
Las Palabras Perdidas Supersticiones Populares Andaluzas. 6h1f5j
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Hoy María Luisa Reyes ha optado por traernos a su espacio Las Palabras Perdidas el libro Supersticiones Populares Andaluzas, con el que hemos disfrutado de algunas de esas supersticiones que nos han evocado tiempos pasados y otras que aún permanecen en la actualidad. 515q5e
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Entre las doce y la una de la noche suceden todas las cosas malas, y es muy malo el pensar cuando se oye la luna de la noche que es sola, porque muere la persona que lo diga.
Entre las doce y la una anda la mala fortuna, y entre la una y las dos anda la madre de Dios.
Sucedido, cuento.
Había una costurera joven y muy bonita que se quedaba velando sola todas las noches para concluir la prenda que cosía.
Una de estas, al oír la una, dijo que sola va.
Lo repitió otras dos noches, y a la tercera le respondió una voz misteriosa.
Mañana irá más a acompañar, y en efecto, a la siguiente noche murió la costurera al dar la una.
Buenos días, María Luisa Reyes, en el programa del libro Las palabras perdidas, yo traigo un libro de Alejandro Gichot, que se llama Supersticiones populares andaluzas.
Está también sacado de la Biblioteca Pública de aquí, de Grazalema, que tiene auténticas joyas.
Bueno, pues va de supersticiones.
El autor nació en 1859, murió en 1941, conocido porque era un intelectual, fue antropólogo, no sé si la fundó, pero fue miembro de la Sociedad del Folclore, que se instituyó en 1879, y participó también en el movimiento andalucista, en política, fue presidente de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir, y tiene varias obras que recogen costumbre de carácter folclórico.
Y este, en concreto, se publicó en 1894, dentro de la Biblioteca de las Traducciones Populares, que publicó 11 volúmenes, y uno de ellos fue este.
También tenemos a Luis Montoto, con las costumbres populares andaluzas, que lo traeré también otro día, porque está también en la Biblioteca Pública.
Así que vamos a hablar de supersticiones.
En un prólogo que hace muy bueno, en esta edición que yo tengo, que es de 1996, de Ramón Rey, pues nos van a hablar de lo que son las supersticiones.
Nos dice que, bueno, todos sabemos lo que es una superstición, y nos dice Alejandro Guichot que la religión, igual que la ciencia, ha destruido muchas supersticiones, pero este término de superstición ya se puede rastrear entre las culturas griegas y romanas, y aquí, para lo que nos interesa, bueno, lo que le interesaba al autor era la cultura andaluza, y hay que partir de las interpretaciones que hace el cristianismo.
Al principio, la superstición, el pensar que algo iba a suceder si sucedía otra cosa, y que lo englobaban dentro de lo que era lo mágico, lo sobrenatural, o incluso lo cotidiano, como se identificaba más bien con una religión pagana e idólatra, y se van a considerar supersticiosas todas aquellas creencias y prácticas supervivientes de los tiempos del paganismo, incluidas la magia, la adivinación, la astrología y ciertas prácticas curativas.
La superstición, como lo dice este autor, es producto de una ignorancia enorme y de una ardiente imaginación. Y también, yo también diría que es de lo cotidiano, ¿no? El pueblo está sometido a estas supersticiones, vive con ellas, se educa con ellas y las transmite de padre a hijo, y todas las clases, ¿no? Y es verdad que aparece mezclada con lo sobrenatural y fantástico.
Este librito trae, pues voy a decir ahora mismo, todas son de Andalucía, pero de aquella época, pero muchas se han mantenido, pues trae 315 supersticiones, ¿no? Como estamos cerca de la Semana Santa, voy a leer algunas que están derivadas de conceptos como el de la magia, o que hacen referencia al diablo, a la muerte, bueno, todas estas son las que tratan en el libro, al dinero, los sueños, la suerte y desgracia, ánima del purgatorio, santos, vírgenes, novios, pecado, cabello, uñas, curanderismo, embarazo, parto, muchísimas, ¿no? Y ya digo, voy a leer primero algunas relacionadas con la religiosidad popular, ¿no? Por ejemplo, respecto al diablo, ¿no? Que existe una repulsión evidente de este símbolo religioso.
Vamos a ver tres, dice, tantas veces como se nombra al diablo en la vida, las mismas aparecen en la hora de la muerte. Otra, cuando una persona invoca al diablo, las que le escuchan deben decir tres veces Jesús aquí, para evitar que se presente aquel. Cuando se bosteza, debe hacerse la señal de la cruz sobre los labios para que no entre el demonio. Mi abuela, que nació en 1903, hacía esto. Yo recuerdo que cuando bostezaba, pues se hacía la señal de la cruz y decía, no, es para que no entre
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