
Sábado 31 de mayo – Lucas 1, 39-56. ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? 1w2f
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Meditación del día 31 de mayo de 2025 Palabra de Vida 2i1u56
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¿Quién soy yo para que me visite la Madre de mi Señor? Hoy la Iglesia nos invita en este sábado a celebrar la fiesta de la visitación de María a su prima Isabel.
Qué bonito porque María en cuanto se llena de Dios, en cuanto concibe por obra y gracia del Espíritu Santo, como ha oído en el anuncio del ángel que su pariente Isabel está de seis meses, dice, hay que ayudarla, ¿está claro? Pues una mujer que además no quiso dar a conocer la gracia que Dios le había hecho, estaba sola y dice, pues yo la puedo ayudar.
Y es que fijaos, la evidencia de que Dios está con nosotros es que el Espíritu suscita un deseo de servir, un deseo de hacer el bien a los demás, un deseo de entregar nuestra vida, nuestro tiempo, nuestras cualidades, nuestras facultades.
A esas personas que están siete horas rezando y todo el día en la Iglesia y luego a lo mejor pues no son capaces de mover un dedo por nadie, solo hacen lo que les interesa según sus planes y no les pidas ningún favor especial porque te van a decir, no, no, no, te van a poner mal la cara.
Dices pues chico, pues yo no sé con qué Dios has estado, has estado porque el Padre no es Él mismo que se muestra en el Evangelio.
María se pone a servir.
Ella había dicho soy la esclava del Señor y porque dijo soy la esclava del Señor, soy la esclava de los que el Señor ama.
¿Y a quién ama preferentemente Dios? A todas las personas que tienen necesidades, a todas las personas que no se valen por sí mismas, a todas las personas que son débiles, a todas las personas que necesitan que las sostengan un tiempo, un apoyo, una ayuda.
Y por eso qué bonito es que tengamos ganas de mirar a nuestro alrededor y decir, señor, quién podría necesitarme.
No a quién voy a jugar, con quién voy a jugar a ser bueno.
Hay mucha gente que juega a ser bueno, hoy voy a hacer un voluntariado pero el día que más me conviene, el momento que más me conviene y el rato que más me conviene.
Eso es jugar a ser bueno y no se juega a eso.
Lo que tú quieres servir, servir duele, servir cuesta, servir significa renunciar.
María se puede haber quedado tranquilamente en Nazaret, puesto que iba a ser la madre del verbo de Dios, la madre del Mesías, y bueno, con lo que tengo que hacer.
Se olvida de todos sus planes y dice, hay alguien que me necesita y si Dios me ha dado a conocer esa realidad y ha tocado mi corazón contándome que Isabel está así, es porque yo tengo que estar ahí.
Hablábamos hace unos días de cuál es nuestro sitio en la vida y hablábamos de que Cristo es nuestro sitio en la vida, pero nuestro sitio también es servir.
Hemos sido llamados a la vida para regalarla, hemos sido llamados a la vida para que nuestra vida sea ocasión de bendición para los demás y qué mejor modo que estar a disposición.
No de aquellos que se quieren aprovechar de ti, no me refiero a eso, siempre habrá personas caraduras que como eres tan servicial se aprovecharán de ti, no.
No de quien quiere utilizarte, sino de quien te necesita de verdad, que es muy distinto aquellos que me usan de aquellos que me necesitan.
Y no tengas miedo de salir al encuentro, no tengas miedo como María de hacer esa aventura de salir, encontrarse con María, visitarla, atenderla en sus necesidades.
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