
Descripción de EN EL SILENCIO DEL VOLCÁN 21 5t3o34
EN EL SILENCIO DEL VOLCÁN 21 Yo comulgo con él, imposible, agreste helado, es como el corazón de un enamorado impertérrito, ardiente, pura lava, bendito por los besos y el deseo de ser diana de un cupido blasfemo para su flecha tímida, certera, que se lleva tardía como fruta en su boca, por eso me encadena esa nube diadema que redondea en lo alto como collar de perlas, gusano que recome poco a poco su escarcha con el rayo del sol que amanece allá lejos. Siento la bocanada del interior de su alma, se vierte su fatiga durmiéndose en el valle, sembrándola a la aurora como capa de seda, volándole en la niebla un verde terciopelo. En su frente la umbría nos da esperanza, su estepa en lo más alto, y al fin de la ladera recorrerle los pies de un pálido azulado que le cantan los vientos sembrándose oraciones, altares de alabanzas. Mas allá de horizontes la mar está celosa, ella es llama de hoguera de fondos abisales, él es la primavera, aunque la nieve roce de vez en cuando el cielo y sus ojos se duerman con la nana de dioses. Chema Muñoz© 4i5wt
Este contenido se genera a partir de la locución del audio por lo que puede contener errores.
En el silencio del volcán veintiuno, por Chema Muñoz, yo comulgo con él.
Imposible, agreste, helado, es como el corazón de un enamorado impertérrito, ardiente, pura lava.
Bendito por los besos y el deseo de ser diana de un cupido blasfemo, para su flecha tímida, certera, que se lleva tardía como fruta en su boca.
Por eso me encadena esa nube diadema que redondea en lo alto, como collar de perlas, gusano, que recome poco a poco su escarcha con el rayo del sol que amanece allá lejos.
Siento la bocanada del interior de su alma.
Se vierte su fatiga durmiéndose en el valle, sembrándole a la aurora como capa de seda, volándole en la niebla un verde terciopelo.
En su frente la umbría nos da esperanza, su estepa en lo más alto, y al fin de la ladera recorrerle los pies de un pálido azulado, que le cantan los vientos sembrándose oraciones, altares de albanzas más allá de horizontes.
La mar está celosa.
Ella es diama de hogueras, de fondos abisales.
Él es la primavera, aunque la nieve roce de vez en cuando el cielo, y sus ojos se duerman con la nana de dioses.
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