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La fuerza del relato: cuentería, gestión y magia en movimiento

La fuerza del relato: cuentería, gestión y magia en movimiento 5t3in

19/5/2025 · 28:00
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En este episodio de Entre Cuentos conversamos con Hanna Cuenca, comunicadora social, coach, facilitadora de Dragon Dreaming y máster en intervención social, sobre la capacidad transformadora de los relatos personales y colectivos. Hablamos de sueños, propósito, comunidad y del poder que tienen las historias para sanar, crear y reinventar el mundo que habitamos. Un espacio para quienes creen que narrar también es una forma de accionar. 39574s

Lee el podcast de La fuerza del relato: cuentería, gestión y magia en movimiento

Este contenido se genera a partir de la locución del audio por lo que puede contener errores.

Déjate envolver por los relatos que inspiran, emocionan y te transportan a otros mundos.

En Entrecuentos, cada episodio es una puerta abierta a la imaginación donde las palabras cobran vida y te invitan a soñar.

Entrecuentos, las historias de quienes cuentan historias.

Hola, bienvenidos a Entrecuentos, un podcast dedicado a escuchar las historias de quienes nos cuentan las historias.

Hoy tenemos una invitada muy especial, una persona que tiene ya casi tres décadas contando historias, comunicadora social, máster en gestión social.

En intervención social.

En intervención social, ella es Ana Cuenca, bienvenida Ana.

Bueno, pues muchas gracias José, contenta de estar aquí en Compensar Estéreo.

Nosotros también estamos muy contentos que hayas aceptado esta invitación, estamos en el marco de la Feria Libre y pues queríamos traer un referente de la cuentería que ha estado no solamente acá en Colombia, sino a nivel internacional.

Cuéntanos, ¿cómo llegaste al mundo de la cuentería? ¿Fue amor a primera historia o cómo te fuiste metiendo en este…? Sí, fue como un amor que se fue… cuando uno no cree en el amor, primero no lo ve.

Entonces, yo empecé a escuchar sobre cuenteros, alguna vez en el colegio llevaron a alguien que hizo cuentería, yo creo que fue Alberto… Albertico, se me acaba de olvidar el apellido, pero como que algo que vi, pero me pareció lindo y ya.

Cuando entré a la universidad, entré al externado, un semestre un poco perdida, entré a estudiar finanzas y relaciones internacionales, entonces ahí había cuenteros y me decían, vamos a ver cuenteros, y yo, ¡ay no! Cuando salí de ahí, porque no pegaba con nada, fui a estudiar comunicación social a la Javeriana y ahí me encontré a los cuenteros.

Entonces, ahí vi unas funciones de cuentería de Carolina Arrueda y Jaime Riascos y fue como, ¡oh! Como que salí así muy tocada, como que fue, esto es demasiado, me movió la cabeza, me imaginé todo lo que ellos decían, entonces empecé a hacerles entrevistas, pero yo no era cuentera, no me interesaba.

También Gonzalo Valderrama era monitor de expresión oral ahí en la facultad y una clase se volvió un concurso de contar cuentos y yo me gané el primer puesto de todo el semestre y me conté mi cuento y todo, pero yo todavía no, porque yo quería hacer teatro, entonces no, cuentería no, teatro sí.

Eso se reía luego años Carolina Arrueda diciéndome que yo, tan no, no, no, pero no me interesa la cuentería y no me perdía una función, les hacía entrevistas, trabajos de clase y todo.

Y ya en cuarto semestre entré a ensayar en el grupo de teatro de la facultad, que yo era parte, y cuando de pronto se voltea Jaime Riascos, que era guapísimo, pero era re papacito, ustedes no se imaginan, y se voltea y me mire y dice ¡ay, vos venís a taller de narración oral! Y yo, pues iba al ensayo de teatro, pero nos habían robado el espacio para hacer el taller y yo ¡sí, sí, sí! Y entré al taller y bueno ya, la primera vez que conté dentro del taller, ya había contado en público con esos concursos y esas cosas, pero la primera vez que conté dentro del taller sentí tanta alegría, tanta como emoción, fue tan, que ese día yo no almorcé, o sea, como que ya estaba plena, satisfecha.

Y entonces ahí ya me fui alejando del teatro y fui cada vez disfrutando más de contar cuentos, como que sentí que, claro, actuar es chévere, y hay gente que se dedica a actuar y tiene unas habilidades especiales para eso, pero siento que contar cuentos a mí me dispara la felicidad, mi alegría de vivir, me la dispara contar cuentos, entonces ahí empecé eso, fue en el 96, yo estaba en cuarto semestre de la universidad y pues de ahí, justo ese año hicieron el primer festival de cuenteros que era en Palábrate, entonces, nada, yo hice el taller, Jaime era muy lindo porque cuando a él lo llevaban a funciones, él abrió un espacio entre sus cuentos, terminaba un cuento y presentaba a uno de los talleristas, como para que cogiéramos cancha, entonces fui al primero en Palábrate, ahí conocí a los de Cali, Medellín, o sea, gente universitaria, que ahora son mis hermanitos de los cuentos, porque imagínense en el 96, desde esa época estábamos juntos, yo tenía 18, 19 años, y entonces el siguiente año me invitaron a Cali, a Medellín, a Pereira, Armenia, en el 98 ya fui al primer festival internacional, es como si, es como, no sé, la vida que me abrió las puertas y ahí también empecé a gestionar, o sea, como que me volví coordinadora del espacio, o sea, como que todas las cosas buenas de mi vida profesional han llegado fundamentalmente por haberme dedicado a contar cuentos.

Súper bonito y ahorita cuentas, ¿qué tipo de cuentos cuentas?

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