
Descripción de Capítulo 22. Maniobras en cubierta 2o2742
MANIOBRAS EN CUBIERTA Con el toque de diana, las luces del sollado me cegaron por completo e instintivamente me tapé la cabeza con la manta, para evitar que la luz me diese de lleno en los ojos. Dormía en la litera de arriba y uno de los potentes focos del dormitorio estaba situado casi en la vertical de mi almohada. El sargento de guardia, correa en mano, paseaba entre los somnolientos aprendices, que apuraban hasta el último segundo del robado sueño a toque de silbato y alumbrado a correazos. El más rezagado en abandonar la cama, y para que se acostumbrase a madrugar, solía ser premiado con una noche en los aposentos del Galatea, interrumpida por una guardia de botes o de serviola en el castillo, de dos a cuatro de la madrugada y cambio de litera por coy, en el que se intentaría descansar colgado entre los mamparos del sollado de proa del velero. 623s3j
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Maniobras encubierta con el toque de diana las luces del soñado me llegaron por completo instintivamente meta apela cabeza con la manta para evitar que la luz me diese de lleno en los ojos dormía en la litera de arriba y uno de los potentes focos del dormitorio estaba situado casi en la vertical de mi almohada el sargento de guardia correa en mano paseaba entre los somnoliento se aprendices que jugaban hasta el último segundo del robado sueño a toque de silbato y alumbrado a correazo es el más rezagado en abandonar la cama y para que se acostumbra sea madrugar solía ser premiado con una noche en los aposentos del galatea interrumpida por una guardia de botes o de ser viola en el castillo de dos a cuatro de la madrugada y cambio de litera por hoy en el cual se intentaría descansar colgado entre los amparos del soldado de prueba del velero el aguardiente de la noche anterior me hizo dormir tan profundamente que a pesar de las luces y las voces del suboficial aún no había tomado conciencia ni siquiera en donde estaba sin hacer la cama como era preceptivo me dirigí rápidamente a las duchas para que el agua fría me hiciese recobrar el sentido el intenso frío hizo que por fin pisar tierra firme no quería por ningún momento pensar en posibles castigos o arrestos quería comenzar el día salvando los posibles escollos que el día anterior había dejado atrás mientras caminaba hacia el buque el cielo negro aún intuía una leve claridad que iba difuminados el resplandor de las estrellas que en breves momentos dejarían de ser protagonistas el chocolate con leche en polvo de la factoría de subsistencia es nos esperaba en el rancho eso sí una vez que la dotación del buque había arrancado el soleado y estimado en las batallas los coins que les habían servido de recogimiento y catre durante la noche al bajar al soñado de proa la cubierta de ese lugar estaba limpia y la han paseado sin ningún vestigio que denota que allí habían dormido más de cuarenta personas una vez guiadas las mesas y los bancos de sus anclajes en el techo nos sentamos esperando que el gaitero trajes jesse los cuencos de plástico blanco que servirían de taza y las telas de aluminio que contenían el hirviente y nutriente desayuno con los primeros sorbos la resaca me fue desapareciendo como si en ese momento hubiese despertado de un largo y reparador sueño finalizada la primera comida del día se nos ordenó formar cubierta en la banda de estribor junto a la enfermería todos nos mirábamos con cara de extrañeza sin saber lo que nos esperaba hasta que un brigada sanitario bajito y peli rojo no se ordenó que formas hemos en fila de a uno para ir accediendo al interior del recinto según se bajaba la escala a la derecha se podía haber dos literas metálicas cuyos bordes estaban soldados alma amparo de proa al fondo una camilla y unas estanterías con objetos quirúrgicos y a la izquierda una mesa desde donde con linterna en mano nos esperaba el brigada el recorrido fue muy rápido y sin perder la fila nos íbamos desnudando de cintura para abajo simplemente deseable echándonos el cinturón y dejando caer los pantalones y calzoncillos hasta el empeine dejando nuestros órganos sexuales a la vista del sanitario y de su enfermero al pasar por delante de su mesa el brigada alumbraba con una linterna y con una fina barça de madera rebuscaba entre el vello público escudriñando la posible presencia de ladrillazo alguna que otra sorpresa venérea con la relación de los examinados encima de su mesa mandaba anotar el enfermero el paso de cada uno de nosotros y la valoración de nuestra salud genital pero el cometido no estaba enfocado estrictamente a la sanidad sino que con una cruz en rojo señalaba el nombre de quien no cumplirse correctamente las ordenanzas con respecto a la uniformidad ese día dio la casualidad que mis calzoncillos serán los reglamentarios de color blanco y facilitados por la marina otros muchos compañeros que fatídica mente vestían vistosos calzoncillos de colores esa mañana tuvieron que visitar por la noche el acogedor soñado de pruebas del velero para incorporarse a la guardia nocturna de esa manera se suprime de un plumazo nuestras tendencias vanguardistas en cuanto a la moda de ropa interior la mañana comenzaba sorteando los escollos que hábilmente teníamos que salvar para llegar a buen puerto al finalizar el día nunca se había es donde estaba la zapata esa trampa que cuando menos lo esperaba este pillaba como un conejo asustado con los ojos mirando hacia todos los lados y a cada paso quedabas a media mañana la cocina del velero ofrecida por poco dinero la posibilidad de cambiar el bocadillo reglamentaria por un bollo de pan con un pequeño filete a la plancha recién cocinado era un tentación que uno se podía permitir alguna que otra vez así como la de gustazo de unas exquisitas vía irás rellenas y psicosis minadas por el maestro de cocina que las ofrecía servidas en su concha por el módico precio de cinco pesetas aunque
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