Cómo responder en medio del sufrimiento (Santiago 5:7-11) - David González 216r27

El sufrimiento forma parte de la vida del ser humano.

En una circunstancia u otra, todos en alguna medida, en alguna etapa de nuestra vida vamos a atravesar sufrimiento.

Aquellas etapas de dolor y aflicción que pueden ser intensas, en algunos casos hasta producir dolor y permanecer de una manera persistente en nuestro día a día.

Por ejemplo, la tristeza por la pérdida de un familiar, de un ser querido, quizás el dolor de una enfermedad, quizás la incertidumbre de un diagnóstico médico o la angustia por un conflicto familiar o la tensión por una injusticia laboral.

Sea como sea, todos vivimos y viviremos en medio de sufrimiento.

La sociedad donde vivimos proclama a viva voz la calidad de nuestra vida, el bienestar social.

Y aún los debates recientes en cuanto a la dignidad del ser humano, todo ello promueve una vida cómoda.

Y no solamente el bienestar y la comodidad, sino que se promueve el absoluto rechazo al sufrimiento.

De hecho, se dedican innumerables recursos y esfuerzos para tratar de producir todo tipo de medios que calmen de alguna manera la angustia, tratamientos que cesen el dolor.

Y en verdad damos gracias a Dios por los avances en fármacos, en intervenciones médicas que nos permiten sufrir menos dolor.

Pero la pregunta es, en medio de esas circunstancias, en medio del sufrimiento, en medio de la aflicción, de las tensiones, de la opresión, de la injusticia, ¿cuál es la actitud de nuestro corazón? Como creyentes no enaltecemos el sufrimiento, pero la pregunta es cómo debemos responder ante el sufrimiento.

Y eso es lo que nos enseña el pasaje de esta mañana.

Y os invito a que vayamos juntos a Santiago, capítulo 5.

Vamos a estar en esta mañana estudiando los versículos del 7 al 11, en el capítulo 5 de Santiago.

Santiago, capítulo 5, y vamos a hacer nuestra lectura comenzando en el versículo 7.

Dice así la palabra de Dios, Por tanto, hermanos, tened paciencia hasta la venida del Señor.

Mirad como el labrador espera el precioso fruto de la tierra, aguardando con paciencia hasta que reciba la lluvia temprana y la tardía.

Tened también vosotros paciencia y afirmad vuestros corazones, porque la venida del Señor se acerca.

Hermanos, no os quejéis unos contra otros para que no seáis condenados.

He aquí el juez está delante de la puerta.

Hermanos míos, tomad como ejemplo de aflicción y de paciencia a los profetas que hablaron en nombre del Señor.

He aquí tenemos por bienaventurados a los que sufren.

Habéis oído de la paciencia de Job y habéis visto el fin del Señor, que el Señor es muy misericordioso y compasivo.

Los que recibieron este escrito, esta carta de Santiago, Jacobo, el hermano de Jesús, estaban atravesando sufrimiento.

Aquellos lectores que leyeron las palabras de Jacobo estaban siendo afligidos.

Estos judíos dispersados por diversas regiones gentiles estaban atravesando angustias.

Estaban.