
Sumisión Química. Caso Pelicot. 2xc6c
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¡Buenas noches, centinelas! Me alegra muchísimo que haya gustado tanto el programa de la semana pasada, pero no sé si va a ser muy popular y correcto lo que voy a contarles ahora mismo, queridas y queridos oyentes. Lamentándolo mucho y en contra de los, entre comillas, optimistas, me temo que yo soy todo lo contrario. Soy extremadamente pesimista con respecto a eso de que un buen día puedan llegar a encontrarse las tumbas reconocibles y fideinas de Cleopatra y de Alejandro Magno.
Estos sepulcros me imagino que han debido sobrevivir, si es que han sobrevivido a lo largo de los siglos, no sólo a saqueos y a movimientos radicales geopolíticos y religiosos, sino que además su supervivencia se ha enfrentado a extremos vuelcos climatológicos, tsunamis y terremotos, que como saben ustedes ha convertido a Alejandría, ese supuesto enclave donde están esas moradas eternas, en una ciudad donde aproximadamente el 25% de su superficie está totalmente sumergida bajo el mar. Ha pasado mucho tiempo y yo francamente es que no lo veo. De todas formas no se imaginan ustedes cuánto deseo equivocarme, pero me temo que ni siquiera la gran, la grandísima expedición que tiene montada desde hace unos años Kathleen Martínez junto al arqueólogo subacuático Robert Ballard, descubridor del precio con los restos del Titanic, tienen demasiadas posibilidades de éxito.
Y con respecto a Gengis Khan, miren, sería un gran conquistador, no lo niego, que incluso haría grandes cosas por el pueblo mongol, que tampoco lo niego y además me importa un bledo, pero que era un tirano, bárbaro, salvaje, despiadado, violento e indeseable, eso nadie lo puede negar, por mucho que tuviera la lágrima fácil o le dieran pánico los perros. Pero en fin, todo esto es sólo mi opinión, formada, eso sí, sobre una realidad histórica, pero sólo mi opinión, hágame o háganme el caso justo. Soy Carlos Bustos, el centinela del misterio, vuestro centinela del misterio, o no.
Durante los últimos años se han multiplicado de forma preocupante el número de casos de personas, especialmente mujeres, que han reconocido que no denunciado haber sido víctimas de algún tipo de agresión sexual, robo, estafa, extorsión y o maltrato, sufridos bajo la influencia de sustancias psicotrópicas. Este fenómeno tristemente viral es conocido como sumisión química y consiste básicamente en añadir en la bebida de la persona elegida un tipo de sustancia estupefaciente, incluso pinchar a las víctimas con una jeringuilla o hasta hacerlas inhalar algún compuesto, con el objetivo de secuestrar su voluntad y llevar a cabo cualquiera de los sometimientos que he comentado antes.
Pero, ojo, el sometimiento mediante sumisión química no lo ejercen únicamente los agresores que directamente y de forma proactiva han hecho.
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