Sus vídeos de TikTok le costaron la vida: el caso de Sania Khan 5k6h1m

Bienvenidos un día más a La Crónica Oscura, un podcast en el que os cuento las leyendas, los crímenes y las historias de terror más perturbadoras de la historia.

Hoy vamos a hablar de un caso realmente triste y muy, muy injusto.

Y es que cuando pensamos en influencers o en creadores de contenido, solemos imaginar vidas perfectas, llenas de viajes, fotos bonitas y mensajes positivos.

Pero lo que muchas veces no vemos es lo que ocurre cuando se apagan las cámaras.

Sania Khan era una joven fotógrafa que usaba sus redes sociales para hablar abiertamente sobre salud mental, divorcio y las presiones culturales que enfrentan muchas mujeres dentro de ciertas comunidades.

Y además lo hacía sabiendo que no todos estarían de acuerdo con ella.

Pero lo que nunca imaginó es que esta sinceridad terminaría costándole la vida.

Pero antes de meternos de lleno en esta historia, recordaros que podéis seguir y puntuar el podcast si queréis conocer más historias como esta.

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Y que también me encontraréis en TikTok e Instagram, redes en las que también comparto contenido sobre crimen, misterio y terror.

Y ahora sí, dicho todo esto, no me enrollo más y comenzamos directamente con el caso de Sania Khan.

Sania Khan nació en el año 1993 en Chattanooga, en Tennessee.

Era hija de Jaideh Farooq Khan y Shaiza Khan, dos inmigrantes de origen pakistaní.

De hecho, Sania era la primera generación nacida en Estados Unidos.

Esto es importante porque además de que sus padres le inculcaban los valores y tradiciones de su cultura, la comunidad islámica en Chattanooga era muy conservadora.

Era por esto que Sania vivió toda su vida con un conflicto de identidad.

Por una parte, intentaba integrarse en la sociedad estadounidense, pero por otra, también quería acatar la cultura y las tradiciones familiares y respetar sus raíces.

Pero a pesar de sus conflictos de identidad, Sania tuvo una infancia normal y feliz.

Estudió en el Chattanooga School for the Arts and Science, donde hizo muchísimos amigos y además empezó una relación con un chico, Robert, la cual tuvo que mantener en secreto porque sabía que sus padres no la iban a aprobar, ya que ellos querían que se casara con un hombre originario del sur de Asia.

Y es que sus padres, debido a su cultura, tenían unas grandes expectativas para ella, a nivel laboral, a nivel sentimental, etc.

Tras graduarse en el instituto, donde, por cierto, había desarrollado mucho interés por la fotografía, empezó sus estudios en psicología en la Universidad de Tennessee Chattanooga.

Y este, para Sania, fue un momento muy agridulce, ya que mientras en sus estudios le iba estupendamente, su familia empezó a desmoronarse.

Sus padres pasaron por un terrible divorcio y su madre fue excluida de la comunidad pakistaní de la zona por haber iniciado los trámites de este divorcio.

Imaginad lo conservadora que era la comunidad pakistaní, la comunidad musulmana de la zona.

Sania, por supuesto, empatizaba con su madre y no comprendía la actitud tan arisca y autoritaria de su padre durante todo ese proceso, lo que derivó en que su relación con su padre se deteriorara bastante.

A pesar de todo por lo que estaba pasando, ella consiguió salir adelante y graduarse en la universidad, pero descubrió que la carrera que había elegido o que sus padres habían elegido para ella, más bien, no era a lo que quería dedicar su vida.

Así que decidió cambiar de rumbo por completo y centrarse en algo mucho más artístico, la fotografía.

Y la verdad es que fue todo un acierto, ya que a partir del año 2016 su negocio de fotografía empezó a viralizarse.

Ella se promocionaba a través de las redes sociales, especialmente en TikTok, donde además de compartir su trabajo, se grababa a sí misma contando sus experiencias y empezó a ganar bastantes seguidores y clientes. Laboralmente le iba muy bien y le encantaba su trabajo, pero no había seguido el camino que sus padres habían marcado para ella. Recordemos que ellos eran los que habían elegido que su hija estudiara psicología.

Era por esto que Sania, a sus 22 años, sentía que tenía que hacer que se sintieran orgullosos de ella.

Sentía que debía formar una familia con el hombre que sus padres querían para ella.

Por este motivo cortó su relación con Robert, su novio del instituto, y se abrió un perfil en Tinder, que todos sabemos que es la mejor aplicación para encontrar pareja.

Allí buscaba a un hombre musulmán originario del sur de Asia a quien poder presentar para mí.