
Descripción de Choque de gigantes 1r5x63
La guerra comercial entre Estados Unidos y China está alcanzado niveles críticos llevando al extremo la tensión entre las dos mayores economías del mundo. Estados Unidos ha impuesto aranceles que alcanzan un promedio efectivo del 125% sobre los productos chinos. Esta escalada comenzó con el arancel del 34%, al que China respondió con represalias arancelarias y de otro tipo, lo que llevó a Trump a elevar aún más los aranceles, hasta el 104%. China, por su parte, ha prometido "luchar hasta el final", considerando las acciones de Trump una amenaza existencial para su ascenso como potencia económica. Los puertos de Los Ángeles y Long Beach, que manejan entre 800.000 y 900.000 contenedores mensuales, muchos provenientes de China, son el epicentro de esta guerra arancelaria. Los importadores estadounidenses han acumulado existencias para mitigar el impacto, pero estos stocks no durarán indefinidamente. Trump busca reducir el déficit comercial de Estados Unidos, que en 2024 superó el billón dólares. China representa aproximadamente una tercera parte ese déficit. Trump y su asesor Peter Navarro ven los superávits comerciales chinos como prueba de un sistema comercial global sesgado contra Estados Unidos, mientras que China percibe estas medidas como un intento de frenar su crecimiento. Esta vez el Gobierno chino no se ha contenido como en otras ocasiones. Ha respondido con fuerza convencido en que esta guerra comercial la puede ganar. Para evitar el desplome de la Bolsa de Shanghái ha intervenido ordenando a empresas estatales que comprasen acciones de empresas privadas. Pero aún le quedan balas en la recámara como una depreciación drástica del yuan o deshacerse de bonos del Tesoro estadounidense. Pero eso podría ser muy costoso ya que desestabilizaría su propio mercado financiero. Esta guerra comercial no solo afecta a China y Estados Unidos, tiene repercusiones globales. Países como Vietnam y Camboya, que servían como rutas de tránsito para productos chinos, ahora enfrentan aranceles más altos y controles aduaneros más rigurosos en Estados Unidos. Esto pone fin a la relación comercial conocida como "Chimérica", que durante cuatro décadas convirtió a Estados Unidos en el mayor consumidor del mundo y a China en el principal productor. La fractura económica resultante amenaza con una economía mundial más ineficiente, lo que podría empobrecer a todos. La guerra comercial afecta de lleno a a aliados como Japón, Corea del Sur y la Unión Europea, cuyos empresas se encuentran ahora frente a un muro arancelario nunca inferior al 20%. Esto podría impulsar a estos países a fortalecer lazos comerciales con China, lo que revertiría varios años de esfuerzos diplomáticos estadounidenses para reducir la dependencia europea de China. En Asia, países como Vietnam, Tailandia e Indonesia, que esperaban beneficiarse de una mayor relación con Estados Unidos, ahora tienen un más difícil a su mercado, lo que podría ponerles en manos de China. A Xi Jinping esto le puede venir muy bien. Su economía no estaba en el mejor momento pero puede aprovechar la situación. Su régimen autoritario le permite manejar mejor el malestar social y recurrir al nacionalismo para culpar a Estados Unidos de sus problemas. Además, puede implementar medidas como controles de exportación de tierras raras, inspecciones a empresas estadounidenses o incluso exigir que estas renuncien a su propiedad intelectual para operar en su mercado. Aunque la desvinculación total de la economía estadounidense sería un paso demasiado radical, China lleva años buscando autosuficiencia tecnológica, lo que podría facilitar este proceso. En este contexto, la guerra comercial no solo redefine las relaciones económicas globales, sino que también pone a prueba la resistencia de ambas potencias. En La ContraRéplica: 0:00 Introducción 4:21 Choque de gigantes 34:36 Por qué los aranceles 41:54 Doble rasero en la Justicia 49:26 Inseguridad en Europa #FernandoDiazVillanueva #aranceles #china ¿Quieres anunciarte en este podcast? Hazlo con advoices.com/podcast/ivoox/267769 5d1i2k
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Soy Fernando Díaz Villanueva, hoy es 10 de abril de 2025, y esto es la Contracrónica.
