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Fundido a negro
Sicarios y verdugos

Sicarios y verdugos n5048

24/3/2025 · 20:26
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Fundido a negro

Descripción de Sicarios y verdugos 2w3o3

Apretar el gatillo, clavar el cuchillo, golpear un bate... o pagar por que alguien lo haga. La figura del sicario puede sonar muy novelesca, pero estos asesinos a sueldo se han cobrado la vida de varios gallegos. Conoce la historias de Sesita Vecuña, Maria Elena Calzadilla y Yannelis Valero y Juan Manuel Mato en este nuevo capítulo. 5113

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Este contenido se genera a partir de la locución del audio por lo que puede contener errores.

¿Es menos culpable de un delito el que lo planea o el que lo ejecuta? ¿Apretar el gatillo, clavar el cuchillo, golpear el bate o mandarlo a hacer? Concretamente, pagar para que alguien lo haga. La figura del sicario nos puede sonar muy novelesca, pero no hay nada de ficción en ella.

El código penal lo contempla como un agravante para varios delitos y como una de las circunstancias propias del asesinato.

No son muchos los ejemplos de crímenes por encargo vinculados a Galicia, pero se cita a Becoña, Elena Calzadilla, ya Lennis Valero y su amigo Juan Manuel Mato si fueron víctimas de un perfil de asesino que escapa de lo común.

No hay patrón, no hay sentimientos, tampoco remordimiento ni culpa, solo un porqué, el dinero.

En este undécimo capítulo de Fundido a Negro hablaremos sobre los asesinos a sueldo.

No todo delito se inicia con una idea criminal.

Acabar con la vida de alguien no siempre responde al hecho de matar o de sentir lo que es agrebatar una vida humana.

Todo delito se origina por un móvil, una motivación, un deseo y, dependiendo de lo poderoso que sea este anhelo, puede llegar a nacer en el individuo la idea de matar.

En un crimen por encargo hay dos móviles distintos, el del ejecutor o autor material del delito, que se mueve por fines económicos, y el móvil primigenio, que es el de fondo, el original, el del autor intelectual, que puede ir desde los celos, el odio, la venganza o incluso también bienes materiales, una herencia o el control de las empresas familiares, por ejemplo.

Fue esto, precisamente esto último, lo que llevó a la muerte a Sesita Becoña de Alonso, una mujer de 62 años, natural de Beharif, un pueblo de la provincia de Obrense, pero que llevaba ya varios años o mucho tiempo viviendo afincada en Vigo.

En esta ciudad montó varios negocios de estelería tras emigrar de muy joven a Venezuela, donde también tenía varias empresas del sector, especialmente hoteles.

Estaba casada y tenía cuatro hijos, dos chicas y dos chicos.

A pesar de que se dice que una madre quiere a todos por igual, había uno que era su ojito derecho, el más pequeño, Elisardo.

En noviembre de 2008, Sesita, su marido y dos de sus hijos, Elisardo y José Manuel, se encontraban en Caracas, a donde habían regresado meses atrás para gestionar varios de los negocios que tenían activos.

Elisardo, de entonces 32 años, casado y con un niño pequeño, pasaba por dificultades económicas y trazó un plan para engrosar sus cuentas.

Dijo a sus padres de aumentar el capital de las empresas de los tres hoteles que tenían en Venezuela para conseguir un crédito bancario.

Pero alteró este acuerdo poniendo que sólo él incrementaba el capital de sus acciones y que los demás renunciaban a las suyas, retirándolos incluso de la compañía, a sus propios padres, poniendo bienes que no existían e incluso falsificando firmas.

Sesita, su marido y su otro hijo José Manuel, descubrieron las intenciones de Elisardo de quedarse con sus bienes y lo denunciaron por fraude y falsedad.

Tan sólo dos días antes de conocerse la sentencia que, previsiblemente, devolvería a sus padres la titularidad de los negocios, esto fue el 26 de noviembre de 2008, Elisardo Alonso contrató a dos sicarios a través de un intermediario para asesinar a su madre.

La sentencia del tribunal de Caracas entra en varias contradicciones sobre la intencionalidad o no de la muerte de Sesita, de lo que hablaremos luego, pero no pone en duda de los hechos.

Elisardo pagó a dos verdugos, dos jóvenes de 25 años, para que subieran a la habitación número 52 del hotel Royal Palace, que era propiedad de la familia, para matar, y vamos a decir así, a quien se encontraba allí.

Y es que Elisardo asegura que pensaba que era su hermano José Manuel, y no su madre, la que descansaba en aquella habitación del hotel.

La justicia venezolana le creyó en parte, ya que según la última sentencia, que de fechada en 2022 a los recursos interpuestos, sostiene que Elisardo mandó matar a su hermano, pero cuando se cercioró que era su madre la que estaba allí, no frenó el asesinato.

Sesita Becoña dormía en la noche del 28 de noviembre de 2008, en la habitación número 52 de su hotel, cuando dos jóvenes sicarios, que se hicieron pasar por huéspedes, descerrajaron dos tiros a la empresaria Galleda, muriendo en el acto.

Desde un primer momento, la familia de Sesita sospechó de Elisardo, primero por estos problemas económicos y patrimoniales, por la denuncia de fraude, pero también por otra denuncia que había interpuesto Sesita contra su hijo tan solo un mes antes del crimen, en septiembre de 2008, por delitos de violencia física, psicológica y amenazas.

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