
Literatura para Oír #1169 Dos pérdidas: Antonio Mora V. - (Colombia) - Edgardo Cozarinsky (Argentina) 684z4v
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*Realizador: Jorge Echavarría. *Lector: Carlos Ignacio Cardona. 44x6s
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Programa de radio bolivariana de la universidad pontificia bolivariana medellín colombia dos perdidas en el mundo de las letras antonio mora vélez colombia y edgardo cozarinsky argentina así como día a día nacen nuevos libros y autores otros parten y dejan sus huellas en ese ciclo vital del que no podemos escapar ni nosotros ni la literatura nuestro primer viajero a la eternidad es el colombiano antonio mora vélez quien nació en barranquilla el catorce de julio de mil novecientos cuarenta y dos y al poco tiempo se trasladó a la ciudad de cartagena donde vivió parte de su infancia en condiciones bastante precarias años después se radica en montería donde desarrolló su actividad literaria y conformó el prestigioso grupo el túnel del cual nacieron publicaciones y reconocidos creadores mora vélez junto a rené ribetes y alfonso fuenmayor también fallecidos son los pioneros del género de la ciencia ficción en colombia su ansia de futuro se forjó en un telescopio de su colegio y las películas a las que asistía con golosa atención moro publicó más de treinta libros que alternó con sus roles de locutor gestor cultural abogado funcionario periodista de opinión profesor y decano universitario murió el diecinueve de mayo de dos mil veinticuatro de mora vélez escuchemos los ejecutores aquella era una noche fría de saturnal el mes de las lluvias con un cielo encapotado que no permitía ver la luz de la luna las calles estaban solas y las pantallas del alumbrado languidecían misteriosamente como si la energía hubiera optado por el atajo de carnot y se perdiera en ese impreciso lugar en donde el fuego se libera de sus alas para retomar el ciclo me disponía a salir de una taberna del tipo alemán situada en el populoso sector de mocarí había estado allí en la agradable compañía de mis amigos de tertulia durante horas y horas habíamos hablado de política de mujeres de rones de las últimas decisiones de multivac y la conversación giraba y giraba alrededor de uno y hoy otro tema y a los oídos de cualquier parroquiano del siglo treinta y dos era como si nada hubiera cambiado sobre la faz del caribe después del gran salto nabu y castillejo mis eternos compañeros de farra habían consumido quince sifones de cerveza rubia con pitillos enervantes yo en cambio por el temor de mi gota apenas si ingerí un par de whiskys dobles en la roca que el barman muy gentilmente accedió a venderme no obstante las restricciones del día ordenadas por la sep xion etílica de multivac yo estaba aburrido eso es lo que quiero decir de modo que no hay razón alguna para atribuirle al alcohol la procedencia de todo mi dicho de lo que mis ojos vieron esa noche después de la juerga juro que es tan verdad como la luz que ahora contemplo en esta hermosa terraza de plasma cósmico que me hace recordar los viejos tiempos de mi estancia ya en tierra santa de cuando era un principiante en comunicación social y jugaba con las palabras de la jerga en la elaboración de intrincados poemas matemáticos que ni yo mismo lograba descifrar salí como a las doce y cuarto de la taberna solo castillejo trató de detenerme con su verbo y con esa prosa pope ella tan suya pero tan ostensiblemente impostada diciéndome que no habíamos terminado el tema de los decibeles ópticos pero yo lo despedí cortésmente haciéndole un gracejo con su estilo de antiguo lord inglés pero vestido de hojalata y apelando a mis conocidos achaques articulares intente tomar un trolley pero la hora no era la más apropiada y me decidí entonces por un robot taxi que pasó justo a los diez minutos de espera lo abordé y le dije mi dirección de llegada su cerebro prodigioso me respondió que tendría que hacer un ligero rodeo antes de llegar ya que se había producido un crimen por el sector y varias calles encontraban interceptadas muy bien como usted ordene le contesté el vehículo inició la marcha por el carril interior de la autopista y yo me recosté en el espaldar de la butaca intentando dormir durante el recorrido eran ya las doce y media de la madrugada del sábado hora en la que según los noticieros breves salían a cumplir con su oficio los llamados ejecutores del tiempo los correctores de la historia que anticipara genialmente isaac asimov en su polémico fin de la eternidad a fines del milenio anterior tal vez por esa circunstancia las calles se hallaban más solitarias que de costumbre
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