La GRANDEZA de un LIDER【Cuentos para 💖 aprender VALORES】 1o3858

La grandeza de un líder Había una vez un poderoso gobernador que tenía tres hijos.

Dudando sobre quién debía sucederlo en su lugar, envió a cada uno de ellos a gobernar un territorio durante cinco años, al término de los cuales deberían de volver junto a su padre para mostrarle sus logros.

Así marcharon los tres, cada uno a su lugar, alegres por poder ejercer como grandes mandatarios.

Pero al llegar descubrieron decepcionados que tan solo se trataba de pequeñas villas con un puñado de aldeanos en las que ni siquiera había grandes edificaciones.

El mayor, que fue el primero en llegar a su nueva aldea, dijo, Seguro que a mis hermanos le ha dado mejores lugares, pero demostraré a mi padre que puedo ser un gran gobernador.

Y juntando a los pocos habitantes de su villa, les enseñó las artes de la arquitectura y la construcción, para formar un pequeño equipo con el que construir y hacer crecer la villa.

Así su pequeño poblado creció en fuerza y poder.

Trabajaron duro de sol a sol y al cabo de los cinco años había multiplicado cien veces su extensión.

Orgulloso, el joven reunió a aquellos primeros aldeanos y volvió junto a su padre.

El mediano por su parte, cuando llegó a su nuevo pueblecito, pensó, Seguro que a mis hermanos le ha dado mejores y mayores pueblos que dirigir, pero eso es que mi padre quiere probar si puedo yo ser un gran jefe.

Y desde aquel momento inició con sus aldeanos la construcción de un gran edificio, gigante y majestuoso, que fuese una demostración de fuerza y pujanza ante el mundo.

Y tras cinco años de duro trabajo, un magnífico edificio presidía la pequeña aldea.

Satisfecho, el joven viajó de nuevo junto a su padre junto a alguno de sus aldeanos.

Y mientras tanto el tercero y más pequeño de los hermanos, aseguró también cuando llegó a su nueva aldea, Seguro que si mi padre me ha mandado a esta aldea, es que le importa la gente que vive aquí.

Y resolvió cuidarles a ellos y preocuparse porque nada les faltara.

Durante sus cinco años de gobierno, la aldea no cambió mucho, era un lugar humilde y alegre con pequeñas mejoras aquí y allá, aunque sus aldeanos parecían muy satisfechos por la labor del jovencito y lo acompañaron gustosos a ver de nuevo al gran jefe.

Así un día los tres hermanos fueron recibidos con alegría, con todo preparado para la gran fiesta donde se comunicaría cuál era el digno sucesor.

Pero cuando llegaron ante su padre, cada uno quiso contar las hazañas que debían de hacerle merecedor del nuevo puesto, pero el gobernador no los dejó hablar, en su lugar pidió a los aldeanos que contaran cómo habían sido sus vidas en estos cinco años.

Así los súbditos del hijo mayor mostraron el gran esfuerzo realizado en su arduo trabajo, y narraron todo el sufrimiento que les había supuesto extender su reino.

El hermano mayor sería un gobernador temible, fuerte y conquistador, y se sentían orgullosos de él.

Los súbditos del mediano contaron cómo, bajo el liderazgo del joven heredero, habían trabajado por la mañana en el campo y por la tarde en la obra para construir tan magnífico edificio que era envidia de todo el mundo.

Sin duda sería también un gran jefe, pues era capaz de los mayores logros y se sentían muy orgullosos de él.

Finalmente los súbditos del pequeño medio avergonzados contaron lo felices que habían sido junto a aquel gran jefe humilde y práctico, que había mejorado sus vidas en tantas pequeñas cosas, como probablemente no era el gran jefe que todos esperaban, pues no lucía grandes lujos ni ostentaba ansias de poder y ellos le tenían gran afecto, pidieron al gran gobernador que al menos le dejara que siguiera gobernando su villa.

Acabadas las narraciones, todos se preguntaban lo mismo que el gran gobernador, ¿Cuál de los hermanos estaría mejor preparado para ejercer tanto poder? Indeciso, y antes de tomar una decisión, el gobernador llamó uno por uno a todos sus súbditos y les hizo una sola pregunta, si hubieras tenido que vivir estos cinco años en una de esas tres villas, ¿Cuál hubieras elegido?