166. La necesidad de control q2171

Ya van a estar aquí a la ciudad, ya tenemos preparado al nuestro coach de Capsalera, el Julio Rosales.

Julio, ¿qué tal? Buenos días.

Todavía no me he hecho la música y estaba diciendo ya.

Sí, hola, buenas.

Aquí, aquí, vamos, a la feina, andemos a la feina.

Buenas tardes.

A ver, hoy traéis un tema que me encanta, hoy quieres hablarnos de algo que nos afecta a muchos y es esa necesidad de tenerlo todo bajo control.

¿Te confiesas controladora? ¿Sois controladores? Totalmente.

Un poco, sí.

Un poco, tío.

No, en algunas cosas y en otras no.

Esto es un concepto, esto es como el perfeccionismo, es un concepto que no ite grises, ¿soy controlador o no? Sí, sí, lo soy.

Bien.

¿Os gusta serlo? No.

Es que no lo hago instintivamente, es decir, no me doy cuenta seguramente.

Vale, ¿y creéis que eso hace bien? No.

Por eso no me gusta, porque me agota mentalmente.

Sí, sí, es eso.

Pero ahora espero que nos expliques cómo evitarlo.

Estamos hablando de un control de varios aspectos de la vida, ¿no? Mi madre, por ejemplo, ¿no? O sea, mi madre te dice, que es una persona con movilidad reducida, ¿no? Mayor, y te dice, necesito que me fregues las...

¿Cómo digo? Las racholas.

Las racholas.

Las baldosas.

Las baldosas de la cocina, ¿no? Vale, tú coges, coges el cubo con el amoníaco, no sé qué, lo vas limpiando y te dice...

No.

No, no, así no, así no.

Mira, lo voy a hacer yo.

¿Por qué no lo haces bien? Hazlo tú.

O sea, si lo vas a acabar repasando tú, hazlo tú.

Vale, pero ¿por qué criticas a tu pobre madre? No, no la critico.

Si acabas de decir que has heredado esto de ella.

He heredado esto de ella.

Yo también soy hijo de una grandísima controladora.

Sí, sí.

Y tú, Miriam, ¿por qué parte te viene? Pues mira, ahora lo estaba pensando.

Sí, mi madre quizás sí era controladora, pero creo que yo soy más controladora aún que mi madre.

Muy bien, sí, yo también lo creo.

Qué pena, ¿eh? La evolución de la especie.

Pues tu hija va a sufrir.

Mi hija es más controladora que yo.

¿Ah, sí? ¿Con cuatro añitos? Sí, sí.

No, no, no.

Estamos trabajando en que no sea tan controladora y tan perfeccionista.

Sí, sí, pero no ha sido así, ¿eh? Oye, Julio, ¿y por qué algunas personas somos tan controladoras? Bueno, hay teorías.

La primera es miedo a lo desconocido.

Entonces os pregunto, ¿la incertidumbre os molesta? Mucho.

Madre mía, de manual.

Controlador es de manual.

Lo vas a tener fácil hoy, Julio.

Cuando tengo delante un controlador, y yo también lo soy, yo también me confieso, a mí me molesta hasta las fiestas sorpresas de cumpleaños.

Ni las sorpresas buenas.

Yo tengo dicho a la gente, no me hagáis fiestas sorpresas.

¿No me las hagáis? Pues a mí eso sí me gusta.

Me gustan las sorpresas y me encantaría, desde aquí lo digo, que me hicieran una fiesta sorpresa.

Vale, anotamos.

Con 45 años, ni una, ¿eh? Pero para los 50, sí.

Queda mucho para los 46.

Me la podéis preparar, ¿eh? Vale, perfecto.

Yo reconozco que hasta eso me molesta.

Es como, no, yo venía a otra cosa.

Que toda esta gente se vaya, que yo me habíais dicho que veníamos a otra cosa.

Bueno, miedo a lo desconocido, que es algo que nos pasa a todos.

Bueno, nosotros lo llevamos un poquito al extremo.

Y posiblemente porque hemos tenido experiencias traumáticas.

Es decir, siempre que nos hemos llevado un gran susto en la vida, queremos jugar con el universo pensando que si lo controlo o no, me va a volver a pillar de sorpresa, pero bueno, la noticia es que no controlamos una caca.

No, no, totalmente.

Que el control es una sensación, ¿no? Claro.

Pero bueno, hacemos este truco.

Entonces, cuando hemos tenido, sobre todo, pérdidas un poco traumáticas, jugamos con la idea de que si...

Si está todo ordenado y controlado, no...

Y de ahí podemos llegar al TOC, al trastorno excesivo compulsivo.

¿Cómo vais de eso? Ella peor que yo.

Genial.

Lo llevo muy bien.

Me voy a callar.

De hecho, es yonki del TOC.

Sí.

Oye, una cosa, no banalicemos con el TOC, que hay gente que lo sufre muy seriamente.

O sea, una cosa es unas manías, un cierto nivel de TOC, pero hay gente...

Yo vi un reportaje en Televisión Julio de una señora...

O sea, un reportaje sobre el TOC extremo.

Una señora que cada día que sale de su casa abre y cierra la puerta cinco veces para certificar que la ha cerrado bien.

Es decir, cierra la puerta, pasa la llave, baja la escalera, vuelve a subir, abre la puerta, pasa la llave...

Es agotador esto.

Cinco veces.

Es agotador.

Yo tenía una amiga en Madrid que lo hacía todo 40 veces.

Sí, sí.

Sí, sí.

Por supuesto, yo siempre en esta sección vengo con el cachondeo, pero al final siempre digo, oye, si os notáis, sí.

El TOC puede llegar a ser algo muy grave y muy limitante.

Todos tenemos un poquito de manías en algo que se exacerban en épocas de estrés.

Es decir, si esas pequeñas manías...

Yo creo que alguna vez ya lo he dicho.

Yo, para mí y para mis adentros, cuento todo lo que es igual en una sala.

Por ejemplo, aquí los micros.

Cuento 1, 2, 3, 4, 5, 6, 5, 4, 3, 2, 1, 3, 4...

¿En serio? ¿Por qué te relaja? Los focos, todo lo que...

No, yo qué sé, porque pienso que así estoy controlando el universo y las cosas como yo quiero.

Voy a decir una cosa y voy a romper una lanza a favor de la terapia para quien, digamos, pueda hacer un esfuerzo económico, como lo hacemos todos nosotros.