Martes 29 de abril - Mateo 11, 25-30. Has escondido estas cosas a los sabios, y las has revelado a los pequeños 176c24

Has escondido estas cosas a los sabios y las has revelado a los pequeños.

Quiso el Papa San Juan Pablo II que esta santa que celebramos hoy, Santa Catalina de Siena, fuera la patrona de Europa.

Entre muchas virtudes que tuvo esta mujer aparte de ser una gran mística y haber conocido o haber bebido directamente de la esencia de la trinidad del amor de Dios, fue una mujer que amó a la Iglesia, que luchó por la Iglesia y especialmente en un momento en el que el Santo Padre estaba fuera de Roma, en el exilio, no quería volver, ella interviene por un lado con una firmeza grandísima y por otro lado con un cariño y un respeto inmenso.

Ella escribía cartas al Papa pidiéndole, por favor, que volviera a Roma, que ocupara su lugar, que no se dejara llevar por el miedo a las ideologías o a los partidos políticos de aquel momento y es que, fijaos, el Papa San Juan Pablo II tenía mucho interés, como los demás papas por supuesto, que la Iglesia es un misterio que sólo se puede entender desde la dimensión sobrenatural.

Si pensamos en la Iglesia como una asociación internacional, si pensamos en la Iglesia como una especie de ONG que se dedica a hacer el bien y a decir cosas bonitas o cosas buenas o incluso como una institución bien organizada que lleva a cabo el bien, olvidaríamos cuál es la identidad de la Iglesia.

La Iglesia es el pueblo de Dios, el nuevo pueblo de Israel, la Iglesia es el cuerpo místico de Cristo, Él es la cabeza del cuerpo y la Iglesia es el templo del Espíritu Santo.

La Iglesia tiene una dimensión sobrenatural y a veces nos escandalizan que si un cura ha hecho, que si un obispo ha dejado de hacer, que si ahora un conjunto de obispos nos gustan, no nos gustan, hacen, no hacen...

Nosotros no estamos en la Iglesia por razones humanas, estamos en la Iglesia porque Jesucristo amó a su Iglesia, se entregó por ella, nosotros formamos parte de esa Iglesia, la Virgen María forma parte de esa Iglesia, los apóstoles, el mismo Jesús, lo he dicho antes, es la cabeza de la Iglesia.

Cuando Santa Teresa de Jesús va a morir en Alba de Tormes, su última frase fue «Gracias Señor que al fin muero hija de la Iglesia», siempre en comunión con la Iglesia.

Somos cristianos, creyentes, pero además también somos católicos, la única Iglesia que funda Cristo subsiste en la Iglesia Católica, que es la que ha recibido la plenitud de la revelación y a través de los sacramentos nos da la gracia santificante.

Qué bonito es aprender de esta Santa cómo tenemos que amar a nuestra Madre la Iglesia, cómo tenemos que quererla, aunque a veces veamos cosas en ella que no nos gusten, que nos desconcierten, bueno, no tenemos por qué estar de acuerdo en las gestiones y en las estrategias de algunas personas que a veces gobiernan la Iglesia, no pasa nada.

Estamos por la gracia de Dios, estamos por amor de Dios, estamos porque hemos sido llamados a cantar con nuestras manos las alabanzas de Dios, esto es lo que esta Santa practicó, pero sobre todo lo que nos pide después de tantos siglos, que sigamos amando profundamente a nuestra Madre la Iglesia.