El increíble caso de Alison Botha: cuando las pesadillas se hacen realidad 545v2a

Bienvenidos un día más a La Crónica Oscura, un podcast en el que os cuento las leyendas, los crímenes y las historias de terror más perturbadoras de la historia.

Hoy vamos a hablar de Alison Botta, una mujer de 27 años que acababa de volver a su apartamento en Port Elizabeth después de pasar una noche de fiesta con sus amigos.

Acababa de aparcar el coche y estaba recogiendo algunas de sus cosas del asiento trasero cuando notó una brisa cálida que pasaba junto a ella.

Cuando miró, obvio que había un hombre justo a su lado que la amenazaba con un cuchillo.

La obligó a sentarse en el asiento del pasajero mientras él se subía en el del conductor.

Y antes de conducir hacia una zona aislada donde la atacaría brutalmente, hizo una breve parada para recoger a su cómplice.

Y este fue el inicio del infierno de Alison Botta.

Yo sé que llevamos dos casos bastante crudos y que os han enfadado muchísimo.

Lo sé, os he leído en los comentarios.

Tanto el de Sania Khan como el de Jose Becerretana son bastante duros, bastante intensos y muy, muy indignantes.

Así que hoy he decidido traer uno del que podemos decir que tiene, no voy a decir un final feliz porque no es así, pero sí un final menos amargo que los dos casos anteriores.

Muy atentos porque si no conocéis la historia de Alison Botta, vais a flipar, ya os lo adelanto.

Pero antes de empezar, recordaros que podéis seguir y puntuar el podcast si queréis conocer más historias como esta y que si no queréis perderos nada, también podéis activar la campana de notificaciones.

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Y ahora sí, dicho esto, no me enrollo más y comenzamos directamente con la increíble historia de Alison Botta.

Alison Botta nació el 22 de septiembre de 1967 en Port Elizabeth, en Sudáfrica.

Era la segunda hija del matrimonio formado por Claire y Brian, quienes se divorciaron cuando ella apenas tenía 10 años.

Por lo que Alison creció junto a su madre y su hermano mayor, Neil.

Fue una niña normal con una infancia normal.

No era muy buena en los estudios y nunca tuvo muchas aspiraciones en cuanto al ámbito laboral.

Podría decirse que desde muy pequeña era un espíritu libre.

Así que después de graduarse en el Collegiate Girls High School en el año 1985, estudió secretariado durante un año en el Port Elizabeth Technicolm simplemente por tener una formación reglada y poder empezar a trabajar y así ganar su propio dinero.

Pero lo que realmente quería Alison era viajar y ver mundo.

Por eso, a los 21 años decidió hacer la maleta y marcharse al extranjero.

Pasó cuatro años fuera antes de volver a Port Elizabeth, su ciudad natal, donde decidió establecerse definitivamente y donde empezó a trabajar como agente de seguros.

Por irónico que parezca, por lo que va a pasar a continuación, su madre estaba feliz y tranquila, ya que su hija había vuelto sana y salva a casa.

Y ahora vamos a situarnos directamente en el día de los hechos, el 18 de diciembre de 1994.

Un día que había sido espectacular para Alison.

Pleno verano, sí, en diciembre es verano en Sudáfrica.

Había pasado la tarde en la playa, había hecho una barbacoa con sus amigos, con quienes también había cenado esa noche unas pizzas.

El día perfecto, vaya.

Ya por la noche, Alison se ofreció a llevar a una de sus amigas a casa antes de volver a la suya propia.

Cuando llegó al parking en frente de su apartamento y aparcó su coche, se giró hacia el asiento de atrás para recoger sus cosas.

Fue entonces cuando notó un aire cálido junto a ella y al girarse de nuevo pudo ver a un hombre que tenía medio cuerpo dentro de su coche y que amenazándola con un cuchillo la obligó a moverse al asiento del copiloto.

Él se subió en el lado del conductor y arrancó.

No bloqueó las puertas, pero Alison estaba paralizada por el miedo y ni siquiera pensó en saltar del vehículo.

El hombre le dijo que no quería hacerle daño, que solo quería utilizar su coche y también le mencionó que se llamaba Clinton y le preguntó si tenía novio.

Todo esto generó en Alison una falsa sensación de seguridad y entonces se relajó y bajó la guardia.

Al cabo de un rato, el tal Clinton aparcó en un lado de la carretera y otro hombre se subió al coche.

Nada más verle la cara, Alison se asustó de verdad y se dio cuenta de que todo lo que le había dicho Clinton, que ya os adelanto que este no era su verdadero nombre, era mentira y de que nunca volvería a casa.