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Latinonomics
De Panamá a Pekín, con escala en paranoia. Maduro en modo ONU. Puerta trasera del Cartel

De Panamá a Pekín, con escala en paranoia. Maduro en modo ONU. Puerta trasera del Cartel 5t725b

29/3/2025 · 11:06
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Un canal que separa continentes. Una venta que despierta dragones. Una región donde el cobre brilla, los narcos vuelven, y las mujeres reescriben su destino. En este episodio de Latinonomics, navegamos entre tensiones geopolíticas, pugnas judiciales y cambios sociales que desafían lo establecido. Desde los puertos de Panamá hasta los talleres de Nunca Madres, esto es Latinoamérica. Real, cruda, y cada vez más impredecible. Suscríbete y entra con nosotros en el vaivén de la región que nunca deja de moverse. 4h342n

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Bienvenidos a un nuevo episodio de LatinoNomics.

Gracias por acompañarnos y por estar ahí, atentos a las voces que tratan de dar sentido al pulso económico, político y social de América Latina.

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Hoy las noticias no son solo titulares, son piezas que juntas forman un mapa de tensiones geopolíticas, desafíos internos, contradicciones y nuevas rutas comerciales.

Así que, vamos a entrarle de lleno porque hay mucho que desmenuzar.

Empecemos por Panamá, ese delgado ismo que se ha convertido en el epicentro de una nueva pulseada entre gigantes.

La empresa hongkonesa CK Hutchison tenía previsto firmar el próximo martes la venta de dos de sus terminales portuarias cercanas al canal de Panamá a un consorcio liderado por la firma estadounidense de gestión de inversiones BlackRock, pero eso ya no ocurrirá.

Las razones no se dijeron en voz alta, pero están por todas partes.

Pekín dejó claro su disgusto y, de paso, anunció una revisión antimonopolio del acuerdo.

La venta, valorada en más de 19 mil millones de dólares, amenazaba con reducir significativamente la influencia china sobre una de las rutas comerciales más estratégicas del planeta.

En Hong Kong, los medios estatales chinos se pusieron furiosos.

Uno de ellos incluso publicó una nota acusando a la empresa de entregarle un cuchillo al enemigo.

La borraron minutos después, pero ya había hecho el daño.

El mensaje era claro, China no va a quedarse de brazos mientras Estados Unidos recupera posiciones en un punto tan sensible como el canal de Panamá.

Y mientras las aguas geopolíticas se agitan, Nicolás Maduro lanza su propia ofensiva diplomática.

Esta semana habló con el secretario general de las Naciones Unidas y con el alto comisionado para los derechos humanos.

¿El motivo? Las recientes deportaciones de venezolanos desde Estados Unidos hacia una prisión en El Salvador.

Un movimiento ejecutado por la istración de Donald Trump que busca aplicar una ley de 1798 para deportar de forma expedita a presuntos de bandas.

Las familias claman inocencia.

Caracas denuncia una violación flagrante de derechos humanos.

Y Maduro pide a la comunidad internacional que intervenga.

Pero cuando el que lanza el reclamo tiene su propio historial manchado, el eco suele ser débil.

Saltamos ahora a Guyana, donde la creciente cercanía con Washington ha hecho saltar las alarmas en Pekín.

Todo comenzó tras la visita del secretario de Estado estadounidense, Marco Rubio, quien fue recibido con honores por el presidente Irfan Ali.

Guyana, rica en petróleo y con un litigio territorial abierto con Venezuela, prometió priorizar los acuerdos con Estados Unidos.

A cambio, recibió garantías de apoyo en caso de agresión.

La respuesta china no se hizo esperar.

La embajada en Georgetown recordó, con cifras y proyectos, que ha sido China la que ha invertido 1,400 millones de dólares al año en Guyana.

Hospitales, puentes, carreteras, pero también préstamo.

Y de esos, muchos.

De paso, Rubio lanzó dardos a la calidad de las obras chinas, afirmando que el camino desde el aeropuerto de Guyana le dejó casi con una conmoción cerebral.

La guerra blanda entre Estados Unidos y China en América Latina ya no se libra solo en discursos diplomáticos.

Se libra en el pavimento que se pisa.

Cruzamos a Chile, donde el gobierno de Gabriel Boric ha puesto rumbo a la guerra.

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