Jean Bodin - Coloquio de los siete sabios sobre arcanos relativos a cuestiones últimas (Libro IV) 1cf4z

Hola a todos los amigos de Filosofía Puntes. Estamos nuevamente con Jean Bodin en el Coloquio de los Siete Sabios sobre Arcanos Relativos a Cuestiones Últimas, libro cuarto. Este libro es uno quizás de los más polémicos, porque ya en el libro tercero, segundo, nosotros veíamos la anécdota, los milagros, los demonios, ciertas cuestiones relativas a la naturaleza. Pero aquí viene una discusión interesante, porque es la discusión entre las distintas religiones que profesan nuestros dialogantes.

Por lo tanto, es bastante interesante y bastante polémico por lo demás. ¿Cómo podría haber sobrevivido Jean Bodin después de haber escrito esto? Uno se pregunta en aquella época. Pero la verdad es que también este texto nos ofrece un concepto fundamental que ya se venía practicando en el libro anterior. Bueno, en los dos libros anteriores en realidad, que es la tolerancia religiosa, la capacidad de escuchar al otro sin tener que armar un conflicto, sin tener que acallarlo, censurarlo, etcétera.

Así que vamos a ver este libro cuarto del coloquio, sin más dilación, vamos allá.

Bueno, el pasaje comienza situando el contexto. Es el día siguiente a los debates del libro anterior y los personajes se reúnen para compartir una comida. Octavius, que ya es conocidísimo interlocutor, ha traído una tragedia que escribió sobre un tema muy serio, el parricidio de tres hijos del príncipe Solimanus. Coronaus le pide a otro de los personajes que lea la obra en voz alta y todos quedan irados por la erudición del autor y la seriedad del tema.

Alaban especialmente el estilo del lenguaje, la gravedad de los pensamientos expresados, la buena estructura de la obra y la variedad métrica. Y tras esta lectura y comida todos dan gracias a Dios, cantan himnos, sintiendo una profunda alegría espiritual. Y esto sirve de transición hacia una nueva discusión que se va a encaminar sobre la música, la armonía. Coronaus se maravilla de cómo ciertos acordes musicales que combinan una octava, una quinta y una cuarta, producen una sensación de extrema dulzura.

Se pregunta por qué estos acordes que contienen tensiones, por ejemplo la nota más alta siendo opuesta a la más baja, resultan agradables mientras que otros sonidos más uniformes y sin oposición no causan placer. Es decir, se pregunta por qué las combinaciones de sonidos opuestos son más placenteras que la simple igualdad de tonos. Y Federico responde que esto tiene que ver con las proporciones numéricas.

Ciertas relaciones como 2 a 3 o de 3 a 4 producen placer porque los números armonizan entre sí. Curtius sin embargo se muestra escéptico diciendo que aunque las progresiones geométricas como 2, 4, 8 y 16 son perfectamente proporcionadas, no generan esa misma armonía auditiva. En cambio si lo hacen secuencias como 2, 3, 4 y 6. Esto sugiere que no toda proporción numérica genera placer sino aquellas que tienen cierta relación musical específica.

Octavius aporta otra visión diciendo que la armonía no es simplemente matemática. Lo que produce placer es que ambos, o que muchos sonidos más bien, se mezclen adecuadamente. Cuando no lo hacen, uno domina al otro y eso genera disonancia molestando al oído. Aquí introduce la idea del equilibrio dinámico entre fuerzas o sonidos opuestos. Zenamus por su parte duda que el placer provenga de la armonía de números o de sonidos.

Pone como ejemplo que los colores variados son más agradables que uno solo, pero que si se mezclan todos no generan belleza. También señala que algunos sabores opuestos como el aceite y el vinagre son agradables por separado pero no pueden mezclarse. Y finalmente dice que el canto variado de los pájaros, sin duda alguna, hay una proporción numérica clara y también que es muy placentera.

Toralba introduce aquí una idea central. El placer, ya sean sonidos, colores, sabores y olores, proviene de una armonía entre opuestos, una mezcla equilibrada.

Demasiado calor o demasiado frío molesta.