"RESONANCIA SCHUMANN: ¿Cómo el Planeta Tierra “Resuena” en Frecuencia?" Estudio Alejandría 5m3j4d

¿Sabías que nuestro planeta tiene su propia especie de latido electromagnético? Se trata de las resonancias Schumann, un fenómeno fascinante que ocurre en las profundidades del espectro electromagnético de la Tierra, justo en la franja de frecuencias extremadamente bajas.

Aunque no podemos oírlas con nuestros oídos, estas resonancias están presentes constantemente, como un murmullo sutil que recorre el planeta. Estas vibraciones llevan el nombre del físico alemán Winfried Otto Schumann, quien en 1952 predijo, mediante cálculos matemáticos, que el espacio entre la superficie terrestre y la ionosfera, esa capa superior de la atmósfera cargada eléctricamente, podía actuar como una enorme caja de resonancia.

Imagina un tambor gigantesco donde la Tierra es la base y la ionosfera la membrana. Cada vez que cae un rayo en algún lugar del mundo, y eso ocurre unas 50 veces por segundo, se genera una onda electromagnética que resuena dentro de esa caja. Estas resonancias no se dan al azar, se presentan en frecuencias específicas, como si fueran notas musicales. La más conocida vibra a unos 7,8 o 3 Hz y es considerada la frecuencia fundamental. A esta le siguen otras, también fijas, alrededor de 14,3, 20,8, 27,3 y 33,8 Hz. Cada una de estas frecuencias representa una especie de eco de la Tierra, con longitudes de onda que recorren miles de kilómetros.

Lo más curioso es que estas frecuencias no son estáticas. Pueden variar ligeramente, influenciadas por fenómenos como las tormentas solares, que modifican el tamaño de la cavidad entre la Tierra y la ionosfera, o por otros cambios en la atmósfera. Aún así, su presencia es constante y forma una especie de telón de fondo electromagnético que acompaña a nuestro planeta día y noche. Las resonancias Schumann no solo son interesantes para la física.

Algunas investigaciones han explorado su posible relación con la actividad cerebral, los ritmos biológicos e incluso con ciertos estados de conciencia. Aunque todavía hay mucho por descubrir, lo cierto es que estas vibraciones invisibles nos recuerdan que la Tierra está viva y en constante diálogo consigo misma, resonando en un susurro que atraviesa continentes y océanos. Las resonancias Schumann han demostrado ser herramientas valiosas para la ciencia. Gracias a su relación con la actividad eléctrica en la atmósfera, los científicos las han utilizado para seguir el rastro de tormentas y relámpagos en todo el planeta.

Pero su utilidad va mucho más allá. Como esa actividad eléctrica está conectada con el clima, se ha propuesto que estas resonancias podrían servir también para monitorear los cambios en la temperatura global y en los niveles de vapor de agua en la parte alta de la atmósfera, la troposfera superior. Estas vibraciones naturales también han ayudado a explorar zonas menos accesibles de nuestro entorno, como la ionosfera inferior de la Tierra.

Incluso se ha planteado la idea de utilizarlas para investigar la atmósfera de otros planetas.

¿Cómo? Detectando las señales que dejarían los relámpagos en esos mundos lejanos, muy parecidas a las firmas que dejan aquí en la Tierra.

Pero eso no es todo. Las resonancias Schumann parecen ser sensibles a lo que ocurre en el espacio cercano, han mostrado cambios cuando se producen alteraciones en el campo magnético terrestre o en la propia ionosfera, por ejemplo, durante tormentas solares.

Además, se ha descubierto una conexión entre estas resonancias y fenómenos espectaculares que ocurren en lo alto de la atmósfera, como los brahids, elves y chorros, unos destellos luminosos provocados por relámpagos muy potentes que parecen salidos de una película de ciencia ficción. En años recientes, ha surgido un nuevo y prometedor campo de estudio, el posible uso de estas resonancias como indicadores tempranos de terremotos.

Aunque aún se encuentra en una etapa preliminar, la idea de que estos latidos del planeta puedan advertirnos de movimientos sísmicos antes de que ocurran es realmente emocionante. El interés científico por este fenómeno resurgió con fuerza en 1993, cuando el investigador R. Williams encontró una correlación entre la frecuencia de las resonancias y la temperatura del aire en los trópicos. Este hallazgo abrió la posibilidad de usarlas como una herramienta para vigilar el calentamiento global.

Y en otro campo completamente distinto, el de la geofísica, estas resonancias también se están usando para buscar yacimientos submarinos de petróleo y gas. La historia de las resonancias Schumann comienza incluso antes de que recibieran ese nombre.