Lizzie Borden ¿Asesina o Víctima? 4b63

Vio que fumaste la senda de la izquierda para llegar aquí, te gusta el misterio y las leyendas, las tradiciones y el folclore, los seres elementales, lo intangible y, en definitiva, todo aquello que es casi invisible al ojo humano, sé pues bienvenido al hogar de esta humilde bruja donde habitan trece mirlos nuevo. ¿Qué tal han ido todos estos días en que no nos hemos encontrado? ¿Te has mojado mucho con la lluvia? Acostumbrémonos porque el resto del año se presenta igual de inestable. Pero pasa, entra y siéntate junto a mí. Te estaba aguardando, por eso he preparado un licor de fresa casero, es muy suave pero entibia el ánimo y para acompañar unas vainillitas bañadas en chocolate que he estado horneando desde muy temprano.

Hoy te pido que prestes mucha atención porque me gustaría que en comentarios me dejases tu conclusión de todo lo que te voy a explicar. Hoy no te traigo un tema de los más habituales en la casa de piedra y probablemente pensarás que está muy manigo, pero permíteme que lo dude hasta cierto punto. Verás, aunque el brutal asesinato en que se vio involucrada Lizzie Borden ocurrió hace más de 130 años, aún sigue siendo un misterio y a pesar de ser un crimen casi tan famoso como los asesinatos de Jack el Destripador y que en consecuencia ha sido analizado por cientos y miles de aficionados y estudiosos sobre el tema, es importante saber que actualmente quedan muchos cabos sueltos que impiden dar colofón a este siniestro hecho.

Para ponernos en situación voy a describir la escena. El jueves 4 de agosto de 1892 amaneció caluroso y pesado la población de Fall River en Massachusetts. En el hogar de los Borden, situado en el número 92 de la calle segunda, flotaba en el aire una mezcla de polvo de algodón que llegaba desde las fábricas locales en donde se hilaba, tejía y estampaba este tipo de producto.

Este hecho producía si cabe una sensación aún más sofocante. Media mañana la señorita Lizzie Borden, que residía aún en la casa materna, se cruzó con Maggie, la criada, al bajar las escaleras que conducían a la planta principal. La chica le hizo saber que no se sentía bien y deseaba descansar un par de horas, por lo que se iba a estirar en su cama durante un rato.

Entonces Lizzie entró en la cocina. Esa mañana no había madrugado, por lo consiguiente al levantarse hace ya un par de horas que se había retirado el desayuno. Su madrastra entraba en ese momento por la puerta con la que se accedía a la casa por la parte del patio trasero y le comunicó que no había café hecho y que se las arreglara ella sola con su desayuno, añadiendo que se iba a ausentar ya que había recibido una nota requiriéndola para visitar a una amiga enferma. El calor de aquel día era tan abrasador que Lizzie prefirió no encender el fuego para hacer café y decidió ir al granero a buscar algo de fruta. Así que tomó unas cuantas galletas de avena y salió hacia el granero.

Una vez allí, se entretuvo comiendo las galletas y unas peras y una vez hubo desayunado, pensó que era el día idóneo para acercarse al río a buscar un poco de consuelo para aquel calor tan agobiante.

Así que volvió a entrar en la casa por la misma puerta por la que había salido y subió a su habitación para cambiar su vestido y su calzado. Como no escuchó sonido alguno mientras permaneció allí, pensó que su madrastra ya se había marchado y se fue.