
María del Himalaya, una historia de amor de la misericordia de Dios 3h71l
Descripción de María del Himalaya, una historia de amor de la misericordia de Dios 2z711e
De practicar abortos, a defender la cultura de la vida. De querer suicidarse para acabar con el sinsentido y el sufrimiento de su vida, a recuperar la paz y la alegría para siempre. Una historia de amor en la que se palpa la misericordia infinita de Dios. Estamos seguros de que su testimonio no te dejará indiferente. 6h545j
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Amaya y Amaya más o menos era esto. Era una mujer mundana, era del mundo, con aspiraciones del mundo y que caminaba por los caminos del mundo. Es decir, quería pertenecer al grupo del mundo que vive de espaldas a Dios. Entonces, Amaya era una mujer que vivía de espaldas a Dios. Con conciencia clara de que Dios no existía, me definí como atea, anticlerical, con un rechazo profundo y sincero a la Iglesia Católica y a todo lo que saliera de la Iglesia Católica. Con un rechazo especial a dos personajes, a Santa Madre Teresa de Calcuta y a San Juan Pablo II.
Y a favor del aborto, como un derecho, una libertad y una justicia feminista, porque consideraba que era el momento de que la mujer recuperara otra vez la figura principal, el papel de protagonista que se merecía y que creía que la cultura, la sociedad y la Iglesia le había robado a la mujer. Estaba a favor de la eutanasia, por supuesto, como una muerte digna. Estaba a favor del divorcio porque creía que el amor efectivamente se acababa, el amor humano se acababa, pero no creía que hubiera que sufrir. No tenía el concepto de amor como sufrimiento o como lucha, por lo tanto, para mí el matrimonio, entendido como también lo entiende el mundo, no es una cuestión de lucha de dos, de batalla, de renuncia al egoísmo, al yo, al uno mismo, para darte donación completa al otro y el otro a ti.
No creía que había siquiera un esposo o una esposa que Dios mismo había elegido en toda la eternidad para ti, para acompañarte. Por supuesto que no creía en la santidad, pero sí creía en la gente buena, pero es verdad que creía que lo que yo hacía, lo que yo apoyaba y en lo que me basaba era bueno, con conciencia buena, que ahora también lo vemos. Y creía que la felicidad venía no tanto de obtener cosas, porque nunca fue ese principalmente mi objetivo al principio, porque cuando ya vas caminando ahí, en los caminos del mundo, ellos te van diciendo lo que sí que necesitas para ser exitosa, valiente, una mujer de este tiempo, una líder, feliz.
Entonces dije, bueno, pues si mi Dios, que ahora es el mundo, dice esto para que yo sea feliz, tengo que ir a por ello. Y fui a por ello. Así que lo tuve todo, el éxito, la fama, la popularidad, vamos a decir así, dentro de incluso mi profesión. Él tenía un nombre, una reputación como fisioterapeuta y llegó un momento incluso en el que lo tuve todo también a nivel material. Tuve un esposo, me casé con él y aparentemente tenía la vida perfecta e idílica que dice el mundo que cuando se tiene, pues se ha obtenido la cima de las montañas, esas que a mí me encantaban y que adoraba.
Pero no allí la felicidad y tampoco la paz. Yo estudié en el colegio de las Salesianas, soy salesiana y allí por circunstancias aprendí a odiar a las monjas. Empieza en realidad mi primera herida contra lo que representaba a ese supuesto Dios. Era una niña piazosa de pequeña, sí, sí que lo era. Y crecí en una familia aparentemente de fe, es decir, de esa fe que heredan de sus padres, mis abuelos. Mi abuela era de Rosario diario, ella rezaba todos los días en Rosario y vamos a todos los domingos.
Pero ya también mi madre empieza a decidir que eso no es verdad o que era para otro tiempo, no para nosotros. Así que también ella en realidad es la que empieza a caminar por lo mismo que luego tomaré yo como bandera, la ideología. En este caso, bajo la bandera del feminismo. ¿Qué es lo mejor para la mujer ahora? ¿Bajo qué paraguas en realidad la mujer sí que está protegida y puede desarrollarse como mujer? Y empecé a beber de esas fuentes y esas fuentes son muy claras, guste o no, son muy claras. No se cree en la familia, no se necesita, es más, una familia no se cree en la familia.
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