Warhammer 40.000: Imperium Maledictum - Quemadura química 2 4p2jt

Los acólitos de la inquisidora abandonaron la sala. Fausta volvió a ancarar su trono gravitatorio hacia la ventana de su estancia privada, a observar la actividad incesante que tenía lugar en ese nivel de rocas. Uno de miles, indispensable para el funcionamiento del imperio, y una abrumadora responsabilidad se manifestó en sus hombros. Inmersa en sus cavilaciones, no había sentido al diácono entrar en la pequeña sala, un error enorme por su parte. Se castigaría después.

—¿No es contraproducente llevar a cabo estos juegos de intrigas, inquisidora? interrumpió la melosa voz del sacerdote de la eclesiarquía.

—¿Contraproducente? —Diácono, es un hecho contrastado que la humanidad solomedra en el conflicto. La paz es la apatía, adormece el espíritu, estanca la mente y nos vuelve vulnerables a los peligros de las estrellas. Es imperativo que quienes trabajan para mí se conviertan en baluartes del imperio, y eso solo se consigue poniéndolos a prueba. ¿Y si fracasan? Entonces es que nunca merecieron la confianza que se les otorgó. Los que sobrevivan serán dignos de servir y defender al imperio junto a mí.

Como decía, segunda sesión y continuamos los acontecimientos que ya narramos en la primera. Tenemos aquí a los sospechosos habituales, este grupo de acólitos de la inquisidora Fausta Harrow, que son Mark, Zub y Oscar. Buenas noches, chicos.

—Buenas noches a todos.

—Buenas noches a todos.

Y que son Irisa Grace, Tariel Octavia y Sombra de Huesos en el mundo de ficción que es la imaginación, que es el universo Warhammer 40.000, que es esta partida de rol.

Vamos a retomar la aventura donde la dejamos en la sesión anterior, donde recibisteis el encargo por parte de vuestra patrona, de esa inquisidora, de averiguar más, tener más información y descubrir cuál es la fuente de una extraña sustancia bioquímica, una especie de droga que se estaba distribuyendo por la colmena Rockarth, colmena capital en el planeta Vol.

Esa sustancia, apodada gratis, que como dijimos el nombre venía por el latín por gratia, si no estoy equivocado, y no porque fuese gratis y la regalaran en las puertas de los colegios. Y esa sustancia se sabía que tenía como efectos, bueno, que volvía más dóciles a aquellos que la tomaban, que parecían además disfrutar más de su trabajo, de sus circunstancias vitales y se entregaban a realizar sus tareas con el más exigente de los estándares.

Eran perfeccionistas, se puede decir. Vuestra inquisidora, como digo, se encargó saber de dónde proviene y si debierais destruir o hacer desaparecer esa droga o por el contrario requisarla, para quien sabe si tuviese otros usos útiles. Y realmente lo que pudisteis hacer, aparte de recibir este encargo, fue ir a hablar con una de las víctimas de esta droga, que era un noble, el bidón Eduardo Gullar de la casa Tag, que estaba recluido en un claustro, en una celda secreta o apartada de la catedral de la Modestia Obligatoria, en donde se estaba recuperando supuestamente de esa adicción. Y aquel tipo al que interrogasteis os comentó que él había sido supervisor o ejercida de supervisor del Manufactorum 6.938