
Un descenso al Maelström - Edgar Allan Poe 5i2719
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«Un descenso al Maelström» ("A Descent into the Maelström", en inglés) es un cuento corto del maestro Edgar Allan Poe publicado en 1841 en el Graham's Magazine. Se ha agrupado este relato, bien entre los cuentos de raciocinio o entre los de temática marinera de este autor. Julio Cortázar cita cuatro fuentes de este trabajo. La más importante provendría de un cuento publicado en un periódico francés ilustrado, Le Magasin Universel, en 1836, que lo tomó de otro aparecido en el Fraser's Magazine de 1834. Poe aprovecharía su tema —la caída en el remolino y la expulsión posterior— para elaborar su teoría explicativa del fenómeno. También menciona como fuente la Enciclopedia Británica. Como curiosidad, Poe tuvo que correr para terminarla, y más tarde reconoció que el final era imperfecto. Como en otras aventuras marineras («La narración de Arthur Gordon Pym» y «El diario de Julius Rodman»), en su momento se pensó que este relato era verídico y uno de sus pasajes fue impreso en la Encyclopædia Britannica. Irónicamente, dicho pasaje está tomado de una edición anterior de la misma enciclopedia. Esta historia, dado el fantástico fenómeno natural en el que se inspira, ha sido objeto de diferentes adaptaciones y referencias en obras musicales y literarias. Imagen: Maelstrom, por Herckeim (deviantArt) ¿Quieres anunciarte en este podcast? Hazlo con advoices.com/podcast/ivoox/1131024 5m5a6p
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La luna deslumbrante asoma entre los árboles. La oscuridad de la noche lo inunda todo, y una tenue niebla comienza a aparecer. Adéntrate en el bosque. Busca al árbol viejo. Siéntate a su lado. Ponte cómodo. Cierra los ojos y escucha la historia que traen hasta ti las criaturas de la noche. Bienvenidos. Estos son los cuentos del bosque oscuro. Si te gusta lo que hacemos, recuerda suscribirte. Es totalmente gratuito y estarás al tanto de la aparición de nuevos audios.
Y recuerda darle a me gusta antes de que acabe el audio, que no se te olvide. ¿Quién sabe qué horribles pesadillas nos aguardan después? Un descenso al maelstrom De Edgar Allan Poe Los caminos de Dios en la naturaleza y en la providencia no son como nuestros caminos, y nuestras obras no pueden compararse en modo alguno con la vastedad, la profundidad y la inescrutabilidad de sus obras, que contienen en sí mismas una profundidad mayor que la del Pozo de Demócrito.
Joseph Glanville Habíamos alcanzado la cumbre del despeñadero más elevado. Durante algunos minutos el anciano pareció demasiado fatigado para hablar. Hasta no hace mucho tiempo, dijo por fin, podría haberlo guiado en este ascenso también como el más joven de mis hijos, pero hace unos tres años me ocurrió algo que jamás le ha ocurrido a otro mortal, o por lo menos a alguien que haya alcanzado a sobrevivir para contarlo. Y las seis horas de terror mortal que soporté me han destrozado el cuerpo y el alma.
Usted ha de creerme muy viejo, pero no lo soy. Bastó algo menos de un día para que estos cabellos, negros como el azabache, se volvieran blancos. Debilitaronse mis y tan frágiles quedaron mis nervios, que tiemblo al menor esfuerzo y me asusto de una sombra. ¿Creerá usted que apenas puedo mirar desde este pequeño acantilado sin sentir vértigo? El pequeño acantilado, a cuyo borde se había tendido a descansar con tanta negligencia que la parte más pesada de su cuerpo sobresalía del mismo, mientras se cuidaba de una caída apoyando el codo en la resbalosa arista del borde.
El pequeño acantilado, digo, alzabase formando un precipicio de negra roca reluciente, de mil quinientos o mil seiscientos pies sobre la multitud de despeñaderos situados más abajo. Nada hubiera podido inducirme a tomar posición a menos de seis yardas de aquel borde. A decir verdad, tanto me impresionó la peligrosa postura de mi compañero, que caí en tierra cuan largo era, me aferré a los arbustos que me rodeaban, y no me atreví siquiera a mirar al cielo mientras luchaba por la tierra.
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