Jean Bodin - La Demonomanía de las Brujas (Libro IV: Investigación sobre las brujas) (1580) 4q273q

Bienvenidos, bienvenidas a todos los amigos de Filosofía Puntis. Estamos con un nuevo apunte de Jean Bodin. Exploramos el último capítulo, perdón, el último libro de la demonomanía de las brujas, demonomanía de los brujos, demonomanía de los hechiceros, como usted prefiera. El derecho, la filosofía y la teología se entrelazan para justificar la persecución brutal contra las brujas en nombre de quien? del orden divino.

A través de castigos extremos, tortura legalizada y presunciones que desafían la razón, Bodin construye un sistema de justicia fundado en el miedo a lo invisible y la devoción a un dios celoso. ¿Qué revela esto sobre el poder, la fe o el límite de la racionalidad? Vamos a escuchar y reflexionar entonces, sin más dilación, vamos allá.

Bueno, capítulo primero, investigación sobre las brujas. Jean Bodin aborda detalladamente el proceso de investigación y castigo de la brujería, argumentando que esta práctica es una de las más graves y peligrosas para la sociedad. Comienza destacando que las medidas suaves, como la instrucción en la ley de Dios, son importantes, pero insuficientes para contener el mal causado por las brujas. Por ello sostiene que es necesario recurrir a castigos severos como la pena de muerte, para detener la propagación de sus maldades y calmar la ira, protegiendo así a la comunidad. Bodin describe a las brujas como esclavas de Satanás, a quienes éste obliga a cometer actos inmundos y degradantes. Según el autor, estas mujeres no obtienen riqueza o no ni conocimiento de sus prácticas, sino que se condenan a sí mismas al sufrimiento eterno.

Además, afirma que la brujería es el peor de los pecados, ya que afecta tanto al alma como al cuerpo, y considera que los castigos, aunque crueles, son justificados en comparación con los tormentos que la bruja ya padece bajo el dominio de Satanás. Esta idea era muy clara, no solamente desde los tiempos de Roma, sino que también en el renacimiento, porque entre proteger el ámbito espiritual y proteger el terrenal, por supuesto que va a ser más importante el espiritual. O sea, aquí da lo mismo que usted pueda sufrir cualquier tipo de vejámenes. Mientras usted esté protegiendo su alma, eso va a ser siempre mucho más importante. Entonces, la tortura se justifica porque el tormento al cuerpo, la destrucción del cuerpo, es mucho menor en comparación a la salvación espiritual, a la salvación del alma.

Entonces, poco menos que a las brujas también le estamos haciendo un favor, porque la confesión la va a liberar de aquella culpa, que es un elemento espiritual, y por lo tanto es posible, quizás, que encuentre la salvación. El autor destaca la dificultad de investigar y probar los crímenes de brujería debido a su naturaleza secreta y oculta, pero a esto propone diversos métodos para detectar y procesar a las brujas, desde denuncias anónimas en cajas especiales, como se hacía en Escocia, hasta la tortura como método para obtener confesiones. También sugiere emplear espías que finjan ser cómplices de las brujas para ganar su confianza y obtener información. Defiende que estas prácticas son necesarias y legítimas bajo leyes divinas y humanas para revelar la verdad sobre estos crímenes ocultos.

Enfatiza la importancia de los magistrados en la lucha contra la brujería, sugiriendo la creación de jueces especiales dedicados exclusivamente a estos casos. Critica la negligencia de algunos fiscales y aboga por un enfoque más activo en el que se permita a cualquier ciudadano presentar acusaciones contra sospechosos de brujería. También menciona la necesidad de investigar a las familias de las acusadas, ya que según él, las madres a menudo educan a sus hijas en estas prácticas desde la infancia. El mismo tema que habíamos visto en los libros anteriores con respecto a Jeannet Harvillier, esta bruja confesada que dijo que efectivamente había aprendido todo de su madre. Bodán advierte que Satanás ayuda a las brujas a resistir la tortura mental.