
Descripción de 1.8 Envejecimiento 3p4d4w
El tiempo pasa para todos y hay signos que pueden verse no necesariamente con una edad avanzada. Te cuento qué cambios se pueden ver en los pies con el paso del tiempo y te doy mis recomendaciones personales. s25w
Este contenido se genera a partir de la locución del audio por lo que puede contener errores.
Hola, ¿qué tal? Muy buenas a todos y bienvenidos al episodio número 8 de Con Buen Pie.
El tema de hoy es un tema delicado porque, bueno, ¿a quién no le da pena el paso del tiempo? ¿A quién no le gustaría estar siempre joven, que el cuerpo no cambiase, que no salieran las arrugas, que no nos salieran canas o se nos cayera el pelo y tantos y tantos, etcétera? Pero bueno, todos sabemos que no es así y por eso hoy vamos a hablar del envejecimiento, de cómo envejecen nuestros pies, nuestras uñas, tendones, ligamentos, etcétera.
Porque es verdad que tenemos interiorizado que junto al envejecimiento vienen las arrugas y las canas, pero hay muchas otras partes del cuerpo que también cambian que a lo mejor no sabemos de qué manera o no las asociamos a que son cosa del paso del tiempo.
Mirad, lo que veo es que cuando hablamos de envejecimiento o de cosas que nos van saliendo, según decimos, entre comillas, por la edad, se da por hecho de que pasa a una edad avanzada y no siempre es así.
Partimos de la base de que el propio cuerpo cambia año tras año.
Quizás con los adultos es más difícil de ver, pero fijémonos en un bebé, ¿no? ¿Cuánto es capaz de cambiar un bebé en un año? Entonces, aunque luego los ritmos son diferentes, es algo que no para.
Un ejemplo, tanto que os hablo y os doy la tabarra de los estudios de pisada.
Si hiciésemos un estudio de pisada a la misma persona todos los años, veríamos gráficos diferentes, porque hay un cambio en la pisada y en el pie.
Y por eso hay que conocer qué cosas le pueden pasar a nuestros pies y qué cambios pueden sufrir.
Y de esa manera prepararnos y no asustarnos cada vez que veamos alguno de los siguientes ejemplos.
Voy a empezar con los cambios que se pueden observar a nivel de piel.
La piel se vuelve más fina y menos elástica.
Aquí puedo poner el ejemplo de las metatarsalgias, que son esos dolores, una inflamación de las cabezas metatarsales en la parte de debajo de los dedos, que de un día para otro se acentúa.
Y es que resulta que aquí en esta zona solemos tener una almohadilla grasa que nos amortigua y nos protege cuando pisamos.
Pero esa grasita se va adelgazando, se va haciendo más fina y pierde las propiedades de amortiguación, lo que hace que el pie no esté protegido y, como estaba antes bien amortiguado, ahora ya no está y por tanto aparece ese dolor.
Y pasa exactamente igual en el talón.
De ahí que haya más posibilidad de tener espolones y fastitis.
Punto del que ya os hablé en el podcast anterior y que si aún no lo habéis escuchado, pues os invito a que lo hagáis.
En este caso, pues valoraría un cambio de calzado por uno que tenga algo más de amortiguación para sustituir esa protección que hemos perdido o de igual manera unas plantillas para sustituir lo que ya no tenemos.
La piel, por otra parte, pues también se vuelve más seca y dejan de hacernos muchas veces efecto las cremas hidratantes que nos aplicamos.
Y además pueden llegar a salir esas grietas por culpa de esa sequedad y son heridas muy dolorosas.
Quien las ha tenido sabe lo que es.
Utilizar crema hidratante potenciando la urea para tratar directamente la sequedad pues sería en este caso lo más indicado.
¿Qué les pasa a los tendones y a los ligamentos? Pues aquí los tendones pierden contenido de agua, lo que les hace más frágiles y propensos a rupturas y también disminuye la capacidad de estirarse.
Entonces aquí es cuando nos vienen a la cabeza los famosos dedos en garra, por ejemplo, debido a esa retracción tanto muscular como tendinosa que la mayoría de veces está provocada por no haber cuidado el tipo de zapato que nos hemos puesto toda la vida.
De hecho, se ven más casos de dedos en garra en gente que ha utilizado zapatos de talla pequeña o con tacones y puntas estrechas que la gente que no lo ha hecho.
Entonces en este caso la solución que yo os aconsejo va a depender de la edad porque si aún somos jóvenes pues aún estamos a tiempo de hacer un cambio de calzado.
Pasamos ahora a los cambios en las uñas, las pobres uñas porque son súper sensibles a cualquier cosa, que si un calzado más estrecho, que si un día de senderismo, que si un pisotón, que si he hecho un maratón...
Todas estas cosas y las que me dejo por el camino, junto evidentemente con la genética, hacen que las uñas no crezcan como nos gustaría.
Pero esto da para un episodio entero, así que para haceros un resumen digamos que tienden a hacerse más quebradizas, más gruesas, curvas y oscuras.
Pero no siempre tenemos todos los signos a la vez, a veces solo tenemos uno o a veces los tenemos todos.
Y con esto quiero acercarme un poco a la genética.
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