Domingo 18 de mayo – Juan 13, 31-33a. 34-35. Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros como yo os he 14254k

Os doy un mandamiento nuevo, que os améis unos a otros como yo os he amado.

Qué impresionante que al final Jesús resume todo en un mandamiento, que os améis, que os cuidéis, que os queréis, porque si nos cuidamos unos a otros, pues evidentemente estamos haciendo lo que Dios hace con nosotros, que es querernos y cuidarnos.

Podría haber dicho, os doy un mandamiento que vayáis a misa todos los domingos, os doy un mandamiento que nunca digáis mentiras, porque todo eso está incluido en el amor.

Ahora, ese amarnos unos a otros no es de cualquier modo, es amarnos como Él nos ha amado, es amarnos desde el don del Espíritu Santo y es amarnos con las cualidades del amor de Cristo.

Hoy todo el mundo habla de amor, hablo a mí, amo a mi equipo de fútbol, amo a mi casa, amo a mi perrito, amo a mi trabajo, y bueno, sí, sí, habrá muchos amores, pero el amor como una entrega total de la vida, gratuita y desinteresada, solo puede suceder en una dimensión personal, y el amor es completo, es perfecto y es auténtico si imitamos los rasgos del amor de Cristo, que son fundamentalmente, si le damos al crucificado, son fundamentalmente cuatro.

Uno, amar y respetar, dejar que el otro sea distinto, que no sea como yo, y aun así seguirle queriendo sin imponerle cómo tiene que ser para quererle.

A veces no sabemos amar, porque queremos que los demás sean como nos gusta, y si no, no les queremos.

La segunda cualidad del amor es la capacidad de escuchar y de comprender.

Dios que es el gran escuchador, porque nos escucha y nos conoce, nos comprende, y porque nos comprende, nos puede amar.

Y esa es como la segunda característica fundamental del amor cristiano.

En tercer lugar, por supuesto, el amor de Cristo es un amor perdonador.

Sabe que nos equivocamos, y amar a alguien es estar dispuesto a perdonarle.

Es no exigirle la perfección, que todo lo haga siempre bien, es permitirle que tenga errores, fallos, incluso aunque nos duelan a nosotros.

Si no sabemos perdonar, es que no sabemos amar.

Y por último, amar es estar dispuesto a subir a la cruz por la persona amada.

Es decir, amar es estar dispuesto a dar la vida, y a llorar, y a penar, y a renunciar a uno mismo, es decir, a sacrificarse por la persona amada.

Porque si tú no estás dispuesto a atravesar el túnel del dolor por quien amas, en definitiva, no quieres a nadie, te quieres a ti mismo, te antepones a ti, tu bienestar, a todos los demás.

Sólo cuando se dan esas cuatro notas que se dan en Jesucristo, crucificado y resucitado, es cuando podrás decir que estás amando con el amor de Cristo.

Por eso, qué bonito es que Jesús nos invite a meditar hoy este mandamiento nuevo.

Siempre estaba mandado amar, sí, amarás al Señor tu Dios, y al próximo como a ti mismo, pero ahora es de un modo nuevo, con el Espíritu Santo, con el amor de Cristo, sabiendo que Él nos regala esa capacidad de amar por el don del bautismo y por el don de los sacramentos.