Supercurso de escritura de Sol Oscuro 15 - Personajes secundarios y extras 73p5x

Hola y bienvenido o bienvenida al supercurso de escritura de Sol Oscuro.

Hoy vamos a hablar sobre los demás personajes que pueblan el mundo del protagonista, excepción hecha de él o los antagonistas de quienes hablaremos en el siguiente capítulo.

Ya vimos lo importante que era trabajar para crear un buen protagonista.

Pero a no ser que tu historia vaya de un tipo perdido en el desierto a lo largo de 300 páginas, necesitarás más actores.

Y ya puedes poner al mejor actor en el papel estelar que si el resto del reparto es cutre, la cosa estará condenada al fracaso.

Los secundarios no necesitan tanto trabajo como los protagonistas, pero casi.

Si van a ser secundarios muy importantes, a veces casi coprotagonistas, como Sam, Aragorn o Gandalf en El Señor de los Anillos, tendrás que dedicarles tanto tiempo a construirlos como hiciste con el prota.

Sea como sea, lo que tienes que evitar a toda costa son dos cosas.

Primero, un secundario no está ahí solo para darle la réplica al protagonista.

Tiene que hacer mucho más que exclamar ¡Santos acertijos mortales, Batman! ¡Oh, y ahora qué vamos a hacer! ¡Oh, tienes mucha razón! Puede que su peso en la historia sea menor, pero lo tiene.

Un secundario es una persona más, ya me entiendes.

Tiene su forma de ser, sus opiniones y su pasado.

A veces choca con el prota y a veces aporta cosas que el prota no puede.

No tengas miedo a apuntarle con los focos de vez en cuando.

Segundo, y repitiendo lo que acabamos de decir, los secundarios son entes individuales por derecho propio.

Y eso significa que deben ser distintos entre sí.

En ocasiones, cuando he leído historias de autores noveles, y no tan noveles, todos los secundarios se parecían entre sí como gotas de agua, perfectamente intercambiables.

El policía con el que se encuentra el protagonista habla, piensa y actúa, igual que el tipo de la calle al que acaba de interrogar o el dueño del bar.

Tienes que pensar en los secundarios como personas, y las personas son todas diferentes.

Las hay parlanchinas, las hay reservadas, amigables, oscas, desconfiadas, tímidas, religiosas, apresuradas, ingenuas, y así sucesivamente.

Cuando crees a secundarios, sobre todo si van a pasar mucho tiempo de página con el prota, debes poner especial atención a su carácter.

No hagas un calco del personaje principal, porque eso es aburrido.

Recuerda, el contraste atrae.

¿Por qué crees que funciona tan bien la pareja Quijote-Sancho? Porque el primero es un tipo con la cabeza llena de historias grandilocuentes, de hablar rebuscado, que se monta sus películas y con ideales elevados.

Y el segundo es un labriego simplón, práctico, con la cabeza llena de refranes populares y tirando a cobardica.

Si creas un secundario que esté siempre de acuerdo con el prota y no tenga personalidad propia, el lector pedirá su cabeza en una estaca.

Puede darse el caso de que quieras que el secundario que acompaña al prota sea alguien que va con él porque lo ira muchísimo y, por lo tanto, quiera a toda costa ser como él.

Es una idea perfectamente válida, pero hay que saber desarrollarla.

Recuerda que los personajes, sí, también los secundarios, deberían evolucionar.

irar ciegamente a alguien suele conllevar con el tiempo una excepción, cuando terminan por descubrirse sus defectos.

Recuerda, todo el mundo los tiene, lo que puede llevar al secundario a renegar de su antiguo ídolo o a aprender a aceptarlo mirándolo de un modo nuevo.

En resumen, los secundarios requieren trabajo, más cuanto más importancia tengan en la trama, y conviene pecar por exceso antes que por defecto.

Los secundarios dan fuerza e intensidad a la trama de la historia, la enriquecen con interacciones entre ellos mismos o entre ellos y el prota, y pueden llegar a convertirse en protas de sus propias historias, lo que se conoce como un spin-off.

Ejercicio.

Escoge un personaje de ficción que conozcas y diseña un secundario que fuese a interaccionar habitualmente con él.

Puede ser un ayudante, pareja, jefe, compañero de trabajo, antigua amistad, etc.

No vale basarse en personajes secundarios que ya existan, invéntate uno nuevo.

Y finalmente tenemos a los extras.

Si los secundarios tienen cierto peso en la historia y aparecen más tiempo, los extras son aquellos que sólo aparecen en una o dos líneas, como parte del decorado, y si acaso pronuncian un par de palabras en todo el relato.

Siendo así, te puedes preguntar, ¿qué narices hay que trabajar en ellos? Bueno, no es cuestión de currarte el retrato psicológico completo y los hitos biográficos importantes del señor que estaba siendo atendido en el banco justo en el momento en que sucede el atraco, señor que no vuelve a aparecer jamás en la historia.

Pero, ¿qué es lo que pasa si uno de los secundarios