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LA TREMENDA CORTE
La Tremenda Corte "Garajicidio"

La Tremenda Corte "Garajicidio" 1l245p

13/4/2025 · 14:10
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LA TREMENDA CORTE

Descripción de La Tremenda Corte "Garajicidio" 1uqg

"La Tremenda Corte" es uno de los programas cómicos radiofónicos cubanos más escuchados alrededor del mundo. Nadie puede evitar conocerlo y escucharlo. Sonríe escuchando las ocurrencias de José Candelario "Tres Patines". 3np4c

Lee el podcast de La Tremenda Corte "Garajicidio"

Este contenido se genera a partir de la locución del audio por lo que puede contener errores.

La justicia pública, el tremendo juez de la tremenda corte va a resolver un tremendo caso.

Buenas noches, secretario.

Buenas noches, señor juez.

Óigame, secretario, el Francisco Álvarez de Lara ese, ¿por qué usted no me lo trae para acá? Está en el calabozo, está en el calabozo, con todo su nombre prosopopélico.

Póngame 10 pesos de multa para empezar.

A Francisco Álvarez de Lara.

Y un peso de multa a los chiquitos que vinieron aquí hoy también.

¿A Esteban Herrera y Junio Herrera? Sí, a los dos.

¿Un peso cada uno? Sí.

¿Y otro así de peña? Ve, para que vaya completa.

Está bien.

¿Usted le gusta en la academia, doctor? ¿Cómo sigue de salud, señor juez? Regular nada más, porque está haciendo mucho calor.

¿Sí? Usted sabe que el calor es muy malo para el hígado.

Y bien que sí.

¿Pero usted sabe quiénes tienen la culpa de que estemos pasando tanto calor? ¿Quiénes? Los que construyen las ciudades, doctor.

Que siempre las sitúan en los lugares calurosos.

¿Cómo en lugares calurosos? Claro que sí.

Todas las ciudades son calurosas.

Mientras que los campos son sitios frescos y agradables, ¿verdad? ¿Y qué cree usted que debe hacerse entonces, secretario? Hombre, doctor. Construir las ciudades en los campos.

Ajá.

Claro.

¿Y qué cosa cree usted que era la Habana antes de que se construyera en ella una ciudad? No, no sé. ¿Qué cosa era? Un campo, secretario.

¿Y usted se acuerda de eso? Póngase dos pesos de multa por esa pregunta.

Pero dígame, doctor.

No, hijo, nada.

¿Usted se imagina que yo vine a Cuba con Diego Velazquez? No, que va.

A ver, dígame, ¿qué caso tenemos hoy en el acto? ¿En el acto o en el acto? En las dos cosas.

Está bien.

Bueno, pues lo que tenemos hoy es un hurto.

¿A quién hurtaron? Al dueño de un garaje.

Pues llame entonces a los complicados en este garajicidio.

Enseguida, señor juez.

Bueno, vamos a ver quién acusa aquí.

Servidor de usted, doctor.

¿A quién acusa usted? A tres patineros, doctor. Me volvió a robar.

¿Otra vez? Sí.

No, Arrudecindo, yo no puedo creer eso.

Claro que no, chico, ni lo crea.

Que eso no me conviene a mí que lo crea, chico.

Así es que a usted...

No, le conviene que yo lo crea.

¿Eh? Le conviene.

Que no, no, no, no, no.

No, no, no.

Que no lo crea.

Que no lo crea.

Que eso es lo que a mí me conviene, que no lo crea.

¿Por qué le conviene? ¿Por qué? Porque si tú lo crees, por ejemplo, o si tú no lo crees, no hay delito.

¿Me entiende? Y si no hay delito, yo me puedo ir tranquilamente para mi casa.

¿No es eso? No, no, no es eso, no.

¿Por qué? Porque yo sí creo que hay delito.

Ah, pero qué rápido cambia tu opinión, chico.

Tú eres un juez muy voluble.

Aunque voluble, no, secretario.

Dígame.

Póngale cinco pesos por el voluble ese.

¿Le gustó? ¿Eh? ¿Le gustó? No, estaba...

¿Estaba equitativo? Estaba equitativo, estaba bastante equitativo, chico.

¿Y usted qué, nananina, viene como testigo? Sí, señor, yo acuso a tres patines también.

No le hagas eso.

Es una declaración interesada, chico.

¿Cómo interesada? Sí, señora, seguro que rueciendo le regaló cinco pesos a usted para que declare contra mí.

No, no, no.

Y ahí está el interés de la declaración interesada.

No, no, no, eso sí que no.

No le consiento que se exprese usted así de nananina.

¿Por qué, chico? Porque yo la conozco y sé que nananina es una mujer buena, una mujer sincera, y una mujer que es todo corazón.

¿Qué cosa? ¿Nananina es todo corazón? Sí, señor, todo corazón.

Oye, viejo, tú no sabes una palabra de anatomía, chico.

¿Por qué no sé anatomía, tres patines? Porque si tú hubieras tenido que alimentarla durante 20 años, como lo tuve que hacer yo, habría visto que también tiene un tócamo grandísimo, chico.

Oiga eso, señor juez, ni que yo comiera tanto.

No, no, no, no, no tanto, no, más, más todavía, quería comer más todavía.

Y lo seguí yo.

Mire, oiga, no le haga caso, doctor.

Yo conocí a nananina de soltera, y con una aceitunita, dos papitas y tres o cuatro uvitas de postre, ya estaba llena la pobrecita.

Hombre, era un pajarito comiendo.

Bueno, sí, de soltera era un pajarito comiendo, pero después que se casó era un elefante a Mozambique.

No, no exagere, tres patines.

No exagero, chico.

Lo que pasa es que en eso de la comida, las mujeres cuando se casan, cambian de calle.

¿Por qué cambian de calle? Porque mientras están solteras, comen como un pajarito.

Pero después que se casan, comen como dragones, chico.

¿Qué cosa? ¿Usted me va a decir a mí que yo comía como un dragón? Bueno, no, no, no, la verdad es que usted, usted siguió comiendo como un pajarito.

Lo único que hizo fue cambiar de pajarito.

¿Cómo cambiar de pajarito? Sí, porque antes de casarse comía como un gorrión.

¿Y después? Como una destrucha.

Pobre María, bendito Dios.

Oiga, ¿y una destrucha?

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