09Qué puedo y no puedo comer durante el embarazo 20714p

Cuando una mujer se entera de que está embarazada, algo cambia. Cambia su manera de mirar el mundo, cambia su forma de cuidarse, cambia la manera en que se alimenta. De repente, cada decisión que antes parecía pequeña, adquiere una nueva dimensión. Comer ya no es solo nutrirse para una misma, sino también para ese pequeño ser que comienza a crecer dentro.

Y por eso, una de las primeras preguntas que muchas embarazadas se hacen con lógica y preocupación es ¿Qué puedo comer y qué no? ¿Qué alimentos son seguros y cuáles son mejor evitar? En esta etapa de la vida, la alimentación no tiene que ser un campo de minas, pero sí es cierto que hay que prestar atención.

No se trata de generar miedo ni de andar contando calorías o prohibiciones con lupa. Se trata de cuidarse, de estar informadas, de comer con conciencia y con cariño. Porque cuando una mujer embarazada sabe qué alimentos evitar y por qué, se empodera, tiene el control, y eso se nota en su salud y sobre todo en la salud de su bebé.

Durante el embarazo, el sistema inmunológico de la mujer cambia, se vuelve más sensible, también lo es el feto, que aún no ha desarrollado defensas propias. Esto significa que ciertos microorganismos o sustancias que quizás no harían daño a una persona adulta sana, pueden tener efectos peligrosos en una embarazada o en su bebé en desarrollo. Por eso es tan importante saber qué alimentos pueden ser perjudiciales y aprender a evitarlos o prepararlos correctamente. Uno de los primeros alimentos que conviene revisar son ciertos tipos de pescado.

El pescado en general es una excelente fuente de nutrientes. Aporta proteínas de alta calidad, ácidos grasos omega 3 y yodo, entre otras cosas, muy beneficiosas para el desarrollo cerebral del bebé. Pero hay algunos pescados, especialmente los más grandes y depredadores, que acumulan altos niveles de mercurio. Este metal pesado puede afectar al sistema nervioso del feto y por eso se recomienda evitar peces como el pez espada, el tiburón, el lucio o el atún rojo.

Eso no significa que haya que eliminar todo el atún. El de lata, por ejemplo, tiene un contenido mucho más bajo en mercurio y si se toma con moderación una o dos veces por semana, no representa un problema. Pero en general, cuanto más grande es el pez, más mercurio acumula. Así que en estos meses mejor elegir peces más pequeños como la merluza, el salmón, las sardinas o el bacalao. El huevo es otro alimento muy nutritivo y muy recomendable durante el embarazo, pero con una condición importante, debe estar bien cocinado.

El huevo crudo o poco hecho puede contener salmonella, una bacteria que puede provocar una intoxicación alimentaria bastante desagradable. Para una persona sana puede suponer unos días malos con fiebre, diarrea o vómitos, pero para una embarazada la cosa puede complicarse más. Así que durante el embarazo fuera los huevos con la yema líquida, las tortillas poco cuajadas, la mayonesa casera, las muses y los postres que lleven huevo crudo.

En fin, que la solución es fácil, cocinar bien los huevos hasta que estén completamente cuajados y elegir productos elaborados con huevo pasteurizado, como las mayonesas industriales. La carne también requiere atención, no porque sea mala, de hecho aporta hierro y proteínas esenciales, sino porque si está cruda o poco hecha puede ser una vía de contagio de la toxoplasmosis.

Este es un parásito que no suele dar problemas en adultos, pero que en una embarazada sin inmunidad previa puede atravesar la placenta y causar daño al feto. Por eso, si no se ha pasado la toxoplasmosis antes del embarazo, algo que se sabe con un simple análisis, hay que extremar las precauciones. Esto incluye evitar carnes poco hechas, embutidos curados como el jamón serrano o el chorizo si no han sido previamente congelados, y platos con carne cruda como el steak tartare o el chorizo.