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Lignum en Roma (LeR)
123 Vida cotidiana en Roma: la Infancia.

123 Vida cotidiana en Roma: la Infancia. 4z4k6h

6/3/2025 · 01:49:03
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Lignum en Roma (LeR)

Descripción de 123 Vida cotidiana en Roma: la Infancia. 3j5xg

Salvete, amigos de Roma: Hoy hablaremos junto a Mireia Gallego de la infancia. La patria potestas otorgaba al padre el control sobre la educación, matrimonio y propiedades de sus hijos, incluso en la edad adulta. El recién nacido era presentado al padre, quien decidía si lo reconocía o lo abandonaba. Los niños acogidos recibían su nombre y amuletos protectores (bulla para niños y lunula para niñas). Los primeros juguetes incluían sonajeros, muñecas y figurillas de animales. La educación estaba reservada, en principio, para los ciudadanos libres. Los niños comenzaban la escuela a los siete años, donde aprendían a leer, escribir y contar. Las niñas dejaban de asistir a los doce años. No existía una mayoría de edad legal. Los niños se convertían en adultos cuando el padre decidía vestirlos con la toga virilis, en una ceremonia formal. La ceremonia incluía un cortejo al foro y un banquete. Los jóvenes comenzaban un tirocinio de un año antes de enrolarse en el ejército. Las mujeres alcanzaban la madurez social tras el matrimonio y eran clasificadas según su estado civil y edad. Mis redes: Mail: [email protected] Twitter: @LignumEnRoma Instagram: @angel_portillo_lucas YouTube: Ángel Portillo Lucas FaceBook: Ángel Portillo Lucas @Tik Tok @angelportillolucas r2j26

Lee el podcast de 123 Vida cotidiana en Roma: la Infancia.

Este contenido se genera a partir de la locución del audio por lo que puede contener errores.

¿Te apasiona la historia de la antigua Roma?
Sumérgete en el pasado y viaja a la época de los emperadores, los gladiadores, los esclavos,
los hombres y las mujeres.
Descubre cómo era la vida cotidiana, las creencias, la religión, la cultura y mucho
más.
¡Bienvenidas, bienvenidos al Ignum en Roma!
¡Bienvenidas, bienvenidos amigos del Mediterráneo!
Soy Marco Porcio Catón y nací en la tranquila campiña de Túsculo.
Mi infancia, aunque sencilla, estuvo llena de enseñanzas y dedicación, moldeada por
las manos firmes de mi madre y de mi padre.
Recuerdo con mucha ternura a mi madre, una mujer de carácter fuerte y sabiduría profunda,
siempre atenta a mis necesidades y a mi educación.
Mi padre, un hombre de campo, trabajador insaciable, me enseñó el valor del esfuerzo y la disciplina
y me inculcó los valores de la obediencia y el respeto.
Desde muy pequeño fui criado por una nodiriza cariñosa pero estricta.
Nuestro hogar, aunque modesto, estaba lleno de vida y actividad.
Los esclavos trabajaban diligentemente en las tierras familiares y yo, desde temprana
edad, observaba y aprendía de ellos.
Mi educación fue rigurosa y tradicional.
Mi padre, aunque no era un hombre de letras, se aseguró de que recibiera una formación
adecuada.
Aprendía a leer y a escribir.
Y mi madre, que había aprendido la historia familiar de los Porcio, me contaba historia
de los grandes héroes romanos y los hechos prodigiosos de mis antepasados, despertando
en mí un profundo amor por mi patria y un deseo ardiente de honrar a mi padre y servir
en el ejército, pues mi padre, con su comportamiento estricto y su amor incondicional, era un
ejemplo a seguir.
Su disciplina y su dedicación me enseñaron el valor de la perseverancia y la responsabilidad.
Recuerdo con claridad sus lecciones, siempre firmes pero justas, que me moldearon en el
hombre que soy.
Su amor, no siempre expresado con palabras, se manifestaba en el ejemplo, en cada gesto
y en cada enseñanza.
Yo lo iro profundamente.
A medida que crecía, comencé a participar en las actividades agrícolas de la familia,
aprendiendo a cultivar la tierra y a cuidar del ganado.
Mi vida estaba llena de tareas y de responsabilidades.
Mi madre, siempre atenta, me enseñó a valorar la sencillez y la humildad.
Cuando alcancé la mayoría de edad, me uní al ejército, siguiendo los pasos de muchos
jóvenes romanos de mi tiempo y con la intención de igualar el prestigio militar de mi padre.
Mi vida pública comenzó entonces, marcada por el servicio y el deber.
Mi educación y los valores inculcados por mi familia me sirvieron como guía en mi carrera
militar y, más tarde, en mi vida política.
Quiero ser un símbolo de la virtud romana, un hombre de principios y disciplina, siempre
fiel a mis raíces y a los valores que me enseñaron.
Quiero demostrar que se puede alcanzar cuando uno se guía por la rectitud y el amor a la patria.
El ejemplo de mi padre, con su comportamiento estricto pero justo, será la guía de mis
pasos y el modelo que marcará mi carácter.

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