Proyección Astral sin Lágrimas, Mark Gurriaran 4h1s67

Hola, soñadores y soñadoras, y bienvenidos a un encuentro más de este Club de Lectura de Tremundos. Una semana más estamos aquí con todos ustedes.

Se encuentra aquí acompañándome Rubén, Beatriz, Laura, María José, Miguel y os recuerdo que yo soy Pedro. Y también les recuerdo el libro que nos toca hoy tratar. También un libro bastante cortito, pero bueno, que tiene su intérprete, ya lo veremos. Es de un autor que ya conocemos anteriormente, Mark Burriagán, que si recordarán vimos en su primer libro La ilusión del método, pues este libro que vamos a ver esta semana creo que es su segundo, no sé si tendrá alguno más, que tituló Proyección astral sin lágrimas. Es decir, una continuación de aquel primero que vimos, La ilusión del método.

Bueno, como siempre primero vamos a compartir las experiencias que hemos tenido esta semana y aunque nunca lo hemos dicho, pero bueno recuerdo, no sé en qué plataforma estaré escuchando, si vivo Spotify, pues lo que os pido por favor, que invitéis, compartáis los enlaces, os suscribáis, apoyáis el canal, que ya sabéis que son importantes, aunque parezca que no, pero son importantes todos los detallitos, de los me gusta, las estrellitas y todas estas cositas, que ya sabéis, así que nada, que no se os olvide y ya sin más pues empezamos a ver que hoy casi todo creo que tenemos experiencia. ¿Empiezas tú Rubén, por ejemplo? Bueno, empiezo yo. Yo he tenido tres experiencias en total, bueno, y una cosa curiosa. Entonces la, empiezo por una de las experiencias, las tengo por aquí, escritas, que si no no me acuerdo.

Bueno, una experiencia cortita en la cual voy por la calle y veo una finca, una masía, que hay un montón de árboles frutales y bueno, y veo que está como en ruinas y veo allí, a través de la valla, unos limones, unas naranjas, una maravilla, digo mira que bien, pues si no hay nadie y está abandonado, pues yo entro y me llevo unas cuantas.

Entonces, las puertas estaban abiertas, entro ahí y cuando entro pues digo, entro y cuando ya he entrado dentro veo un tío con una escopeta y digo uy, mal rollo. Entonces me doy la vuelta y cuando me doy la vuelta vienen dos perracos hacia mí, con malas intenciones y claro, me encuentro un poco con pánico porque digo, el tío la escopeta detrás, los dos perros delante, poco, con un poco agresivos, digo, no sé cómo voy a salir de esto. E instintivamente empiezo a volar.

Y claro, cuando me veo en el aire digo, uy, si estoy soñando.

Y esto no es la primera vez que me pasa. Y digo, bueno, pues me doy cuenta que estoy soñando y tal, y empiezo a reflexionar. Digo, algo tengo que hacer. Normalmente, a veces no me acuerdo con las planificaciones, pero aquí, si es verdad, pues podría abrazar al señor de la escopeta, decirle que todos somos uno, como hace Pedro, y hacer lo mismo con los perros.

Y cuando ya me dispongo a hacerlo, pum, despierto. Es decir que, de estas cortitas, cortitas.

Por aquí tengo otra también.

Ahí los perros no eran cariñosos, ¿no? Como el último.

Es que eran defensores de ese territorio.

Claro, ellos defendían su territorio. Y claro, yo era un intruso.

Pero bueno, esto de tomarlo...

Justo en el momento que despertaste, ¿no? En ese momento.

No, no, no. Antes, cuando me encontraba en el aire volando, instintivamente, por miedo, pues digo, pues vuelo y me escapo.

Sí, un poquito antes. Sí, sí, sí.

Entonces, esta es una situación que se me ha repetido mucho en sueños así de mal rollo, en los cuales hay cierta agresión hacia mí. Pues yo digo, pues vuelo y ahí os quedáis.

Eso lo he hecho un montón de veces. Y de hecho, yo voy analizando todos los sueños lúcidos.

¿Cuándo tomo lucidez? ¿Por qué? Y es la segunda causa de lucidez.

Claro.

Que ya estoy volando en el aire, casi.

Estás volando en el aire y ahí no hay ninguna prueba de radiación.

Sí, sí, sí.

Lástima que no puede continuarlo.

Ya, sí, pues la verdad...

No se sabe muy bien.

¿Te has dado cuenta, Rubén, una cosa que me está pasando a mí también últimamente? Me estoy dando cuenta de que los sueños no lúcidos, cuando todavía estamos no lúcidos, incorporamos cosas que nos hemos acostumbrado a ser ya los sueños lúcidos.

Por ejemplo, eso de volar para salir de una situación que no nos gusta.

O, por ejemplo, yo me estoy dando cuenta de que...