
Descripción de Lydia Davis - 8 relatos cortos 54652h
Escritora estadounidense, conocida por sus relatos extremadamente cortos en los que suele abordar temas cotidianos, aparentemente sencillos e irrelevantes, pero que, gracias a su ingenio y habilidad para captar emociones, logra darles una original y desconcertante profundidad. Hemos puesto voz a diez de estos breves relatos que aparecen en sus ‘Cuentos completos’ (Seix Barral). CRÉDITOS (Título/voz): 1. La madre / Lola Orti 2. El otro / Ika Ventura 3. Afinidad / Mingo España 4. El honor del subjuntivo / Manuel Alcaine 5. El Momento más feliz / José Luis Hernández 6. Un trabajo en la Universidad / María José Sampietro 7. Desde abajo, como vecina / Elena Parra 8. Idea para un cortoLydia documental / Manuel Alcaine Montaje y ambientación musical: Manuel Alcaine (IA-UDIO) 2d1v2g
Este contenido se genera a partir de la locución del audio por lo que puede contener errores.
La madre. La chica escribió un cuento.
Sería mucho mejor si escribieras una novela, dijo su madre.
La chica construyó una casa de muñecas.
Sería mucho mejor si fuera una casa de verdad, dijo la madre.
La chica hizo un cojín para su padre.
No hubiera sido más útil un hedredón, dijo la madre.
La chica excavó un pequeño hoyo en el jardín.
Sería mucho mejor si excavaras uno más grande, dijo la madre.
La chica excavó un gran hoyo y dentro se echó a dormir.
Sería mucho mejor si te durmieras para siempre, dijo la madre.
El otro. Ella cambia algo en la casa para fastidiar al otro.
Y el otro se fastidia y lo vuelve a cambiar.
Y ella cambia otra cosa en la casa para fastidiar al otro.
Y el otro se fastidia y la vuelve a cambiar.
Y entonces ella les cuenta lo que está pasando a otros.
Y los otros creen que tiene gracia.
Pero el otro no puede y no cree que tenga ninguna gracia.
Pero eso ya no puede cambiarlo.
Afinidad.
Sentimos afinidad con un pensador porque estamos de acuerdo con él.
O porque nos muestra lo que ya pensábamos.
O porque nos muestra de una forma más clara lo que ya pensábamos.
O porque nos muestra lo que estábamos a punto de pensar.
O lo que más tarde o más temprano hubiéramos pensado.
O lo que habríamos pensado mucho más tarde si no lo hubiéramos leído ahora.
O lo que podríamos haber pensado, pero nunca habríamos pensado si no lo hubiéramos leído ahora.
O lo que nos hubiera gustado pensar, aunque nunca lo habríamos pensado, si no lo hubiéramos leído ahora.
El honor del subjuntivo invariablemente precede, aunque no la reemplace por completo,
a la determinación de alcanzar lo absolutamente justo y deseable.
El momento más feliz
Si le preguntas cuál es su cuento favorito entre todos los que ha escrito, dudará mucho rato.
Y dirá por fin que quizás sea un cuento que una vez leyó en un libro.
Un profesor de inglés en China le preguntó a un alumno chino cuál había sido el momento más feliz de su vida.
El estudiante dudó mucho rato. Por fin sonrió, ruborizado,
y dijo que su mujer había ido una vez a Pekín, donde comió pato,
y que a menudo le hablaba de aquel viaje.
Así que podía decir que el momento más feliz de su vida era el viaje de su mujer cuando comió pato.
Un trabajo en la universidad
Creo saber qué tipo de persona soy.
Pero entonces pienso, esta persona desconocida me imaginará muy distinta
cuando él o ella oiga esto o aquello sobre mis méritos.
Por ejemplo, que trabajo en la universidad.
El hecho de que trabaje en la universidad sugerirá que debo ser el tipo de persona que trabaja en la universidad.
Y entonces tengo que itir, asombrada, que después de todo es verdad que trabajo en la universidad.
Y si eso es verdad, entonces quizá, en el fondo, sea el tipo de persona que uno se imagina
cuando oye que una persona trabaja en la universidad.
Pero, por otra parte, sé que no soy el tipo de persona que me imagino
cuando oigo que una persona trabaja en la universidad.
Entonces veo que el problema es el siguiente.
Cuando otros me describen así, parecen describirme por completo,
mientras que, de hecho, no me describen por completo.
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