
Andante lee cuatro poemas de Borges sobre los sueños 2ul29
Descripción de Andante lee cuatro poemas de Borges sobre los sueños 582z2t
Andante es un misterioso mago-mendigo de nuestro universo de ficción. En esta ocasión lo hemos elegido para que lea cuatro poemas (en realidad, tres poemas y un minicuento) del maestro argentino Jorge Luis Borges. Apaga la luz, enciende el audio y déjate llevar a un mundo de enigmas, creatividad y silencio... Esperamos que os guste, y si tenéis alguna petición de literatura que os gustaría que leyera alguno de nuestros personajes, dejadla en comentarios :) Para conocer más de nuestras historias, dibujos y nuestros personajes, visita: https://soloscuroelblog.blogspot.com/ Créditos: los fragmentos de piezas musicales que suenan de fondo son, por este orden, "Preludio a la siesta de un fauno", de Debussy; "Pavana para una infanta difunta", de Ravel; el "Adagio para cuerdas opus 11" de Barber y el "Nocturno nº9 de Chopin". La voz de Andante ha sido creada con ElevenLabs. s6s5i
Este contenido se genera a partir de la locución del audio por lo que puede contener errores.
Mi nombre es Andante. Soy caminante de sueños y soy mendigo. Olvídalo todo ahora y concéntrate
en escuchar mi voz.
Cierras los ojos. Estás en silencio. Tu mente divaga, repasando los acontecimientos del
día o preocupándose por los planes del día siguiente. Poco a poco, sin que puedas darte
cuenta, tus pensamientos se van fundiendo en la inconsciencia. Hay un interludio de
vacío y negrura, un túnel sin memoria ni percepciones. Puede ser de minutos o de horas,
pero en la nada, sin puntos de referencia, bien podría ser eterno.
Luego, en algún instante impreciso, atraviesas las puertas de cuerno y marfil, el umbral
del reino de Morfeo. Estás soñando. Escucha ahora lo que el gran maestro Jorge Luis Borges
escribió sobre el mundo de imaginación, formas y ensueño en el que entras cada noche.
Y déjate llevar por sus palabras. Cierra los ojos. Estás soñando.
Un sueño, minicuento. En un desierto lugar del Irán hay una no muy alta torre de piedra,
sin puerta ni ventana. En la única habitación, cuyo piso es de tierra y que tiene la forma
del círculo, hay una mesa de madera y un banco. En esa celda circular, un hombre que se parece
a mí, escribe en caracteres que no comprendo un largo poema sobre un hombre que en otra
celda circular, escribe un poema sobre un hombre que en otra celda circular. El proceso no tiene
fin y nadie podrá leer lo que los prisioneros escriben. El sueño. Si el sueño fuera, como
dicen, una tregua, un puro reposo de la mente, ¿por qué, si te despiertan bruscamente, sientes que te
han robado una fortuna? ¿Por qué es tan triste madrugar? La hora nos despoja de un don inconcebible,
tan íntimo que sólo es traducible en un sopor que la vigilia adora de sueños, que bien pueden ser
reflejos truncos de los tesoros de la sombra, de un orbe intemporal que no se nombra y que el día
deforma en sus espejos. ¿Quién serás esta noche en el oscuro sueño del otro lado de su muro?
El otro, el mismo. Cuando los relojes de la medianoche prodiguen un tiempo generoso, iré más lejos que
los bogavantes de Ulises a la región del sueño, inaccesible a la memoria humana. De esa región
inmersa, rescato restos que no acabo de comprender. Hierbas de sencilla botánica, animales algo
diversos, diálogos con los muertos, rostros que realmente son máscaras, palabras de lenguajes muy
antiguos y a veces un horror incomparable al que nos puede dar el día. Seré todos o nadie. Seré el
otro que sin saberlo soy, el que ha mirado ese otro sueño, mi vigilia, la juzga, resignado y
sonriente, la rosa profunda. La noche nos impone su tarea mágica, destejer el universo, las
ramificaciones infinitas de efectos y de causas que se pierden en ese vértigo sin fondo el tiempo.
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