
VIII Sobre la religión y sobre los dioses (Máximas) - Epicteto 1j4j1u
Descripción de VIII Sobre la religión y sobre los dioses (Máximas) - Epicteto e765
Obra: Máximas. Autor: Epicteto. Traductor: José Ramón Naranjo. Narración: Carlos Brito. Obra completa digital https://drive.google.com/file/d/1dOMn8NxDVvxr_q2WAwwAugHnQ8dbrgiJ/view?usp=sharing 5g1ej
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1. Los dioses han creado a los hombres para que sean felices, luego si son desgraciados es por
su propia culpa. 2. Siempre prefiero lo que sucede porque estoy persuadido de que lo que los dioses
quieren es mejor para mí que lo que yo quisiera, a ellos pues mis movimientos, mis voluntades,
mis temores. En una palabra, quiero lo que ellos quieren. 3. Un ciudadano al recibir el nombramiento
de tribuno del pueblo regresa a su casa que arde en fiestas y donde todo el mundo acude a felicitarle,
acto seguido se dirige al Capitolio y hace sacrificios a los dioses en acción de gracias.
Y ahora yo pregunto, ¿quién de nosotros le sacrifica en acción de gracias cuando nos
dispensan opiniones sanas y deseos prudentes y moderados? 4. ¿Cómo? ¿No le ensojeas a Flavio
sabiendo que su poder y riqueza son tan grandes? A Yael, su poder y sus riquezas, yo no he nacido
para adularle. ¿O es que crees por aventura? No tengo a quién lisonjear, a quién agradar y a quién
servir. De los dioses hablo, que es en quienes reside el verdadero poder. 5. Comienza todas tus
acciones con esta plegaria. Condúceme, oh poderosísimo Júpiter, y tu invariable destino
hacia aquello que me tenéis destinado. Conducidme, que prometo seguiros derechamente y de todo
corazón. Además, ¿de qué me serviría tratar de oponerme a vuestros designios? ¿No me vería
obligado a la postre, a obedeceros a pesar mío? 6. Lo primero que es preciso aprender es que hay
un Dios que con su providencia lo gobierna todo, al cual no se le oculta ninguno de nuestros actos,
como ninguno de nuestros pensamientos e inclinaciones. Luego hay que examinar cuál
es su naturaleza. Conocida ésta, es indispensable que los que quieran agradarle y obedecerles
esfuercen en parecersele, y por tanto, que sean libres, fieles, benéficos, misericordiosos y
magnánimos. Por consiguiente, que todos tus pensamientos, todas tus palabras y todos tus
actos, sean los actos, pensamientos y palabras de un hombre que quiere imitar a Dios y parecersele.
7. Cuando de noche te halles en tu habitación a oscuras y cerrada la puerta, no creas por ello
estar solo. No te figures jamás, estés donde estés, y por completa que sea la soledad que te rodea,
que en verdad estás solo, porque no lo estás. 8. ¿Cuál es la naturaleza de la divinidad?
La ciencia, la diligencia, el orden y la razón. Por ello puedes colegir cuál es también la
naturaleza de tu verdadero bien. Bien que se haya comprendido en ella, y sólo en ella,
9. ¿Sabes que el fundamento de la religión consiste en creer en los dioses, en tener de ellos
opiniones rectas y claras, en no dudar que extienden su providencia sobre cuanto existe,
que gobiernan el universo con providad y justicia, que estamos en el mundo para obedecerlos y amarlos,
para tener por bueno todo cuanto suceda por emanado de ellos, y para aceptarlo con buena
voluntad y de todo corazón? 10. ¿Puedes creer en la naturaleza de la divinidad?
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