4.La felicidad es de los despreciados (Mat. 5:10-12) - Héber Torres. 1c5d19

Buenos días, una vez más es un privilegio el poder estar con vosotros en este domingo en el que celebramos la muerte y resurrección de nuestro Señor Jesucristo y es un alivio también saber que tengo hasta las dos y cuarto para exponer, así que eso me deja más tranquilo.

Quisiera antes de centrarme en el texto que tenemos por delante en esta mañana, dar las gracias a esta congregación por su compromiso con el Evangelio y particularmente por su compromiso con Fondevan y es a través de Fondevan que se canalizan pues muchas ofrendas, no solamente para un servidor y su familia sino para muchos otros, así que gracias por el esfuerzo que estáis haciendo porque la obra es del Señor y Él nos permite colaborar en ella. En ese sentido, hace ya más de tres años que trasladamos nuestra residencia a la ciudad de Madrid para iniciar allí una nueva obra y el Señor está bendiciendo esa obra. Comenzamos con apenas otras tres familias y hoy en día nos reunimos unos 170 cada domingo.

El Señor ha ido trayendo a personas, un quinto de la membresía ha sido bautizada por mí, eso quiere decir que se han convertido en este tiempo y realmente es un gozo y es un motivo de gratitud al Señor porque no estamos allí simplemente para recolectar ovejas, para reunir a los descontentos sino para predicar el Evangelio y que el Señor se expanda en esa ciudad.

Realmente hay miles y miles de personas que nunca han escuchado de Cristo y no es que estamos en una isla en el Pacífico, es que desde hace muchos años ya ni siquiera la religión católica se enseña en muchos colegios, así que las personas no saben quién es Jesús. Esto es lo que nos pasa cada vez que salimos a la calle y hablamos con jóvenes y con personas en la calle y nos dicen, bueno, yo sé que Jesús es algo de la religión pero no sé nada más. Tremendo, realmente tenemos una oportunidad grande y queremos aprovecharla, así que estamos orando para que el Señor levante a otros dispuestos a predicar el Evangelio.

A nivel local estoy trabajando particularmente con tres hermanos tratando de que el Señor permita que la congregación pueda tener ancianos porque creemos en la pluralidad de ancianos y nos parece importante que haya varios hermanos responsabilizándose de ese llamado de pastorear a la Grey, como dice el Señor Jesucristo. Así que esa es la fase en la que nos encontramos, recibiendo a muchas personas pero tratando de capacitar a los que están para que, como dice Efesios capítulo 4, puedan hacer la obra del ministerio.

De manera que agradecemos las oraciones, las ofrendas y también ese tiempo de comunión que en estos días he podido disfrutar con todos vosotros. Y ahora sí, voy a pedir al Señor que bendiga su palabra en este momento y nos ayude con esta cuarta sesión de este estudio en el Sermón del Monte. Vamos a orar, vamos a hablar con Dios.

Padre que estás en los cielos, en esta mañana hemos podido recordar tu bondad, tu misericordia infinita para con nosotros, pecadores. Pero al mismo tiempo queremos seguir creciendo en el conocimiento de la verdad porque cuanto más sabemos de ti, más te iramos. Cuanto más conocemos acerca de ti, más conscientes somos de lo mucho que te necesitamos.

Te pedimos, oh Dios, que tu palabra sea lámpara a nuestros pies en esta mañana y podemos caminar y podamos caminar en la dirección que tú deseas para cada uno. Te pedimos que el poder del Evangelio sea efectivo una vez más y nos convenzas de pecado, de justicia y también de juicio. Te pedimos, oh Dios, que hagas tu obra en cada corazón. Oramos esto en el nombre de Jesús. Amén. En el siglo II de nuestra era, un hombre llamado Claudio Ptolomeo dibujó probablemente el mejor mapa del mundo antiguo.

Este astrónomo apenas viajó fuera de su pueblo, pero por medio de lo que le iban contando los navegantes que por allí pasaban, y por medio de lo que pudo averiguar de los aventureros de la época, por medio de...