Adriana Ozores 3u394s

Hay líneas que son muy difíciles de cruzar y lo son porque no hay vuelta atrás.

Cuando das un paso hacia la interpretación, en este caso, el caso que hoy nos ocupa, irremediablemente lo sigues con otro que se inicia con un movimiento, con un destino siempre incierto, como es esta profesión, pero apasionante.

La persona que hoy nos acompaña podía haber sido cualquier otra cosa o podía haber seguido cualquier otro destino.

Aunque se piense lo contrario, y de eso vamos a hablar, pero decidió este.

Seguramente porque cuando pensó en ello, pensó que era la hora de ser valiente.

Y ella lo es.

Si el pan es el alimento del cuerpo y la cultura del alma, quien nos acompaña hoy tiene nutrición para mil vidas.

Hoy recibimos a una actriz que escribe su nombre con letras de oro en la historia de nuestro cine y teatro, y ella es Adriana Azores. Adriana, buenas tardes.

Hola, buenas tardes. Encantada de estar aquí.

Es un placer tenerte con nosotros esta tarde, y es un honor, de verdad te lo digo.

Estoy muy emocionado de que estés, te lo he dicho antes, te lo digo ahora y te lo diré después.

Encantada de poder participar de un proyecto tan bonito.

Todo lo que tenga que ver con la cultura y con la difusión de la cultura y que llegue a todas partes, me parece necesario.

Iba a decir fantástico, no, necesario.

Muchas gracias.

Como todo tiene un principio, nos gustaría saber cuál es el tuyo.

Si uno piensa, no lo estábamos hablando ahora, es siempre Adriana Azores, de familia, de una saga de artistas de renombre.

Gente importantísima, ligada al cine, al teatro, a la interpretación.

Y uno normalmente, cualquiera tiende a pensar, pues esto venía dado ya, tenía que ser así.

¿Fue fácil, fue difícil? ¿Cómo tomaste la decisión? ¿Cómo era esa vida? Bueno, yo viví bastante al margen de todo lo que era lo específico de la profesión, porque mi padre ya no estaba ejerciendo, con lo cual yo no estaba tan cerca.

Lo que pasa es que el rumor, el rumor te llega.

El rumor invisible de cuál debería ser tu destino, te llega.

¿Qué es lo que pasa? Que cuando yo tomo la decisión y me meto en el conservatorio, en lo que es ahora la Resad, no estoy mucho tiempo porque enseguida me pongo a trabajar, porque tenía que trabajar.

A partir de entonces, cuando me doy cuenta que todo aquello empieza a rular, digo, uy, me parece que esto va a tener que ser por aquí.

Yo lo que hice fue escuchar y decir, bueno, esto está funcionando, pues voy a hacerle caso y voy a tirar para aquí.

Yo me siento ahora, con los años, digo, Dios mío, no sabía, ahora no sé tanto.

Entonces ya no sabes nada, pero nada es nada.

Nada de cómo funciona esto, nada de que siquiera la responsabilidad de ser actor.

Es que no lo sabes.

Han sido los años los que me han hecho tener esa conciencia, pero yo llegaba allí y yo hacía barbaridades.

Tenía que hacer, no sé, cuento como anécdota, que no me olvido, por Dios.

Tenía que hacer un coro en Televisión Española para Fernando García de la Vega y éramos muchas y teníamos que sabernos la letra.

Allí nadie se supo nunca nada, pero a lo largo de todas las temporadas.

Había algo que eso sí que es, de alguna manera, es herencia de lo que en un momento dado fue esta profesión de lúdica.

Lúdica en el sentido de juego.

O sea, hoy en día los chavales son infinitamente más responsables que éramos nosotros, pero ¿dónde va a parar? Y lo que eran mis padres, toda esa generación, no sabían lo que era el concepto de responsabilidad de lo que es actuar.

Primero era gente de posguerra, entonces te hacía falta otras cosas, te hacía falta comer todos los días, darte comer a tu familia y era un medio de poder subsistir en aquella época.

Pero se lo pasaban genial, no es que se lo pasaran mal o que fuera todo así muy dramático, no, se lo pasaban bien.

A medida que ha ido pasando el tiempo, lo digo por yo, por mí misma, la gente ha ido como tomando más conciencia de la profundidad que tiene este trabajo.

Y yo he llegado tarde.