El Regimiento SS Der Führer de la Das Reich en Rzhev 1942 | Un Regimiento VS un Ejército 521a61

Principios de diciembre de 1941. El avance alemán sobre Moscú fracasa ante la tena resistencia soviética y uno de los peores inviernos rusos que se recuerdan. El exhausto ejército alemán no estaba preparado para el frío intenso que azotó a hombres, bestias y máquinas por igual.

Los soldados murieron congelados o quedaron lisiados por congelación, mientras que sus caballos de tiro perecieron por miles. Los lubricantes y el combustible se congelaron, los percutores se rompieron, los vehículos se negaron a arrancar, las ametralladoras dejaron de disparar y los aviones se quedaron en tierra.

Al amanecer del 5 de diciembre, una feroz ofensiva soviética hizo que la PERMA retrocediera y se alejase de Moscú. Una de las unidades que se encontraban en las inmediaciones de la capital soviética era la división Darayh, la cual recibió la orden de replegarse el 9 de diciembre. Solo cinco días antes, una de sus compañías había llegado al final del sistema de tranvías de Moscú.

Fue una orden difícil de aceptar. Situada al noreste de Moscú, la unidad élite alemana comenzó a replegarse hacia el oeste mientras causaba estragos entre las fuerzas soviéticas que la atacaban. Para el 16 de diciembre, a la Darayh se le ordenó establecer posiciones en Heak, ubicada a casi 100 kilómetros de Moscú. La línea defensiva alemana en el Frente Oriental estuvo a punto de desmoronarse durante estos días, y ante el éxito inicial, Stalin demandó a sus generales que continuasen atacando.

La peor parte del ataque soviético se lo llevó el grupo de ejércitos centro, que estuvo en serio peligro de ser rodeado y aniquilado en Razev. El Frente Kalinin del general Iván Konev, que representaba el brazo norte de la Gran Pinza Soviética, se abrió paso a golpes a través de las líneas alemanas al oeste de Razev.

La maniobra separó al XXIII y al VI Cuerpo de Ejército Alemán del resto del IX Ejército, y amenazó la línea ferroviaria Razev-Yazmá. De esta forma, el IX Ejército quedó en ruinas y se enfrentaba a la destrucción. Fue en este momento, en un intento de salvar la situación, cuando el general Walter Model llegó al rescate. En el cuartel general del IX Ejército le preguntaron a Model lo siguiente. ¿Qué reservas nos ha traído? Model replicó, pues, a mí mismo.

La primera medida del general alemán fue que sus tropas recuperasen la moral y el optimismo.

Model pasaba aproximadamente una hora cada día estudiando sus mapas y diez horas visitando a sus tropas. Casi milagrosamente logró cerrar la brecha entre el XXIII y el VI Cuerpo de Ejército y asegurar la línea ferroviaria Razev-Yazmá. No obstante, cerrar la brecha era una cosa, pero mantenerla era otra muy distinta.

A finales de febrero de 1942, nueve divisiones de fusileros y cuatro divisiones de caballería pertenecientes al XXIX y al XXXIX Ejército Soviético se encontraban aisladas tras las líneas alemanas. Lo único que pudieron hacer fue continuar presionando hacia su objetivo en Vyazma, con la esperanza de unirse a la pinza soviética que luchaba por abrirse paso hacia el norte.

Para detenerlos, el 46 Cuerpo Panzer, con el grueso de la Dar Reich, la 5ª División Panzer, la 1ª División Panzer y la 86 División de Infantería, contraatacó para envolver a los ejércitos soviéticos y aislarlos por completo cerca de Vyazma. Mientras tanto, al oeste de Razev, el 30 Ejército intentaría abrir una nueva brecha entre el XXIII y el VI Cuerpo del IX Ejército y reestablecer el o con el XXIX Ejército. Hitler insistió en que un regimiento de las SS se hiciera cargo de los ataques de socorro soviéticos. En realidad, sólo había uno disponible, el Der Führer de la División Dar Reich, que en ese momento no estaba en combate.

El regimiento quedó bajo el mando de la 256 División de Infantería, perteneciente al VI Cuerpo, y se desplegó en la misma posición en la que los soviéticos habían abierto previamente una brecha en las líneas alemanas. Model tenía plena confianza en los hombres del regimiento Der Führer y en su líder, el general Otto Kuhn. Tenía que hacerlo, pues de ellos dependía en última instancia el éxito o el fracaso.