
Descripción de El agujero 93d27
Relatos del autor J. M. Núñez Retortillo. Edición de J. M. Núñez Retortillo. Relatos dramatizados a partir de la antología de relatos del mismo autor contenida en el libro "Relatos breves sobre la realidad subjetiva". ¿Quieres anunciarte en este podcast? Hazlo con advoices.com/podcast/ivoox/835121 1p1u4v
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Audiorrelatos de J.M. Núñez Retortillo El agujero En los albores del amanecer, con el sigilo de un gato callejero, surgió de la nada un agujero.
Negro, como el carbón más oscuro del infierno, se retorcía engulléndose en una espiral hipnótica, flotante e insondable.
Alimentado por una energía desconocida, permanecía en el aire, levitando ingrávido a escasos centímetros del suelo, ante los ojos de la numerosa concurrencia que se agolpaba atraída por la naturaleza misteriosa del fenómeno.
El extraño agujero, que parecía limitado en su diámetro, medía alrededor de dos metros y medio.
Al rodearlo, se apreciaba la existencia de dos bocas de entrada, opuestas la una a la otra, pero unidas en un mismo plano vertical.
Nunca, a lo largo de la dilatada existencia del ser humano sobre la Tierra, se había visto nada igual.
Era cuestión de tiempo que los militares hicieran acto de presencia, como así lo hicieron, con esa turbadora superioridad que les confiere el dominio de las armas.
Apartaron por aquí y por allá, golpearon a unos y a otros, hasta que finalmente cercaron un perímetro lo suficientemente grande como para que cualquier curioso de los alrededores desistiera de ver lo que ocurría en el interior.
Y elucubraron. Hubo quienes propusieron destruirlo de inmediato.
La defensa nacional es prioritaria a cualquier normativa que pretenda su conservación.
Arguían. Huelga decir que las posturas en este sentido partían íntegramente del estamento militar.
Los científicos, por el contrario, estaban decididos a estudiarlo como fuera, aunque con ello se infringieran los protocolos de seguridad más estrictos.
Si dependiera de ustedes, tendrían delante el tratamiento contra el cáncer y lo harían desaparecer.
Tenían razón. ¿Cómo iban a desaprovechar la oportunidad que se les presentaba de estudiar los posibles beneficios que aquella cosa podría reportar a la humanidad? Además, ¿alguien estaba seguro de que aquel agujero se eliminaría con la facilidad que pregonaba el alto mando? La zona vallada se sometió a un control estricto en los niveles de radiación. Sin embargo, no se registraron valores por encima de lo normal.
Fuera lo que fuese aquel vacío parcial en el espacio, no emitía ninguna sustancia nociva para el ser humano.
Tampoco ofrecía síntomas claros de evolución en cuanto al tamaño, en referencia a su crecimiento o mengua.
Todo se veía normal, excepto, claro, la presencia misma de aquella perturbadora abertura tan singular.
Fijada y corroborada la inocuidad del agujero, continuaron con la segunda fase consensuada.
Enviaron una pequeña sonda militar a través de la oquedad a fin de desvelar cuanto pudiera ocultarse al otro lado.
Fue inútil. Tan pronto el pequeño artefacto tecnológico atravesaba el umbral del orificio adimensional, la señal desaparecía.
Y con ella, el juguetito de varios millones cargado al bolsillo del contribuyente.
Si algo se ocultaba más allá de la espiral, parecía querer continuar en el anonimato.
Hasta ahora, el gobierno había asumido el discurso de la ciencia, pero debía itir que el control sobre aquella cosa empezaba a escapársele de las manos.
¿Cuánto podría seguir conteniendo el ansia aniquiladora de los militares? Era un misterio incluso para la presidencia, sujeta a los avances positivos que, en referencia a la investigación, se produjeran en las horas venideras.
De pronto, la salvación llegó para los políticos de donde menos se lo esperaban.
Allí, de pie en la puerta de a la fortaleza, se encontraba un joven veintiañero, de aspecto demacrado, con la solución a todos sus problemas.
Estaba decidido a servir de cobaya prestándose a atravesar el círculo maldito.
Los mandatarios no podían obligar a nadie a cruzarlo sin que sobre sus acciones pesara la acusación de homicidio involuntario.
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