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LA VOZ QUE FUE UN SUSPIRO-27 Dónde nos equivocamos, en cuantos de los inviernos? ¿Cuándo se nos cerró el cielo para no dejarnos ver subir de los infiernos tanto mal y tanto odio desde el fondo del averno? Hemos criado silencios, olvidos de la memoria, se han guardado por no ver las alimañas ocultas con la imagen de congéneres, esa forma que adquirieron en los vientres de mujeres demoniacas, escondiendo la luz en cementerios, bajo tierras del oscuro, del maligno que se ha valido de ellas para llegar a este mundo e infectarnos de maldad. Ya serian destruidos hace tiempo en Sodoma y la Gomorra después de haber querido gozar destruyendo la belleza de la gran divinidad, trayéndose sobre sí la destrucción en sus cuerpos, en las almas de aquella generación. Pero el mal se regenera cuando el amor se les muere a quien deja y abre puertas, entrar la oscuridad en la suya, envenenándolo todo, la verdad, las esperanzas, la palabra, la razón, la libertad de escoger el camino hacia los dioses, aun cada cual con su dios. La lluvia, el tiempo, lo limpia todo, el azufre tiene ese olor que a unos Les sirve de huida, a otros los enardece, los humilla, los convence atrayéndolos al fuego de sus propios intereses. La humanidad es tan fuerte que ha podido con demonios disfrazados de mil formas, con traidores, con próceres mentirosos, con gobernantes ansiosos de la sangre de su pueblo, de infelices bajo palio, falsos libros ninguno escrito por dioses, y ocultados bajo paginas donde hacen imposible descubrir ¿Dónde sus claves? ¿Dónde el resorte que abra la felicidad tan solo de la humanidad completa?, mas, la felicidad creen algunos que no debe compartirse, siempre ha habido alacranes que se comen entre ellos creyendo que alimenta el veneno que segregan y más tarde les revienta en la puerta de sus fauces. ¿Dónde nos equivocamos cuando creamos al hombre? no fue un barro de la tierra la formación de esa vida sino estiércol del demonio y la escoria del averno con orines de serpientes con vómitos del infierno. Voy a lanzar un nuevo fuego que sean purificados y que separe de nuevo el mal de lo que creamos al principio de los tiempos. Chema Muñoz© 5d2a31
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La voz que fue un suspiro veintisiete, por Chema Muñoz.
¿Dónde nos equivocamos? ¿En cuántos de los inviernos? ¿Cuándo se nos cerró el cielo para no dejarnos ver subir desde los infiernos tanto mal, tanto odio, desde el fondo del averno? Hemos criado silencio, olvidos de la memoria se han guardado por no ver las alimañas ocultas con la imagen de congéneres.
Esa forma que adquirieron en los vientres de mujeres demoníacas escondiendo la luz en cementerios bajo tierras del oscuro.
Del maligno que se ha valido de ellas para llegar a este mundo e infectarnos de maldad.
Ya serían destruidos hace tiempo en Sodoma y Gomorra después de haber querido gozar destruyendo la belleza de la gran divinidad trayéndose sobre sí.
La destrucción en sus cuerpos, en las almas de aquella generación.
Pero el mal se regenera cuando el amor se les muere a quien deja y abre puertas.
Entrar, la oscuridad en la suya, envenenándolo todo.
La verdad, las esperanzas, la palabra, la razón, la libertad de escoger el camino hacia los dioses, a un cada cual con su dios.
La lluvia, el tiempo, lo limpia todo.
La azufre tiene ese olor que a unos les sirve de huida, a otros los enardece, a otros los humilla, los convence atrayéndolos al fuego de sus propios intereses.
La humanidad es tan fuerte que ha podido con demonios disfrazados de mil formas, con traidores, con próceres mentirosos, con jornantes ansiosos de la sangre de su pueblo, de infelices bajo palio falsos libros.
Ninguno ha escrito por dioses y ocultado bajo páginas donde hacen imposible descubrir dónde sus claves, dónde el resorte que abra la felicidad tan sólo de la humanidad completa, la felicidad.
Creen algunos que no debe compartirse.
Siempre ha habido alacranes que se comen entre ellos, creyendo que alimenta el veneno que segregan y más tarde les revienta en la puerta de sus fauces.
¿Dónde nos equivocamos cuando creamos al hombre? No fue un barro de la tierra la formación de esa vida, sino estiércol del demonio y la escoria del averno con orines de serpiente, con vómitos del infierno.
Voy a lanzar un nuevo fuego, que sean purificados y que separe de nuevo el mal de lo que creamos al principio de los tiempos.
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