A Golpe De Versos - 1x03 (Paz - Inmolación - Solo se ve muerte) 4j6o6d

Para comenzar, y sin ningún tipo de música de fondo, quiero leeros, más bien cantaros, una reinterpretación personal y reescritura de la canción popular escrita por Chicho Sánchez Ferlosio, Cazadores de Ciudad.

Cazadores de ciudad que nunca os veis satisfechos, no me matéis en la celda profunda donde estoy preso, matarme en un sitio claro de la sierra Guadarrama, un sitio que corra el aire y la vista llegue al mar.

Que lleven allí el rifle, el verdugo y las balas, que venga el juez en su coche a certificar mi muerte, que dejen a los paisanos que suban desde los pueblos, que vean matar a un perro que me tienen ya sujeto, que me pongan de pie, que me quiten el pañuelo mirando para Madrid aunque no lo pueda verlo.

Malditos seáis los gobiernos, sus cortes y sus parlamentos, malditas sean sus leyes y los que las hayan hecho.

Cazadores de ciudad que nunca os veis satisfechos, no me matéis en la celda profunda donde estoy preso.

Cazadores de ciudad.

Y con este homenaje personal hacia la libertad comenzamos el programa de hoy con tres declamaciones.

Y os recuerdo que A Golpe de Versos es un espacio guiado, presentado y dirigido por Adrián Vallesa, donde el poeta del mismo nombre declamará sus poemas, entre otros tantos que a él le apetezcan.

Mala leche, humor negro y mucha poesía visceral y auténtica, sobre todo eso, poesía.

Y para cualquier comentario, opinión o simplemente insultarme, ya sabéis, mensaje privado por Instagram o en vallesapoeta93.com Paz.

Cuando las armas reposen bajo la tierra bañada en sangre, estaremos asomados a la ventana, viendo la luz, la esperanza.

Paz y felicidad, sin minas, sin granadas, ni pistolas, solo las plumas, y sin bombas, solo la tinta, sin nápal, solo teclado, guitarra o saxofón, con un porro en un sillón y un gran sándwich y un bermud.

Cuando las armas descansen bajo la tierra bañada en sangre, saldremos a la ventana viendo la luz del nuevo día.

Paz y alegría en un mundo sin minas, ni granadas o pistolas, liberados por fin de las bombas, del odio y de la guerra, de la venganza y de la tragedia.

Cuando las espadas reposen en el lago, entre las algas y los peces, veremos nacer un nuevo amanecer, sin plagas de tenientes, coroneles y soldados, asesinos con sueldos de fanáticos llamados primeros ministros, que son los primeros cretinos que nos ahogan aún gritando auxilio.

Inmolación.

Las olas de fuego consumieron las voces que proclamaban libertad, paz, amor y prosperidad, con olor a gasolina y a verdad.

Las tristes almas se las llevó el fuego al lejano hogar de los mártires, donde miles de ojos miraron intrigados la carne fundida por el calor, como naipes en llamas pierden sus marcas de nacimiento y de antaño, pero quedarán siempre en la memoria, como mártires callados, cálidos y luminosos.

Siempre sus almas brillarán, que de las llamas salieron los fénix para causar el arrepentimiento de la guerra que trae el sufrimiento, aquel morir de los hermanos y hermanas que entre minas y bombas se difuminan y mezclan con el polvo y la arena, aquella lucha de milicianos y milicianas que entre disparos y navajazos se vuelven héroes y vuelven a casa en forma de madera.

Sólo se ve muerte.