
Literatura para Oír #1193 Guillermo Saccomanno, Premio Alfaguara 2025, Leila Guerriero, Premio BBK Gutun Zuria Bilbao 1f3v19
Descripción de Literatura para Oír #1193 Guillermo Saccomanno, Premio Alfaguara 2025, Leila Guerriero, Premio BBK Gutun Zuria Bilbao 4gs5w
*Realizador: Jorge Echavarría. *Lector: Carlos Ignacio Cardona. Episodio: Guillermo Saccomanno, Premio Alfaguara 2025, Leila Guerriero, Premio BBK Gutun Zuria Bilbao. El año literario de galardones 2025 da inicio con la concesión del Premio Anagrama de novela, en su convocatoria número 28, a la obra Arderá el viento, del escritor argentino Guillermo Saccomanno, quien resume su premiada obra como “una metáfora del infierno, una cosa dantesca. Debe ser entendida como metáfora de la sociedad en que vivimos”. Arderá el viento, trata de un pueblo chico en la costa argentina, un lugar aparentemente tranquilo, pero lleno de prejuicios, supersticiones y violencias escondidas que estallan con la llegada de los Esterházy, una pareja enigmática y sus dos hijos, que llegan a istrar un hotel, confirmando el dicho “Pueblo chico, infierno grande”. Caudillismos, conservadurismo, derechización, ignorancia, superstición son los ingredientes perversos de esta radiografía, inspirada en Onetti y Faulkner, y que como trasfondo tiene el ascenso al poder de regímenes racistas y retrógrados en lo social. Guillermo Saccomanno , nacido en 1948, en Buenos Aires es novelista, ensayista y guionista de cine e historietas, además de columnista del diario Página 12. Ha escrito 10 novelas. 2a4841
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Programa de Radio Bolivariana, de la Universidad Pontificia Bolivariana, Medellín, Colombia.
El Premio Anagrama de Novela, en su convocatoria número 28, fue concedido a la obra Arderá el Viento, del escritor argentino Guillermo Sacomano, quien resume su premiada obra como una metáfora del infierno, una cosa dantesca, debe ser entendida como metáfora de la sociedad en que vivimos. Arderá el Viento trata de un pueblo chico en la costa argentina, un lugar aparentemente tranquilo, pero lleno de prejuicios, supersticiones y violencias escondidas que estallan con la llegada de los Esterhazy, una pareja enigmática y sus dos hijos, que llegan a istrar un hotel confirmando ese dicho de pueblo chico, infierno grande.
Caudillismos, conservadurismo, derechización, ignorancia, superstición son los ingredientes perversos de esta radiografía, inspirada en Onetti y en Faulkner, y que como trasfondo tiene el ascenso al poder de regímenes fascistas y retrógrados en lo social. Guillermo Sacomano, nacido en 1948 en Buenos Aires, es novelista, ensayista y guionista de cine e historietas, además de columnista del diario Página 12.
Ha escrito 10 novelas. Así inicia su premiada e impactante novela, Nosotros.
El cadáver amanecerá en un barrial del sur cinco impactos de 9 milímetros. No nos vamos a poner a detallar dónde le acertaron los balazos, si en el pulmón izquierdo, en el hígado, donde sea. Detallar los impactos no aclara demasiado el asunto, nadie vio nada, pero la sangre está. No nos hagamos los que no vimos, siempre alguien vio, y pudo ser visto viendo. Somos pocos en esta villa y nos conocemos, las malas noticias circulan antes que la radio, la tele y el periódico, y si se raspa un poco se encontrarán conexiones entre el asesinato y los integrantes de las fuerzas vivas.
Nosotros nos repetimos, es cierto, hay historias que adquieren protagonismo un tiempo y después las reemplazan otras y el olvido, y cada una toda una novela. Por ejemplo, el hotel, Asburgo. Si unas cuantas vidas se encuentran ligadas con él tal como se las recuerda es a través de Moni, la dueña, que surfeó con una elegancia sensual, algo anticuada, pero que en ella era estilo. Sexo, dinero, traición, asesinatos, corrupción tuvieron que ver tácitamente con ella.
Moni, quien asumió todo el tiempo una inocencia digna de una esposa fiel, madre abnegada, y aureolándola la fama de poeta del pueblo. También habría que tener en cuenta a su cónyuge, el conde Sterházy, el noble húngaro obsedido por la tela en blanco que le iba de artista maldito, alcohólico y timbero perdido, capaz de venderle el alma al diablo, si ya no lo había hecho en la época de esos sucesos.
Y los vástagos de ambos, el casalito Juntafrik, que no puede pasarse por alto, el pibe Straviko, víctima en la escuela que habría de convertir la humillación en una alquimia de estrambóticas ideas terroristas y desprecio a los seres humanos que intentaría llevar a la práctica. A su lado, inseparable, Aniko, su hermana escuálida y lánguida, aficionada a un espiritualismo orientado por el I Ching, que emplearía como oráculo para explicar su destino a quien la consultara. Jardinero, albañil, carpintero, mayordomo, custodio, amante, al grupo debe sumársele Toby, el ladero enamorado de su patrona.
Además están los funcionarios municipales, dicen Greco, el intendente, Damonte, el secretario de planeamiento, siempre cuestionados por conflictos vinculados con las coimas y las influencias, los enjuagues del Consejo Deliberante y sus respectivas familias. Y no dejaremos afuera a Nancy, la doméstica de confianza de los Greco, dueña de su intimidad, sus secretos. A quienes no se puede apartar es a los policías, entre los que se destaca el comisario Barroso con sus métodos herederos de la represión de la dictadura.
Si se buscan conexiones directas o indirectas entre Moni, más tarde escritora libertina, émula de Wilhelmine Schroeder de Vriant, y no será necesario hurgar mucho entre sábanas arrugadas para comprobar que los chismes, al igual que toda mitología, deben disponer de una resaca de verdad. Y ahí tenemos entre otros al polaco Tomaszewski, el ferretero tan atribulado como su hija pianista, condenada a la frustración de sus aspiraciones artísticas. Incluyamos a Dulce, la jipona viuda cosechadora de cannabis, la flor más pegadora de la villa y su empleo.
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