La guerra comercial entre Estados Unidos y China está alcanzando niveles críticos, llevando al extremo la tensión entre las dos mayores economías del mundo. Estados Unidos, como bien sabemos, ha impuesto aranceles que alcanzan un promedio efectivo del 125% sobre los productos chinos. Esta escalada comenzó con el arancel del 34%, al que China respondió con represalias arancelarias y también de otro tipo, lo que llevó a Trump a elevar aún más los aranceles, hasta el 104%. China, por su parte, ha prometido luchar hasta el final, considerando las acciones de Trump una amenaza existencial para su ascenso como potencia económica.
Los puertos de Los Ángeles y Long Beach, que manejan entre 800 y 900.000 contenedores mensuales, muchos de ellos provenientes de China, son hoy el epicentro de esta guerra arancelaria. Los importadores estadounidenses han acumulado existencias para mitigar el impacto, pero estos stocks no durarán indefinidamente. Trump busca reducir el déficit comercial de Estados Unidos, que en 2024 superó el billón con B de dólares.
China representa aproximadamente una tercera parte de ese déficit. Trump y su asesor comercial, Peter Navarro, ven los superávites comerciales chinos como prueba de que existe un sistema comercial mundial sesgado contra Estados Unidos, mientras que China percibe estas medidas como un intento de frenar su crecimiento.
Esta vez, el gobierno chino no se ha contenido, como en otras ocasiones. Ha respondido con fuerza, convencido en que esta guerra comercial la puede ganar. Para evitar el desplome de la bolsa de Shanghái, que es la principal del país, ha intervenido ordenando a empresas estatales que comprasen acciones de empresas privadas. Pero aún le quedan balas en la recámara, como una depreciación drástica del yuan o deshacerse de bonos del Tesoro estadounidense. Pero eso podría ser muy costoso, ya que desestabilizaría su propio mercado financiero.
Esta guerra comercial no solo afecta a China y a Estados Unidos, tiene repercusiones globales.
Países como Vietnam y Camboya, que servían como rutas de tránsito para productos chinos, ahora enfrentan aranceles más altos y controles a duaneros más rigurosos en Estados Unidos. Esto pone fin a la relación comercial conocida como Chimerica, que durante unas cuatro décadas convirtió a Estados Unidos en el mayor consumidor del mundo y a China en el principal productor.
La fractura económica resultante amenaza con una economía mundial más ineficiente, lo que sin duda nos empobrecerá a todos. La guerra comercial afecta de lleno a aliados como Japón, Corea del Sur o la Unión Europea, cuyas empresas se encuentran ahora frente a un muro arancelario nunca inferior al 20%. Esto podría impulsar a estos países a fortalecer los lazos comerciales con China, lo que revertiría varios años de esfuerzos diplomáticos estadounidenses para reducir la dependencia europea de China.
En Asia, países como Vietnam, Tailandia o Indonesia, que esperaban beneficiarse de una mayor relación con Estados Unidos, ahora tienen un más difícil a su mercado, lo que podría ponerles en manos de China. A Xi Jinping esto le puede venir muy bien. Su economía no estaba en el mejor momento, pero puede aprovechar la situación.
Su régimen autoritario le permite manejar de mejor manera el malestar social y recurrir al nacionalismo para culpar a Estados Unidos de sus problemas. Además, puede implementar medidas como controles de exportación de tierras raras, inspecciones a empresas estadounidenses afincadas en Estados Unidos o incluso exigir que estas mismas empresas renuncien a su propiedad intelectual para operar en su mercado.
Aunque la desvinculación total de la economía estadounidense sería un paso demasiado radical para el gobierno chino, lo cierto es que llevan años buscando la autosuficiencia tecnológica, lo que podría facilitar este proceso. En este contexto, la guerra comercial no solo redefine las relaciones económicas de todo el mundo, sino que también pone a prueba la resistencia de ambas potencias.
Otra contracrónica y otro día más hablando de Donald Trump y de sus cosas. En este caso, lo que nos toca hoy es la guerra comercial que ha desatado no con todo el mundo, de esto hablábamos hace un par de días, sino con China, donde la guerra comercial se está complicando más. Lo han llevado los periódicos a lo largo de los últimos días, especialmente miércoles y martes. La cosa está en curso. Esto podría ir a mucho peor, pero bueno, ya podemos ir haciendo un análisis preliminar de todo lo que está pasando.
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