22.- Nicolás, el sabio mentirosillo q3j42

Nicolás, el sabio mentirosillo Nicolás era el sabio más sabio de todo el reino. Vivía en una gran torre y allí estudiaba sus libros. Miraba las estrellas a través de un telescopio y consultaba su bola de cristal. Las familias consultaban a Nicolás las cosas importantes de su vida, qué nombre poner a sus hijos, cuándo plantar sus semillas o dónde construir sus casas. Cada vez que alguien acudía a consultarle, Nicolás miraba su bola de cristal. Observaba las estrellas con el telescopio y le daba una respuesta. Se mostraba juicioso casi siempre, pero a veces, sin querer, mentía como un bellaco.

Esto causaba muchos problemas a las personas que acudían a su torre. Una vez, un cocinero le dijo, el sábado daré una fiesta en el jardín de mi casa, prepararé los mejores pasteles del reino y necesito saber si lucirá el sol. Y Nicolás, muy seguro, le contestó, el sábado no habrá ni una nube. Cuando llegó el sábado, el cocinero sacó sus pasteles al jardín. Justo en ese momento, un relámpago cruzó el cielo y comenzó a llover. Los pasteles acabaron empapados y el cocinero, como es lógico, nunca más volvió a consultar al sabio.

En otra ocasión, la reina que estaba embarazada, visitó a Nicolás para saber si tendría un príncipe o una princesa y el sabio le contestó sin dudarlo, tendrá usted tres mellizos, tres preciosos principitos. Entonces la reina preparó tres coronas, tres cunas y tres chupetes, pero no tuvo tres príncipes, sino una única y bella princesa. La reina se enfadó y no volvió a consultar al sabio nunca más.

En otra ocasión, el jardinero del reino preguntó a Nicolás cómo podía conseguir flores azules. El sabio le dio unas semillas y dijo, planta estas semillas en octubre y tendrás esas hermosas flores azules que desea tanto. El jardinero plantó sus semillas en octubre, justo como lo había dicho Nicolás, y unos meses después su jardín se llenó de flores rojas.

El jardinero se enfadó y no volvió a consultar al sabio nunca más. Las personas del reino estaban hartas de las mentiras de Nicolás y una noche se reunieron en secreto en la plaza del pueblo. Entre todos querían buscar una solución. Entonces un pastor muy listo tuvo una idea. Le ayudaremos con un poco de magia para que no mienta más.

Todos lo miraron sorprendidos porque nadie sabía hacer un hechizo, pero el pastor tenía un plan. Lo primero que hizo fue escribir una carta con bonitas letras que decía así. Estimado Nicolás, la próxima semana el maestro Aurelio le visitará en su torre. Él es el encargado de inspeccionar el trabajo de todos los sabios del mundo. Esperamos que lo trate con respeto. Un saludo, el consejo de sabios venerables.

Y luego el cartero del reino fue a la torre de Nicolás y le entregó la carta. El sabio leyó la carta y se quedó muy sorprendido porque nunca antes había oído hablar del maestro Aurelio ni del consejo de sabios venerables. Pero como le pareció una visita importante, le sacó brillo a la bola, fregó con esmero las escaleras de la torre y quitó el polvo al telescopio. Cuando llegó el día, el pastor se disfrazó de maestro Aurelio, puso una túnica y un gorro picudo y se fue así vestido a la torre de Nicolás. Buenos días Nicolás, vengo a evaluar su trabajo.

Pase, pase, le estaba esperando gran maestro. Los dos sabios subieron a la torre y tomaron una taza de chocolate. Luego el maestro Aurelio les riñó. Me han dicho en el pueblo que usted miente a las personas.