María Ribes, "Si Dios pilota ¿qué miedo voy a tener?" 452p12

Me llamo María, tengo 23 años y soy de Madrid.

Nací en una familia cristiana y soy la sexta de nueve hermanos.

Estudié enfermería en Madrid y luego me vine a Pamplona a hacer una especialidad, un año, aquí en la clínica de Navarra.

Pues la verdad es que en mi familia la fe ha tenido mucha fuerza siempre y nos han inculcado muchísimo.

La verdad es que yo siento que el Señor nos ha cuidado un montón a todos, especialmente también a mí, porque el ambiente que hemos tenido siempre desde pequeños ha sido un ambiente muy cuidado y yo soy con mucha fe.

Entonces, ¿la fe más en serio? Pues la verdad es que a medida que he ido creciendo me iba dando cuenta de que yo podía hacer muchísimas cosas y además los límites en realidad eran pocos, pero eso no me llenaba y no me llenaba y no me llenaba y al final iba buscando más cosas y más cosas y al final...

O sea, también el Señor te pone ese deseo dentro de buscarle más a Él.

En la Semana Santa del año pasado, de 2018, fui a una pascua en unas monjas en Yesucomunio y entonces es verdad que yo llegué a esa pascua agotada por lo que he contado antes.

Al final haces muchas cosas, muchísimas cosas y no estás llena.

Algo te falta, algo te falta, pero tampoco sabes en qué ir.

Yo había estado meses anteriores corriendo, solo corría, con ninguna meta.

Corría muchísimo, diez kilómetros todos los días, de lunes a viernes, domingos y vamos, fiestas de guardar.

Entonces me dio por el deporte y luego también estudiar un montón.

Entonces empecé a sacar súper buenas notas en la carrera y eso, o sea, aunque la gente me decía ¡Jo, qué bien, que estarás contenta! Sí, no lo niego, estaba contenta, me gustaba además la carrera, pero es verdad que estaba vacía.

Entonces al final, una matrícula de honor, ¿qué? Nada, cuando además, todo lo que supone de fondo, pues eso te vas a encerrar a estudiar y solo estudias, haces deporte, ves a tus amigas, por supuesto, las redes sociales también, todo el día.

O sea, era como si paras un momento, abres Instagram, o te pones Netflix o lo que sea, y eso te deja un vacío impresionante.

O sea, era hacer, hacer, hacer, ocupar el día de ese tipo de actividades.

Entonces fui a esa pascua, porque tengo una amiga que está allí dentro del cole, y entonces esa pascua la verdad es que lo cambió todo.

O sea, bueno, yo al ver a las hermanas, vi una plenitud que, o sea, reconocí que eso era lo que yo estaba buscando y llevaba tanto tiempo buscando y además esperaba encontrar en las cosas que hacía, o sea, en llenar mi día de mil cosas, que al final es una manera también de ir como cubriendo los huecos y así, ¿no? No te das cuenta de que en realidad no tienes lo único necesario.

Entonces, eso, yo les vi y reconocí como esa plenitud, pero bueno, pensé, no, no, para mí no.

Tú vas a terminar enfermería, estaba a punto de terminar, y nada, pues serás enfermera y ya está.

O sea, tú vuelves a tu vida anterior y punto.

Entonces ahí fue cuando empezó todo un poco, de fondo, a resonar en mi cabeza, la verdad.

Entonces nada, terminé la carrera, empecé a hacerme ahí como mi vida, ¿no? Ah, vale, pues nada, ¿a mí me ayuda un sacerdote? Pues nada, un sacerdote.

¿A mí me ayuda, yo qué sé, no ir a medios de formación al Opus Dei? Pues voy a medios de formación al Opus Dei y ya está, y nada malo, en realidad.

Nada malo, todo súper bueno.

Pero claro, yo tenía eso ahí de fondo y seguía haciendo mil cosas.

Entonces ya llegó un punto en el que, bueno, eso no se acalla, gracias a Dios también.

O sea, eso seguía ahí de fondo, de fondo, de fondo.

Como tú has visto una plenitud, ¿no? Que en realidad lo anhelas.

No sabes ponerle palabras, ¿no? Yo no sabía nada, es que no tenía ni idea.

De hecho, o sea, en mi familia tampoco hay, o sea, no hemos tenido o tal cual directo con personas religiosas, ni nada. Entonces, en realidad, pues es que el Señor te coge y te ha creado para algo y te desea para algo y te pone ese deseo en el corazón y hace que vayas adelante con ello.

Entonces, bueno.