La Palabra CNCN juves 5 junio 2025 y3z20

La palabra con nosotras, con nosotros. Una reflexión de la palabra cotidiana en diálogo con el acontecer de la comunidad universitaria.

Hola, buenos días. Bienvenidas, bienvenidos a la palabra con nosotras, con nosotros.

Llegamos al capítulo 4 de la carta de Pablo a los romanos y ahora podríamos pensar que en una interacción específica con su pueblo, como que toda la próxima sección está dirigida a el pueblo judío, para tratar de ayudarle como ya caminó, ya vivió Pablo, a integrar pues su tradición, su cultura, su práctica religiosa, lo de bueno que han descubierto en su ser y qué hacer, con el mensaje de la buena noticia, porque desde luego que habrán grandes preguntas.

Entonces, ¿tiene algún sentido nuestro vínculo con Abram? ¿Tiene algún sentido la presencia de Moisés y lo que Moisés nos transmitió? Recordamos esta figura tan querida del judaísmo histórico de Moisés, el que siente con su pueblo, el que tiene cariño en su pueblo. Podríamos decir que de alguna forma es como una presencia profética del Dios encarnado que ama a su pueblo y que lo acompaña y que está con él.

La gran pregunta para los judíos que estaban escuchando esta carta de Pablo, cristianos de origen judío, es ¿dónde acomodamos nuestra historia en lo que nos acabas de decir? Y para eso va a dedicar una buena parte de este capítulo. Vamos a verlo parte por parte.

Esto introduce la figura de Abram en los versículos del 1 al 5. ¿Qué nos dicen? ¿Y qué diremos de Abram, nuestro padre según la carne? Si Abram fue justificado por las obras, podía estar orgulloso, pero no delante de Dios. ¿Qué dice la escritura? Creyó Abram a Dios y esto le fue tenido en cuenta para su justificación. Al que trabaja le dan el salario como paga, no como regalo. Al que no hace nada, sino que se fía en el que hace justo al malvado, se le tiene en cuenta la fe para su justificación.

Palabra de Dios. Pues este texto, con el que inicia el capítulo 4, nos presenta a la figura de Abram, el referente fundamental de identidad del pueblo judío, descendientes de sangre todas y todos. Así se viven, así se sienten. Es parte de su historia y su identidad. Tenemos un solo antepasado común. Somos una familia porque todas, todos descendemos de Abram, de nuestro padre. Pablo rápidamente habla de esta relación, describiéndola según la carne.

Abram, nuestro padre según la carne. Porque ya veremos que Abram tiene otro tipo de paternidad más importante para la salvación, que es la paternidad desde la fe. Es el padre en la fe, el modelo, el que encarnó ese ideal que ahora Pablo está tratando de hacer extensivo a todas las personas que buscan la salvación, a todas las personas para que puedan acoger la salvación que Dios nos regala en la presencia de Cristo Jesús.

Bien, nos comenta que Abram no fue justificado por sus obras, porque entonces podría estar orgulloso, podría considerar que los méritos que ganó son los que traen como consecuencia la relación que Dios tiene con él. Y no es así. Citando varios textos, en particular el texto del Génesis 15, creyó Abram a Dios y esto le fue tenido en cuenta para su justificación.

Creyó Abram a Dios, es decir, tomó en cuenta lo que Dios le había comunicado, la forma como Dios se le acercó, la forma como Dios lo invita a dejar atrás la vida a la que se había acostumbrado para arriesgarse a ir de la mano de Dios a descubrir una vida de plenitud, con todo lo que implicaba de renunciar a lo que tenía antes y que le parecía que era bueno. Pero recordemos que esa área de confort en la que vivía Abram era un mundo de esterilidad, no tenía hijos, no tenía familia, símbolo de una vida estéril, una vida instalada, donde todo está resuelto.