sobre esa operación. La del Gran Sasso.

Que la contara él mismo.

Sí, de forma súper casual, por lo visto. A ver, el escenario. Madrid, pasaje de la Montera. Sobre el año 73, más o menos. El autor del texto es un chaval, tendría 15, 16 años. Trabajaba en un establecimiento allí. Y Skorzeny, que parece ser que tenía oficinas cerca y la gente pensaba que era ingeniero o algo así, pues era cliente habitual.

Y así se conocieron, vamos.

Entiendo.

Y Skorzeny, a veces, pues le contaba la historia del rescate de Mussolini. Pero lo más impactante, con el texto, era el detalle del despegue. Desde la cima del Gran Sasso.

Uff, eso tuvo que ser.

Imagínate, la avioneta, una Storch, súper ligera, pero sobrecargada, con Mussolini, con él, casi sin pista para despegar. Y describe cómo, al llegar al borde de la meseta, esa pequeña, la avioneta pues simplemente cayó al vacío. Unos instantes que debieron ser eternos.

Qué angustia.

Imagínate que el piloto pudiera recuperar el control y empezar a ganar altura. El texto dice, momento aterrador. Que se quedaron sin aliento. Literal.

Y es que es fascinante ese contraste, ¿verdad? Por un lado tienes la imagen histórica, la operación como un golpe maestro, pura audacia militar.

¡Exacto! Y por otro, este recuerdo tan personal, contado años después, quizá mientras se esperaba, no sé, una reparación, de puro pánico, de terror momentáneo.

Totalmente.

Y es que revela una vulnerabilidad, una dimensión muy humana, ¿no? Que la historia, así como ayúsculas, pues a menudo ignora o pasa por alto.

Y hay otra anécdota, esta más… más ligera. Scorseni era altísimo, medía 1,93, de joven.

Casi nada.

Pues bromeaba diciendo que por la mañana medía 1,90, pero que por la noche ya solo 1,88.

¿Ah, sí? El autor pensaba que era por los zapatos o algo, pero Scorseni le decía, con humor, que no, que era porque se le iban asentando las vértebras durante el día.

Bueno… Y resulta que uno de los jefes del autor, que también era muy alto, pues era amigo suyo, por eso igual la confianza.

Claro, más allá de la broma, que es graciosa, quizá sugiere algo más, ¿no? Esa insistencia en lo cotidiano, en el desgaste físico normal, casi como buscando una complicidad en las pequeñas miserias de la edad, ¿sabes? Sí, puede ser.

Podría ser un esfuerzo, consciente o no, por proyectar una imagen de normalidad, de relacionarse a un nivel humano básico, lejos de la figura histórica.

Y aquí llegamos a un punto que a mí me parece crucial.

El autor, el chaval de 15 años, en ese momento no tenía ni la más remota idea de con quién estaba hablando.

Claro, era demasiado joven.

No entendía la relevancia histórica de Scorseni.

Hace años después, al investigar y atar cabos, cuando se dio cuenta y se quedó, según dice él, perplejo.

Lógico.

Es que eso nos lleva directamente a pensar en cómo la significación histórica no es algo que lleves pegado al cuerpo, ¿no? No, claro.

Se construye después, con el conocimiento, con el contexto.

La ignorancia del autor en ese momento es un reflejo perfecto de cómo figuras con pasados tan notorios pueden, bueno, diluirse en la vida normal.

Pasar desapercibidas.

Es una reflexión interesante, sí, sobre cómo funciona la percepción y la memoria.

El autor también cuenta, y esto da un poco de pena, que se hicieron unas fotos.

Con una Polaroid.

Ah, sí.

En la plaza del Carmen estaban él, su jefe y Scorseni.