
Descripción de MOTHER HORSE EYES #87-100 4w2v4v
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Este contenido se genera a partir de la locución del audio por lo que puede contener errores.
Título. Mara y el vientre materno. 87º post. 17 de junio de 2016 a las 21.42. Posteado en el subforo de fotos. Interesante instalación de fontanería. Muelle de Santa Cruz. En el hilo, somos el ganado del útero. En respuesta al post que decía, sabes que la próxima vez que un fontanero tenga que trabajar en esa cosa, se va a cabrear. Mara está en proceso de muda, así que no podemos jugar. Tendré que esperar a que termine. Me he mudado de la abarrotada madriguera de arena. Creo que seis crías diferentes viven allí ahora, y todo el mundo se arrastra por encima del otro, y hay riñas y picotazos. Ahora vivo en una de las cuevas marinas.
Es húmeda y un poco solitaria, pero al menos nadie me pica y es un poco más fácil encontrar comida. Cuando Mara termine de mudar, quiero que venga aquí y tal vez podamos vivir juntos. Las cuevas están hechas de roca fundida negra que se ha endurecido en formas fluidas. Las lunas brillan a través de docenas de agujeros porosos en el techo, y la espuma marina lanza formas sobre el techo de roca. Me gusta sentarme y dejar que las formas cuenten la historia del mundo antiguo. Esta cueva es bonita. Me quedaré aquí. Me estoy hartando de comer flores marinas, pero no quiero pasar por la molestia de comprar ganado.
La afluencia al templo es horrible en esta época del año, todo el mundo clama y mendiga, y los sacerdotes son avariciosos y oficiosos. Nos dicen que el ganado es una generosa bendición del vientre de la madre, pero yo creo que lo compran en el interior. En cualquier caso, no quiero tener nada que ver con eso. Nunca hay mucha comida en la época de marea baja, cuando el aire se vuelve fresco y los gusanos se alejan, pero las plumas aún no han llegado. Este año es incluso peor que de costumbre. Dicen que el océano muere un poco más cada año. El agua se está volviendo amarga. Pero como vivo en esta cueva marina, puedo bajar a la cala antes que los demás, así que tengo bastante suerte con lo que consigo comer.
Me despierto con el sonido de la lluvia sobre el océano fuera de la cueva. Me asomo para ver de qué tipo será. Amarillento cada verdoso, mi favorita. Me arrastro hasta un acantilado y dejo que la lluvia caiga sobre mi caparazón. Hay algo dulce en la lluvia verde claro que afloja los caracoles de mar de mis juntas. Me arrastro el caparazón con las extremidades delanteras, cortándolos y dejándolos caer sobre las rocas hasta que toda la parte delantera queda limpia y lisa. Después me limpio las articulaciones y la parte inferior. Hoy en día, con la escasez de comida, es habitual comerse estos caracoles, pero saben amoníaco.
Justo cuando he terminado de acicalarme y me siento rejuvenecido y brillante, Mara viene trepando por la roca. Su caparazón es nuevo y tiene un aspecto increíble. Bailamos, escarbamos y nos damos pequeños mordiscos. La ha echado de menos más de lo que pensaba.
Mueve los colores de su caparazón para mostrarme cómo se siente. Son muy vivos en su nuevo hueso. Me enseña fotos de ella buscándome por todas partes, buscando por todas las cuevas marinas. Le muestro a mí mismo sentado en la cueva, solo y esperándola. Me pica en las patas delanteras y yo bailo para ella. Dulce y adorable Mara. Le enseño a amar a mi cueva y le gusta. Le encanta la bruma del mar y la forma en que podemos ver las lunas purpurateta atravesar el cielo a través de los agujeros de la roca.
Le enseño cómo vivir aquí juntos y convertirlo en un bonito hogar. Me muestra abandonando la madriguera, coloreándolo como una pregunta. Le muestro que había demasiada gente y que me estaba hartando de todos los demás. Tuerce su antena hacia mí, haciendo movimientos lentos y reconfortantes. Pero me doy cuenta de que no me ha contestado a lo de vivir en la cueva. Siento que mi pequeño plan se viene abajo. Mara no se queda conmigo en la cueva, pero me visita a menudo.
Me aseguro de tener siempre algunas flores marinas para cuando ella viene. Últimamente son cada vez más difíciles de encontrar. Tengo tanta hambre que me cuesta no comerme todas las flores antes de poder dárselas a Mara. Le doy las mejores, pero siguen siendo pequeñas y de un feo color azuljana.
A pesar de ello, ella siempre me muestra lo deliciosas que están. Mara sugiere que vayamos al templo a por ganado para hacer una comida en condiciones. Le muestro que no me gustan las multitudes. A Mara siempre le ha gustado el templo. Utiliza colores irables para mostrar la gran montaña de piedras preciosas y las lunas que atravesan los pilones y el gran zigurat de donde se saca y se vende el ganado. Muestra a los sacerdotes con sus conchas pintadas.
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