![La Tremenda Corte "Relojicidio[1]"](https://image.staticox.com/?url=https%3A%2F%2Fimg-static.ivoox.futbolgratis.org%2Findex.php%3Fw%3D175%26amp%3Bh%3D175%26amp%3Burl%3Dhttps%3A%2F%2Fstatic-1.ivoox.futbolgratis.org%2Faudios%2Fa%2Fe%2F6%2F8%2Fae68bf6183fcd85c631b3c7c4c1a52ed_XXL.jpg)
La Tremenda Corte "Relojicidio[1]" 2r2154
Descripción de La Tremenda Corte "Relojicidio[1]" 4f6s1o
"La Tremenda Corte" es uno de los programas cómicos radiofónicos cubanos más escuchados alrededor del mundo. Nadie puede evitar conocerlo y escucharlo. Sonríe escuchando las ocurrencias de José Candelario "Tres Patines". 3np4c
Este contenido se genera a partir de la locución del audio por lo que puede contener errores.
De la justicia pública.
El tremendo juez de la tremenda corte va a resolver un tremendo caso.
Buenas noches, secretario.
Buenas noches, señor juez.
¿Cómo sigue de salud? Campana, he descubierto que mi estado de salud depende exclusivamente de la calle en que viva.
¿Cómo de la calle en que viva? Sí, ¿se acuerda de que antes yo siempre estaba enfermo? Sí, ¿cómo no? Pues era porque vivía en hospital.
Y después, como se dice así, me mudé para Acosta.
¿Y qué tal le fue en Acosta? Bueno, mal, porque tenía que pasarme el día acostado.
En vista de eso, buscando una mejoría, me mudé para Ánima.
¿Y cómo se sentía en Ánima? Más animadito.
Pero ahora sí acerté de verdad, ahora me siento Campana.
¿Por qué? Me mudé para Campanario.
Ah, María.
Doctor, pues bueno, entonces usted se siente según la calle en que viva, ¿no? Usted no le hizo gracia, ¿no? ¿Cómo no, doctor? No, pero lo que pasa es que me río por dentro.
Parece que sí.
Bueno, señor juez, no se le vaya a ocurrir mudarse para la calle Damas.
Póngase 10 pesos de multa por ese consejo.
Y proceda a informarme cuál es el caso que tenemos para hoy, qué es lo que tiene usted que hacer.
Está bien, señor juez, lo que tenemos hoy es un hurto.
¿Qué fue lo que se hurtaron? Un reloj.
Ya me lo he complicado en ese relojicidio.
Enseguida, señor juez.
Luz María Nananina.
Aquí como todos los días.
Rubecindo Caldeiro y Escoviña.
Presente.
José Candelario Tres Patines.
¿Con qué otra vez a la reja, no? Dígame una cosa, Tres Patines, yo no le puse a usted ayer 30 días.
No, chico, eso no fue ayer, chico.
¿Cuándo fue entonces? Eso fue anoche, chico.
Y eso no es lo mismo.
No, viejo, son dos cosas distintas que hasta hay un versito de Cuco Boloña que lo dice todo.
¿De veras? ¿Qué dice Cuco Boloña en ese versito? Hay un versito que dice así.
Anoche, noche de ayer.
Ayer, el día de anoche.
Y a mi manera de ver, cuatro ruedas tiene un coche.
No conocía yo ese versito.
¿No? No.
Pero de todos modos, yo le puse anoche 30 días a mi manera de ver, ¿eh? ¿No es eso? ¿Ah, sí? ¿30 días? Sí.
¿Ya salió usted del príncipe? Bueno, chico, yo...
Sí, cómo no, oye, cómo se va el tiempo, ¿verdad? No, el tiempo no, el que se va por lo visto es usted.
No, chico, es el tiempo, porque hay otro versito que lo dice también claramente.
¿Qué versito es ese? Es otro verso del inspirado poeta guatemalteco, Cuco Boloña.
¿Cuco Boloña? ¿Qué dice? ¿Es guatemalteco, Cuco? Sí, es guatemalteco.
Ay, no sabía que era.
Sí.
Dice, el tiempo se va volando porque el tiempo es tan ligero que al cabo de 30 días ya ha pasado un mes entero.
Así que eso, eso...
Bueno, pero ¿quién le enseña esos versitos a Cuco Boloña? Bueno, no, no, el libro está hecho por Cuco Boloña.
¿Pero quién se lo enseña a usted? A mí me lo enseña mamita, chico.
Ah, su mamita también hace versos.
Lo estudia y lo hace, ¿no? Ella mejor lo compra hecho, tú sabes.
Bueno, pues de todas maneras, secretario, llame al castillo del príncipe y averigüe qué es lo que pasa con tres patines.
¿Pero qué es lo que va a pasar, chico? No pasa nada.
¿Cómo que no pasa nada? Yo le puse anoche 30 días, usted no puede estar aquí ahora.
Ah, yo sí puedo estar, chico, porque ahora es de noche y de noche yo tengo derecho de salir del príncipe.
¿Por qué? Porque lo que tú me pusiste a mí fueron 30 días y no 30 noches.
Ah, con cargándose de eso.
Secretario...
Ah, yo lo tengo arreglado con Jaruco, yo.
Con Jaruco, ¿no? Secretario, aclaren el castillo del príncipe que cuando yo le ponga días a tres patines son días enteros de 24 horas cada uno.
No aclaren eso, caballero, que me van a perjudicar por gusto.
¡Cállese la boca! Y dígale a Jaruco que venga aquí para ver por qué él le da permiso para salir por la calle.
Vamos a ver, ¿quién acusa aquí? Acuso yo, señor juez, y Rudecindo es testigo de que yo tengo toda la razón.
Y bien que sí, doctor.
Y si mi palabra no es garantía suficiente, yo puedo traer al presidente de la Comisión de Inmuebles del Centro de Ayerú para que me garantice y para que usted se dé a cuenta de que...
No hace falta, Rudecindo.
Sí, maravilloso.
Yo sé que usted es una persona decente y con su palabra me basta.
No, doctor.
La verdad es que esa es una declaración que me honra sobremanera y quiero corresponder a ella como es debido.
Póngame un peso de multa, hágame el favor.
No, Rudecindo, ¿por qué se lo voy a poner? No le dé pena, doctor.
Es que yo sé que a usted le agrada eso, hombre.
Y para mí es una satisfacción proporcionarle ese gusto.
Póngame un peso de multa.
Bueno, ya que usted insiste tanto, póngale diez pesos de multa, secretario.
Momento, doctor.
Yo dije uno nada más.
Pero yo digo diez, y lo que vale aquí es lo que digo yo, no lo que dice usted.
Dice tu Dios.
Está visto que no se te puede hacer un favor.
¿Cómo que no se me puede hacer un favor? No, porque eres muy sucio, chico.
Si te da uno un dedo, pues te coge la mano.
Veinte pesos más.
Comentarios de La Tremenda Corte "Relojicidio[1]" 2u16o