
Sábado 24 de mayo – Juan 15, 18-21. No sois del mundo, sino que yo os he escogido sacándoos del mundo. 3i3k24
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Meditación del día 24 de mayo de 2025 Palabra de Vida 5m1m36
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No sois del mundo, sino que yo os he escogido sacándoos del mundo.
Fijaos que la palabra mundo en el lenguaje evangélico tiene una doble dimensión.
Por un lado, el mundo creado, los planetas, el sol, la naturaleza.
Pero después también, cuando Jesús habla del mundo, habla también de la mundanidad, es decir, de esas relaciones humanas interesadas, de mercadeo, de compra-venta, de intereses.
Y eso se llama la mundanidad, lo que es la frivolidad, quedar bien delante de todo el mundo, querer destacar, triunfar, los éxitos.
Jesús dice, vosotros no sois mundanos, no sois del mundo, estáis en medio del mundo, pero yo os he elegido para quitaros de toda esa tontería.
Es que a veces, sin querer, igual que puede haber un microbio en el ambiente y se nos puede meter por respirar, se nos podría meter a todos, empezando por los sacerdotes, pero siguiendo, por supuesto, por todos los señores, esa mundanidad.
Es decir, yo vivo por y para el mundo.
Que me aplaudan, que me pongan monumentos, que me recuerden, que me valoren, que me digan qué bueno eres y que verás eso.
Mira, si es que todo eso, el juicio del mundo, esa mundanidad que es tan absurda, que los que hoy te aplauden, mañana te crucificarán.
Que los que hoy te hacen la ola, generalmente es porque tienen algún interés, mañana cuando no les sirvas lo que ellos quieren de ti, es que te van a ningunear.
Por eso Jesús dice, atención, no seáis mundanos.
¿Y qué es el espíritu del mundo? El espíritu del consumismo, el espíritu del placer, el espíritu del perfeccionismo, del triunfo como sea, el espíritu de estar siempre por encima y tener siempre razón, el espíritu de eso, salirme con la mía.
Y, por supuesto, el espíritu del placer, el relativismo moral, yo soy yo, a mi manera, y yo soy tan original y tan especial.
Y se nos puede meter, repito, a todos una terrible mundanidad.
Le damos un poquito de maquillaje de cristiano, pero voy a misa y me confieso y rezo un poquito, y con eso ya me creo que soy la santa del monte bendito.
A lo mejor porque te rezas un rosario y vas a misa, y a lo mejor después, cuando termina tu rosario y tu misa, estás comportándote exactamente igual que se comportan aquellos que no conocen a Cristo, y piensas exactamente igual que los que piensan aquellos que no conocen a Cristo.
Todos tenemos de vez en cuando que examinarnos acerca de nuestra mundanidad.
Si se nos han metido de tal manera, nos hemos intoxicado de tal manera de esos antivalores del mundo, que ya al final es que no nos distinguimos por dentro ni por fuera.
Nosotros vivimos de la trascendencia.
Creemos que la cruz es la salvación del mundo.
Nosotros creemos en la fidelidad, en la perseverancia y en la serie de realidades que son los principios que gobiernan nuestra vida y que no están de acuerdo con el mundo. El mundo los aborrece.
Y por eso le pedimos a Jesús, con motivo de esta palabra de vida, que salgamos del mundo, en el sentido que no seamos mundanos.
Que estemos ahí, sí, pero sin dejarnos intoxicar por sus antivalores.
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